Publicado en alemán en la sección HAU3000 del teatro berlinés Hebbel am Ufer (HAU), espacio de avanzada en la intersección de teatro, danza, música, performance, pero también en lo que hace a teoría, debate y sociedad, les ofrecemos aquí una traducción del texto al español. C.B.
Todo debe cambiar, de Paul B. Preciado
(Artículo publicado originalmente el 19.06.20 en el periódico Libération.)
Me dan pena los que piensan que nada puede cambiar. Dicen que las cosas siempre seguirán siendo como antes, y cuando hablan de antes, ese tiempo aparentemente pasado ya suena como una profecía. ¿Pero qué quieren decir con «antes»? ¿Antes de quién o antes de qué? ¿Antes de la irrupción del Covid-19? ¿Antes de que las opulentas sociedades del Norte capitalista dejaran morir a sus abuelos en los geriátricos y enviaran a las poblaciones racializadas a hacer los trabajos de cuidado y producción en el momento pico de la pandemia? ¿O antes de que más de 60.000 personas manifestaran en Francia contra el racismo institucional y la violencia policial? ¿O antes de que el corazón de Adama Traoré se detuviera bajo el peso de tres policías que lo inmovilizaron brutalmente? ¿O antes de que George Floyd muriera asfixiado por la policía de Mineápolis? ¿Antes de que Rayshard Brooks, otro joven afroamericano, fuera asesinado por la policía mientras hacía cola en su coche en un local de comidas rápidas? ¿Antes de que Alicia Garza, Patrisse Cullors y Opal Tometi lanzaran el colectivo de desobediencia civil Black Lives Matter para luchar contra la violencia policial? ¿O quizá hablan de antes de que Lamia Beard, Ty Underwood, Yazmin Vash Payne y Taja Gabrielle de Jesus, cuatro mujeres trans racializadas, fueran asesinadas en los Estados Unidos? ¿O quizá van mucho más atrás y piensan en antes de la revolución de los esclavos en Haití? ¿O antes de que Toussaint Louverture muriera de frío y hambre en la prisión del Fort de Joux? ¿Antes de que Susie King Taylor abriera en los Estados Unidos la primera escuela para enseñar a leer a los esclavos fugitivos? ¿O antes de que Aïssa Maïga, Adèle Haenel y Céline Sciamma se rebelaran contra el funcionamiento patriarco-colonial de la industria cinematográfica francesa? ¿O antes de que miles de tweets de mujeres de todos los continentes denunciaran las violaciones y la violencia sexual? ¿O antes de que la activista lesbiana egipcia Sara Hegazy se suicidara en su exilio canadiense? ¿O tal vez piensan en antes de que las mujeres, las blancas, obtuvieran el derecho a votar en las sociedades llamadas democráticas? ¿O incluso antes de que Anna Göldlin, la última «bruja» de Europa, fuera condenada a muerte en 1782 para que su empleador pudiera ocultar el hecho de que la había obligado a tener relaciones sexuales con él? ¿O antes de la abrogación del derecho del pater familias a disponer de la vida de su mujer y de sus hijos?
Me dan miedo los que piensan que nada puede cambiar. Dicen que las cosas sólo pueden ser peores que antes. ¿Antes de quién, antes de qué? ¿Antes de que Frontex se instalara en las costas del Mediterráneo y se ahogaran centenares de miles de migrantes? ¿Antes de la crisis de las hipotecas subprime en 2008? ¿O antes de la ola de privatizaciones neoliberales y de los despidos abusivos? ¿O antes de las revueltas en los suburbios en Francia en 2005? ¿O antes de que los activistas de Black Lives Matter derribaran la estatua de Edward Colston en Bristol? ¿O antes de que 50.000 hombres, mujeres y otros africanos fueran llevados a las costas inglesas para ser comprados y vendidos como esclavos? ¿O más bien antes de que Inglaterra se convirtiera en un próspero imperio gracias a la expropiación colonial? ¿O antes de que el ministro francés Colbert legalizara en el Código Negro «la venta de los negros como bienes muebles«? ¿O antes de la invención de la noción de raza como una ficción de la ciencia colonial que permitió legitimar la esclavitud y la economía de la plantación? ¿O antes de la invención de las nociones de heterosexualidad y homosexualidad como normalidad y patología? ¿O antes de la despatologización de la homosexualidad en 1975? ¿O antes de la politización de las personas trans? ¿O antes de que se encerrara a los judíos en guetos y se organizaran fuerzas políticas y militares para exterminarlos? ¿O antes de la derrota de Hitler y el desmantelamiento de los campos de concentración? ¿O antes del lanzamiento de las bombas de Hiroshima y Nagasaki? ¿O antes de la conferencia de Bandung y del ingreso a la geopolítica mundial de los primeros países descolonizados? ¿O bien antes de que Frantz Fanon renunciara a su identidad francesa y se volviera argelino? ¿O antes de la Guerra de la Independencia de Argelia? ¿O antes de que Martin Luther King hiciera soñar a América? ¿O más bien antes de su asesinato? ¿O antes del asesinato de Malcolm X? ¿O antes de que Angela Davis fuera condenada a muerte? ¿O antes de que fuera liberada? ¿O antes de que ocupara la cátedra de Historia de la Conciencia en la Universidad de Santa Cruz en California? ¿O antes de que Obama fuera elegido Presidente de los Estados Unidos? ¿O están hablando de antes de que el Frente Nacional, ahora convertido en Agrupación Nacional, obtuviera el 21,3% de los votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas de 2017? ¿De qué «antes» están hablando? ¿Antes de la invención del dinero? ¿O antes de la hominización? ¿O antes del Big Bang?
Para Adama Traoré, George Floyd, Rayshard Brooks, Lamia Beard, Ty Underwood, Yazmin Vash Payne y Taja Gabrielle de Jesus… no hubo un antes que ya no fuera demasiado tarde y ya no hay un después. El tiempo no es el mismo para todos. Para algunos, para los cuerpos violentamente racializados y sexualizados, los cuerpos negros, migrantes, los cuerpos de las mujeres, de los homosexuales, de los transexuales, para los viejos, los trabajadores pobres, los enfermos, los discapacitados… cada minuto es una lucha, cada recuerdo una huella que trata desesperadamente evitar ser borrada. El derecho al tiempo y a la historia es también un privilegio del poder patriarco-colonial.
Nada volverá a ser jamás igual que antes, porque salimos de a miles a la calle e hicimos lo que nadie esperaba de nosotros: miramos a la cara al poder que nos convertía en objetos y dijimos: Nunca más. Nada volverá a ser jamás como antes porque este es un levantamiento mundial de los cuerpos vivos contra la necropolítica: contra el uso de la violencia y de la muerte como forma de dominación de las poblaciones subalternas. La historia de antes se ha detenido un instante. Una revolución, eso es: una sacudida del tiempo que detiene la repetición ensordecedora de la opresión para que pueda producirse el advenimiento de un nuevo ahora. Comienza el tiempo de la revolución. Todo debe cambiar. Tú debes cambiar. Comienza el tiempo de los que antes no tenían derecho a la historia.

Paul B. Preciado (Burgos, 1970): Es filósofo, comisario de arte y escritor, considerado uno de los pensadores contemporáneos más influyentes por su trabajo sobre la construcción política de los cuerpos, la disciplina normativa del sexo-género, el feminismo disidente y queer, así como los efectos del capitalismo en nuestras identidades, deseos y subjetividades. Estudió en la Universidad de Princeton y en la New School for Social Research de Nueva York. Alumno de Derrida, más adelante se trasladó a París, donde participó en los seminarios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales. Es autor de Manifiesto Contrasexual (2002), Texto Yonki. Sexo, drogas y biopolítica (2008), Pornotopía. Arquitectura, sexualidad y multimedia en “Playboy” durante la Guerra Fría (2010) y Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce (2019), donde relata su proceso de transformación de Beatriz en Paul B., un proceso donde las hormonas y el cambio de nombre legal son tan importantes como la escritura. En 2020 publicó Yo soy el monstruo que os habla. Informe para una academia de psicoanalistas (Anagrama).
Traducción al español de «Todo debe cambiar»: Claudia Baricco.
Imagen de portada: ©Stephanie Valencia/Unsplash.