Texto poético de Gonzalo Piñán, creado a partir de Grito hacia Roma. Dramatizado para el espectáculo Naturaleza Pixelada, puesto en escena en dos sesiones en la sala Theater im Kino de Berlin-Friedrichshain, el 26 de febrero de 2022
Un mendigo entra en escena con unas bolsas y un libro de Lorca abierto. Mientras va hablando solo deja las bolsas y mira alrededor.

Manzanas levemente podridas, Son devoradas por los ciudadanos, Las sobras de las colillas son comida de snack, El tumulto se alimenta de su propio desperdicio, La polémica en las aceras se limpia con lejía por la noche, Y se anuncian como matanzas al día siguiente en los periódicos.
Pasa una persona.
Caricaturas reales a ojos de los ciegos a lo sutil, Sutilezas en gritos vendidos por bitcoin, Caen palomas, cuando la paz se impone desde los balcones, Denuncias miserables, por hombres inseguros, Yo fui inseguro, yo también tengo miedo.
Pasa otra persona con móvil.
Y se me nublan los ojos de cataratas contaminadas, Cuando veo ríos de rabia bajar por mi muro, Aquí, donde lo bueno se cree malo, Donde lo peor se cree lo mejor. El cántico de los héroes se extingue En internet entre millones de banners, Tantas letras y emojis, Son el eco de voces perdidas, lejanas, impersonales. El sabor de la venganza, cuando es del bando ganador Es dulce como el néctar de los labios del amor, Y amargo, si es el perdedor, que con las flechas de su verdad, Erró su puntería.
El mendigo se encuentra con un corro de público, el público, que le escucha, deja el gorro para que le echen monedas.
El público será el mayor impostor, Una multitud de moribundos perdiendo el tiempo, Dejando que el porno desperdicie el líquido de su poder. Con dedos rápidos, ojos rápidos, oídos rápidos, Rápidas reflexiones, anuladas de consciencia. Productos que se compran sin querer, Demasiado tarde, demasiado rápido. Yo también he sido rápido, con dedos rápidos. Tics de móvil que llenan los silencios incómodos, Personas que estando a un metro nunca se miraron, Millones de ojos mirando miles de fotos, De cientos de personas, a miles de kilómetros.
Pausa para ir a mear a una esquina.
Y un mendigo invisible, orina en las esquinas Rodeado de señales de bluetooth, Sin ojos que le describan. Bang, bang Escopetas cargadas con balas de bondades equivocadas. Bang, bang Que se ríen de la historia honorable de los temerarios, Bang, bang Regocijo en las tumbas de los desertores, Bang, bang Bailes y gloria por los que no hablaron, Bang, bang Cobardes con nombres de valientes, Bang, bang Frases retorcidas como claveles con espinas, Arterias colapsadas, penas en loop, encerradas en casas. Niños y ancianos que no deciden por sí mismos
Va gateando hacia la botella.
Al fin, el rebelde bebe el veneno
Bebe de la botella.
que le dará muerte como a Romeo, Su rebeldía ansía tanto la paz, Que Julieta, que con amor le cuida, Es tanto el amor que le tiene, Que para siempre le adormecerá, Ella no lo puede soportar más, Y toma la daga como discurso, Transformado en un imán del mismo polo, Y acaba separando el amor que los une, Haciendo olvido de su mensaje, Y matando al rebelde que se sintió superior al amor.
Apuñala simbólicamente con la botella.
Pero vivirá más el que muere de rebeldía, Que el que muere de viejo sin haber dicho nada. Pues el eco singular resonará entre las generaciones.
Fin de show, el mendigo saluda y mira el gorro para que le den monedas, al ver que no le caen monedas sigue con el show.

Sabed que, el mundo no gira a nuestro antojo, La tierra exige muerte para dar vida, Los huertos demandan sudor para ser alimentados, El jardín desea el corte de las tijeras para ser bello, Y golpes de corazón saliente, Siguen animando a las masas a que salten, Salten al vacío más completo existente, El silencio aúlla el clamor de la batalla, Una batalla diferente, interna, personal e intransferible. En este mundo, La paz arruina a los histéricos, La abundancia la tenemos los más pobres, en correa camináis los que os sentís libres, Y entre alambradas de algoritmos Nacen los que dicen tenerlo todo, Pero todo se tiene entre los dedos del alma, No entre billetes escondidos en máquinas Ni en cifras inventadas. Ni en chalets y cuentas en el Paraíso.
El mendigo toma el gorro.
¿Estamos viviendo al cien por cien?
Se pone el gorro tapándose los ojos porque no le han dado nada.
Todo animal sale en el peor momento, Ciego o con miedo Rinde pleitesía a los televisores. Y dice, “al menos estos son hombres, Mejor que confiar en lo imaginado” ¿Pero acaso, la imaginación no es el poder universal del humano? ¿No es lo que permite soñar? ¿Alcanzar soluciones? La voluntad llega después de imaginar. El movimiento llega después de imaginar. El beso, el abrazo llega cuando imagino que quiero estar contigo,
El mendigo se levanta el gorro y mira a alguien del público.

Porque quiero estar contigo, ¿Y tú conmigo? Queremos poder mirarnos, Cuidarnos en la desnudez,
Cantando y bailando con alguien imaginario.
Con el valor que calma, Con el valor que respira tranquilo, Con el valor que palpita de amor. Con el valor.
El mendigo pone los brazos en cruz.

Y Dios, puede estar en la imaginación, Como puede estar en el fuego, En el pan o en el universo. No podremos salir, atrapados en el metaverso, ¡¿Pero si el universo es más grande?! ¿Qué buscamos ahí? Buscamos esconder nuestros errores, Evitar las disculpas. Yo he cometido errores, yo he pedido disculpas.
Pausa.
Se cristaliza la creencia, Se empantanan las razones si se usan demasiado, Dios se volvió un don nadie porque se dio de sí su nombre, Se dio de sí su creencia.
Deshace los brazos en cruz.
La democracia deja de ser útil cuando se cristalizan sus valores, Su verdadera intención queda sepultada por los intereses de unos pocos, Por las familias que nunca soltaron su poder, Por los progresistas que, en lugar de crecer, Dieron un mensaje contra sí mismos, Y sin saberlo, daban más poder a esas familias. Y sabemos la verdad, Todas y todos conocemos el camino para iluminarse, Sí, ahora escucho la voz de Lorca, Su voz aún resuena en España, y en la Tierra, En sus ríos, que la riegan, En sus mares que de azul la pintan, Entre olas su voz llega hasta Nueva York. Donde él, subido a uno de sus rascacielos, Nos recordó a todos y todas, Con su grito a Roma.
Toma el libro para leer los últimos versos.
Que queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra, Que da sus frutos para todos y todas.
El mendigo se va tumbando, bosteza, sigue repitiendo las últimas palabras, mientras la gente pasa a su lado.







¿Cómo se hizo Naturaleza pixelada? Ficha del espectáculo y descripción de Gonzalo Piñán con algunas fotografías de la puesta en escena.
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