Cine palestino: 200 metros y Las piernas de Maradona

200 metros (2020), largometraje dirigido por Ameen Nayfeh, y Las piernas de Maradona (2019), un cortometraje de Firas Khoury, dan cuenta de una producción cinematográfica palestina actual. Más allá del conflicto político de proyección internacional que llena las páginas de las noticias, ambas narran historias de vida de un pueblo sin país que sobrevive y resiste.  

Un par de zapatos pueden separar dos mundos. Pienso en London kills me (1991). Esa película escrita y dirigida por Hanif Kureishi en la que Clint, un joven veintiañero, quiere salir desesperadamente del mundillo under de los dealers, las drogas y las calles londinenses y tener un trabajo y una vida “normal”. Y el dueño de una cafetería de la zona le ofrece un empleo como camarero, pero con una condición: que se presente con zapatos como la gente. ¿Algo tan difìcil de conseguir? Basta mirar en las calles los pies de los transeúntes para ver que no puede serlo, piensa Clint, y sin embargo será un sinnúmero de aventuras las que deberá vivir en esta comedia dramática solo en pos de algo tan simple y ordinario para otros como unos zapatos. Sí, un par de zapatos pueden separar dos mundos. Como 200 metros pueden separar dos mundos.

Desde su terraza Mustafá, el protagonista de 200 metros, tiene vista privilegiada al Muro. Esos más de 600 kilómetros de barrera que Israel viene construyendo desde el 2002 como separación de los territorios palestinos de Cisjordania, de modo que quienes quieran ingresar a Israel desde allí deban hacerlo pasando por sus controles militares. Salwa, la esposa de Mustafá, vive con sus hijos en el pueblo que está del otro lado del Muro. Por las noches se saludan con guiños de luces desde la terraza y el balcón. Apenas 200 metros los separan, pero para quien no posee un documento israelí como Mustafá estos significan no solo una barrera de cemento, sino una barrera de burocracia, tarjetas de identificación, permisos de trabajo, fuertes controles de seguridad. Interminables corredores de rejas y alambrados por los que diariamente y antes de las primeras luces del día avanza una marea humana de palestinos para ir a trabajar a Israel. Muchos de ellos, como Mustafá, en la construcción. Cuando un día la maquinaria le deniegue el ingreso por cuestiones de papeles  y reciba la sorpresiva noticia de que su hijo ha sufrido un accidente y está hospitalizado, Mustafá se verá obligado a pagar y recurrir a los pasadores, un mundo paralelo y cotidiano de mafias y profesionales del ingreso ilegal de personas. Y esos simples 200 metros se convertirán en una odisea de 200 kilómetros a lo largo de un muro visible e invisible: Bienvenidos al día a día en los territorios ocupados de Palestina.

El joven director Ameen Nayfeh (1988), que ya tenía en su haber un cortometraje sobre el tema, The crossing (2017), nos cuenta el cruce como nunca antes. Con un detalle y una cercanía como nunca antes. A partir de su propia historia y de las historias de tantos otros. “Puedo afirmar que alrededor de un 99% de los palestinos ha tenido que pasar por experiencias como esta para superar los absurdos obstáculos en su vida cotidiana. Debes luchar y abrirte camino a través de pequeñas victorias apenas para lograr cosas sencillas y básicas”, señala. “Hace unos 13 años pasaba el rato con un amigo, desde su terraza se veía el Muro. Mi amigo -que trabajaba como obrero de la construcción en Israel- contó entonces que antes del Muro él encendía un cigarrillo y antes de terminarlo ya había llegado a su casa. Eran apenas 200 metros. Ir al trabajo ahora era como tener que navegar alrededor del Cabo de Buena Esperanza.”

Historia de una separación, como la de tantas familias palestinas, el film se enmarca en un drama familiar, social. Pero para transformarse pronto en una road movie, que es donde alcanza sus mayores logros. En esas peripecias del cruce de ese grupo de pasajeros reunidos al azar. Por territorios que son como islas flotantes en el mar de las colonias israelíes, bordeados por puestos de control, torres de vigilancia, retenes militares. Donde se van sorteando pruebas, riesgos y obstáculos, sin saber en quién se puede confiar y hay que decidir sobre la marcha en una permanente tensión dramática. En 200 metros hay en el aire caliente del verano una exasperación, hay una sociedad al límite, con el conflicto, el choque y el estallido a flor de piel. Pero también la risa a flor de piel. Quizá porque la tragicomedia sea parte misma del instinto básico del sobreviviente.

Su mayor puntal lo tendrá el film en Ali Suliman, el más icónico actor palestino, protagonista de intensas e impactantes películas como Paradise Now (2005) o The attack (2013). Aquí en el rol de Mustafá, ese padre y hombre joven que no ceja porque tiene que llegar y al que una cámara cercana acompaña todo el tiempo, por momentos una cámara en mano que se acerca al registro documental. En una sólida y parca actuación Suliman le aporta al personaje inmensa profundidad y madurez. En sus ojos que no mienten están precisamente todo el cansancio, el dolor, la responsabilidad, la dignidad, la alegría, está el sobreviviente. “Esta película”, expresa el actor, ”es parte de ese viaje nuestro para luchar contra la ocupación y para sobrevivir la ocupación y el apartheid, porque el cine es nuestra arma”.

Sí, un par de zapatos pueden separar dos mundos. Como 200 metros pueden separar dos mundos. Como un Muro separa dos mundos.

Trailer 200 metros

Las piernas de Maradona (23 min.), el cortometraje del director palestino Firas Khoury (1982) que cuenta también con una participación de Ali Suliman, nos sumerge en un mundo que, sobre todo a argentinos y brasileños, no podrá más que resultarnos surrealista. Y nos sacará más de una sonrisa. Los hinchas dirán que el fútbol todo lo puede. Bueno, al menos diremos que el fútbol no conoce fronteras.

En un pueblo palestino, durante el Campeonato Mundial de Fútbol de 1990, dos hermanos Rafat (11) y Fadel (7), hinchas a muerte de Brasil buscan a toda costa “Las piernas de Maradona”, la única figurita que les falta para completar su álbum del Mundial y ganar una Atari. Ambos hermanos deberán tomar decisiones. Entretanto, mientras los simpatizantes visten los territorios palestinos con los colores de Argentina y de Brasil en remeras y banderas, tiene lugar la primera Intifada.

“Nuestras historias no se reducen a la de la ocupación”, señala Firas Khoury, “por eso debemos seguir contando nuestras historias personales, porque ellas son la mejor prueba de que seguimos existiendo como nación.”

Trailer Las piernas de Maradona

Ambas películas se pueden ver en la 12 edición de ALFILM, el festival de cine árabe de Berlín (hasta el 30 de abril), a través de la plataforma Indiekinoclub. En versión original con subtítulos en inglés. Streaming solo disponible en Alemania. Costo por película: 4,50 euros.

Para ver 200 metros cliquear aquí.

Para ver Las piernas de Maradona cliquear aquí.

Toda la programación. Diariamente a las 19:00 charlas y paneles con acceso gratuito en Youtube.

FUNCIÓN ESPECIAL de 200 metros en Open Air el 14 de julio en el cine Freiluftkino Berlin. Ver aquí.

Foto de portada:©Alaa Aliabdallah. Otras imágenes ©Elin Kirschfink.

claudia baricco

(isa.kar.wai) - Un cine real o virtual es el living de mi casa. Los libros son mi otro hemisferio. En un mundo donde todo es político. Latitud: B y B – Buenos Aires-Berlín, dos ciudades de contrastes.

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