Entrevista a Ana Puyol Loscertales a propósito de la presentación de su libro sobre el artista norteamericano en la librería La Escalera, y de su charla sobre Luis Buñuel en el Instituto Cervantes de Berlín, esta semana de Berlinale.
Esta próxima semana la historiadora del arte Ana Puyol Loscertales hará una doble presentación en la capital de Alemania: primero pasará por el Instituto Cervantes de Berlín para hablar de Luis Buñuel en el marco de la Berlinale 2023 y de los actos programados por la institución española por este motivo; y al día siguiente hará una presentación de su libro dedicado a Man Ray en la librería La Escalera. A ambos eventos invitamos a los lectores de Desbandada, y por ambos eventos hemos querido hablar con Ana Puyol. Este es el resultado de nuestra conversación, que por motivos de agenda, tuvo lugar a altas horas de la noche.
Hola, qué tal, Ana, buenas noches.
Buenas noches.
Un poco tarde para una entrevista, pero con muchas ganas de hablar contigo. Estás en Zaragoza, ¿no es cierto?
Sí, ahora sí.
¿Podrías presentarte? Es la primera pregunta que hacemos siempre a los entrevistados y entrevistadas.
Soy doctora en Historia del Arte, mi investigación versa sobre todo en torno a la lectura de la imagen en la cultura contemporánea, y más particularmente sobre el Dadá, el Dadá neoyorquino, y dentro de este, Man Ray. Porque la transcendencia de este autor ha llegado hasta hoy, su estela además es visible no solo en muchos autores sino en las derivaciones más conceptuales del arte y de la cultura. Pertenezco a la Asociación internacional de críticos de arte. Tengo experiencia docente. Hago gestión cultural. Y bueno, me encanta mi trabajo y mi investigación.
Dime un museo que te guste mucho como museo. Un museo no muy conocido que acierte en la manera de presentar la sobras, de iluminarlas, de secuenciarlas, de ilustrarlas con textos explicativos.
Es difícil, porque relacionado con mi tesis y con mi manera de trabajar, es la lectura sinóptica, y soy una apasionada de los museo de la técnica. Un museo que es recurrente siempre que voy a París es el Museo de arte bruto, que está al lado del Sacré-Coeur, me gusta mucho como exponen y me encanta el emplazamiento además. Me gustó mucho el museo de Vilafamés, en Castellón. Son lugares que tienen una magia especial. La casa-museo de Gustave Moreau, en París, por ejemplo también. Es un lugar muy atractivo para mí. Me gustan mucho los museos relacionados con la técnica del cine, esos primeros aparatos del cine más primitivo.
¿Has estado en el cine Babylon de Berlín-Mitte? No solo tiene una pantalla cuadrada original, además hacen pases de cine mudo con música en vivo, Metrópolis, de Fritz Lang, con orquesta.
No, no estado aún.
Pues tienes que ir cuando vengas a Berlín. Bueno, dejamos un momento Berlín, y vamos al tema que nos ocupa. ¿Por qué Man Ray? ¿Por la fotografía? ¿Por los objetos que inventaba?
Por un suceso muy fortuito, en realidad. Yo no era muy buena estudiante en la época de instituto, quizá porque no había encontrado una verdadera pasión, aunque de hecho ahí se puso la semilla para una verdadera pasión que luego llegará. Yo hice un bachillerato artístico con trece asignatura que conjugaba las normales de un bachillerato con otras prácticas relacionadas con el arte desde color hasta volumen, grabado, dibujo técnico, dibujo artístico, anatomía… O sea, todo un popurrí relacionado con esa práctica. Y entre ellas estaba la fotografía. Al principio de estudiar esta disciplina me parecía que aquello tenía una magia especial. Estaba revestida de un aura muy atractiva para mi. Llegó el momento en que hicimos un rayograma. Para mí el resultado fue absolutamente maravilloso, fascinante.
¿Puedes explicarnos qué es un rayograma?
Es una fotografía realizada sin cámara de fotos. Es la impresión de un objeto sobre el papel sensible que marca de alguna manera la huella directa. Se proyecta la luz y se quedan todos los contornos del objeto sobre el papel fotográfico, marcados en banco y negro, negativo / positivo, y las gradaciones de lo que ha sido colocado encima. Entonces, claro, un fotógrafo que hace fotografías sin cámara de fotos para mí ya tiene un atractivo especial. Yo entonces tenía 15 años, me estaba dejando sorprender por las cosas de la vida, fue muy impactante, pura magia, fascinante, ¿quién ha inventado esto?, le pregunto al profesor, y me dice, bueno, lo codificó Man Ray. Y yo, waw. Y aquello quedó en mi mente, en un cajoncito. Luego seguí trabajando, pensé que quería estudiar una carrera, y a lo largo de los estudios hubo determinadas asignaturas en las que Man Ray iba apareciendo, y en los que yo iba haciendo pequeños trabajos sobre él, o sobre algún aspecto relacionado con este artista: fotografía, cine, etc. Con lo cual al final de los cinco años de carrera lo conocía bastante bien. Hasta el punto de saber que había cosas que eran clamorosas lagunas que no habían sido colmadas. Entonces, a la hora de hacer el doctorado, fui becada para estudiar en La Sorbona, de París I, y allí pude desarrollar mi investigación con una profundidad muchísimo mayor. Luego en el Pompidou están los archivos del artista, así que pude organizarme en París como mi campamento base para poder realizar mi investigación sobre Man Ray. Es un interés en ubicar a una persona que nunca he considerado bien posicionada dentro de la Historia del Arte.
Es interesante que hables de los rayogramas. Yo asocio a Man Ray más con las solarizaciones. Sus fotos más famosas, aparte de la del violín, la de la máscara, ¿no son las solarizaciones, como la de André Breton?
También. Este efecto ya existía, es el efecto Sabatier. Lo que él hace de una manera magistral es sistematizar ese efecto. Tiene la capacidad de medir, y de hacer con ese efecto lo que él quiere. Tiene una maestría a la hora de coger un efecto, o un error, o un accidente, y volverlo algo beneficioso para sí. A Lee Miller, por ejemplo, que fue su pareja, le maravillaba, esa precisión técnica que él tenía para saber sacar el efecto deseado. En eso Man Ray era muy bueno.
¿Por qué los rayogramas no se han difundido tanto?
Sí, se han difundido mucho. De hecho, lo que es llamativo en el caso de este artista sobre todo sus fotografías es lo que más se ha difundido, pero Man Ray era un ser poliédrico: era pintor, era fotógrafo, era cineasta, era creador de objetos, era editor, era diseñador gráfico. La fotografía se ha llevado un gran peso, porque destacó muchísimo, aparte hizo mucho dinero como fotógrafo y era muy requerido. Esa fase eclipsó mucho las otras, pero la rayografía está muy presente.
La otra técnica famosa de Man Ray es el collage fotográfico, que de hecho es la portada de tu libro.
Sí, también. Es como el montaje cinematográfico. Es coger fragmentos para crear una realidad nueva.
¿Esto es dadaísmo, o es ya surrealismo?
Se puede decir que los surrealistas tomaron muchas predisposiciones presentes en el dadá, porque bueno, el fotomontaje de Hannah Höch es puro collage con imágenes, ¿no? El proceso de escindir partes para crear una realidad nueva es el principio de la tabula rasa que es el principio del dadaísmo. Luego los surrealistas a esto le dieron una nueva lectura.
Me ha sorprendido que asocies a Man Ray con el dadaísmo más que con el surrealismo. Veo el surrealismo más como un movimiento francés, mientras que el dadaísmo es más centroeuropeo, rupturista y anárquico ideológicamente, y Man Ray pasó casi toda su vida artística en París. Es más, el surrealismo de la mano de André Bretón se asoció al partido comunista francés.
Man Ray es americano, y el dadá nace en Nueva York. Es anterior al dadá europeo. Tristan Tzara, que fue el padre del dadá en Zúrich, se carteaba con los dadaístas americanos, naturales o de adopción como Duchamp: Man Ray, Picabia y Duchamp estuvieron trabajando en Estados Unidos. Estoy hablando de 1912, 1913, 1914, 1915. Estaba también una mujer, Elsa von Freytag-Loringhoven, la baronesa dadá.
También al revés. Hay un artista de nombre americano que trabajaba en Berlín con los dadaístas berlineses. Está en la Berlinische Galerie, donde de hecho hay obras de Hannah Höch también y donde reproducen aquella famosa exposición con el muñeco del soldado colgado del techo.
Como digo, no hay que olvidar que Man Ray es americano, se tiende a pensar en él con tres adjetivos que no se ajustan para nada a la realidad y que la historiografía francesa a contribuido a engordar: su adscripción a París, su trayectoria como fotógrafo, y su vinculación al surrealismo. Man Ray era americano; la fotografía fue uno de los medios que él cultivó para traducir algunas de las ideas que él tenía, igual que para otras codificó el ensamblaje, para otras utilizó el cine, para otras utilizó la escritura. Es decir, la fotografía era para él un medio, y además, la bifurcaba en “fotografía alimenticia”, la que le da de comer, y fotografía creativa. Pero él es un pionero del dadá neoyorquino. Hay que tener en cuenta a historiadores como Francis Naumann que habla del dadá neoyorquino. Tendemos en Europa a europeizar las cosas en materia de arte, y nunca pensamos que Estados Unidos ha tenido un cubismo, por ejemplo, pero lo ha tenido. El dadá es anterior en Estados Unidos, y está vinculado su contexto a cómo el país se estaba industrializando y se estaban cambiando los perfiles urbanos. Lo están experimentando de una manera incluso mucho más bestia que en Europa: construcción del metro, ruido, alumbrado, iluminación, clubs de ajedrez que funcionaban día y noche, era aquello un desmadre. Greenwich Village, que es donde se localiza el dadá neoyorquino, debía de ser “pura vida”.
Estamos hablando de un movimiento neoyorquino, no de un movimiento norteamericano.
Se localiza en Nueva York. Man Ray estuvo viviendo también en una colonia en Nueva Jersey, muy vinculada al anarquismo, donde se juntaron un grupo de artistas de donde surgiría la actitud que derivará en el dadá: ahí está el Francisco Ferrer Center de Nueva York.
¿Qué hace Francisco Ferrer en Nueva York? Él había fundado la Instituto libre de enseñanza…
La escuela Moderna.
Sí, es verdad, que la Institución Libre de Enseñanza la funda Giner de los Ríos, pero basándose en Ferrer. Viví en Nueva York tres meses y nunca oí de Francisco Ferrer en esa ciudad.
Porque el anarquismo estaba super perseguido en Estados Unidos. En esa época había leyes específicas para perseguir a artistas, proxenetas, pordioseros… Todos en el mismo saco. Esta es una de las esencias de mi tesis: hay una época de Man Ray que no se ha tocado, que es su vinculación con el anarquismo. Él nace en 1890, se va a París en 1921, esos años son prácticamente vírgenes, y son esenciales para entender y para dar sentido a lo que viene después, y no se puede prescindir de un estudio absolutamente minucioso de esos años para dar sentido a su obra, al dadá, y también a la Historia del Arte contemporáneo. Esto es como un dominó, si tocas una ficha todo reverbera, ¿no? Volviendo al Francisco Ferrer Center, cuando sucedió el fusilamiento en Montjuïc, como pedagogo y librepensador, fue un escándalo en todo el mundo. Igual has visto fotos de las manifestaciones que inundaban París, fue algo tremendo porque estaba conectado con todos los intelectuales europeos y norteamericanos. Donde más repercusión tuvo su asesinato fue en Estados Unidos, donde se crearon escuelas en su nombre y donde se seguía su sistema pedagógico, y luego una parafernalia: nombres de calles, manifestaciones… Fue un fenómeno mundial. Se crearon escuelas repartidas por varias áreas, y una de fue fundada por los anarquistas Emma Goldman y Samuel Berkman en Nueva York, y Man Ray después de pulular por diferentes lugares para poder formarse, eligió este.
Que le iba como anillo al dedo ideológicamente.
Más que ningún otro lugar donde también había sido admitido. Donde realmente encontró la horma de su zapato fue en el Ferrer Center. Además está muy vinculado a los episodios que tuvieron lugar allí. Todo esto viene de un sustrato familiar porque su padre era un emigrante huido de los pogromos de los zares en el imperio ruso.
Cambiando un poco de tema, ¿cómo vinculas a Man Ray con fotógrafos de su época como Robert Capa o el ruso Ródchenko?
Él empezó a fotografiar por una cuestión tan fortuita como que no le gustaban las reproducciones fotográficas que se tomaban de sus obras de arte, y dijo “pues la única solución es que las haga yo”. Y aprendió a fotografiar en el Ferrer Center. No es que quisiera ser fotógrafo, o no es que se fijara en otros fotógrafos, debía de ser un individuo tremendamente inteligente, con unas aptitudes fuera de lo común para manejar aparatos, técnica, etcétera. Estuvo experimentando con el cine con Duchamp y con máquinas que ellos creaban. Él no tiene alma de fotógrafo. No hay que buscar vínculos directos con otros fotógrafos. Él empezó por una cuestión utilitaria, lo que pasa es que llegó a ser muy bueno en ello hasta el punto de que fotógrafos como Steichen le hicieron una carta de recomendación a Lee Miller, que será luego su amante, su musa, y una gran fotógrafa de guerra, fotorreportera, para que le enseñara a fotografiar. Y él era una referencia en París, donde si no eras retratado por él, no eras nadie. Hasta el punto de que como a él le empezaba a aburrir esto tanto, le quitaba mucho tiempo para dedicarse a la pintura y a otras cosas, empezó a cobrar cifras astronómicas. Lo que no le apetecía era que todos los americanos ricos que llegaban a París, hacían cola para ser fotografiados por él. Pero las pagaban igual. Lo que quiero subrayar es que la fotografía en él era un medio más para expresar conceptos filosóficos y una teoría de las artes.
¿Cómo resumirías esa teoría de las artes?
Hacer la realidad presente, quizá, y desatar, o liberar, el lado creativo de las cosas. Es difícil porque imagina que sus archivos personales en el Pompidou son treinta y tres cajas archivadoras llenas de documentos escritos en al menos cinco idiomas.
¿Dónde ves hoy en día a Man Ray?
A parte de que sigue totalmente «vivo» y sus películas siguen siendo reinterpretadas y forman parte de contextos multidisciplinares, se está descubriendo que lo que aparentemente era un mal cineasta, -él se llamaba así, “autor de malas películas”- era en realidad un buen artista utilizando el cine. A la hora de renombrar a este artista lo que se está haciendo es redescubrir toda su estela, tanto en la fotografía como en el cine como en los objetos. En 2016 fue publicado un libro extraordinario, Man Ray: Writings on Art, que son correspondencia, cartas y documentos personales organizados por Jennifer Mundy, de la Tate, quien logró recopilar archivos personales inéditos del autor que revelan a un Man Ray casi desconocido, y que me gusta especialmente por dos cosas: porque reafirma lo que yo había sugerido en mi tesis, y lo hace con peso documental a través de testimonios suyos (ideología, política, etc.); y porque por otra parte en el prefacio Jennifer Mundy advierte que, a pesar de ser quien es, todavía no existe una lectura sinóptica de este artista. Y es precisamente lo que yo he intentado ofrecer con mi libro y con mi investigación. Una vez que se resignifica, también se reubica en la historia de la cultura, sobre todo en el arte más conceptual. Todas las teclas que supo tocar, además, las vías novedosas que abrió.
Más allá de la figura histórica, en artistas actuales o en tendencias actuales, ¿lo vas viendo?
En exposiciones de fotografía, en autores de fotografía, en programaciones de cine donde se reinterpreta, se retoman fragmentos de su obra, sus propias películas… Sí, lo veo.
En Desbandada solemos publicar obra fotográfica también, aparte de obra poética o narrativa, y de hecho acaba de salir un pequeño artículo de una fotógrafa argentina, María Vetterlein, con texto de ella misma, que ciertamente tiene rasgos que coinciden con algunas fotografías y sobre todo con películas de Man Ray. Por ejemplo, en el desenfoque como técnica identificativa.
Un ejemplo de lo que hablamos es la cantidad de reinterpretaciones que se han realizado de la foto de las lágrimas de Man Ray. En Instagram todos los días hay algo, desde fotógrafos domingueros hasta fotógrafos profesionales. Es más, la fotografía de Kiki de Montparnasse de Le violon d’Ingres fue subastada en mayo pasado y ha roto todos los récords en cuanto al precio pagado por una fotografía. Algo que está anclado en un pasado y n o tiene una potencia latente dudo que hubiese alcanzado ese precio. Yo he dado una conferencia solo sobre esa foto, las capas que tiene y la profundidad que tiene, aparte de su superficie, es fascinante también. Un verdadero tesoro.
Yo esa fotografía la veo más surrealista que dadaísta.
Es como coger a una persona que ha sido anterior a un movimiento que viene mucho después y pretender vincularlo a algo posterior que él trasciende. Hablando con un profesor de la Sorbona llegamos a la conclusión de que el Dadá era el cuchillo, y el Surrealismo era la mantequilla. Me parece una imagen muy gráfica, muy bonita y muy justa. La lectura técnica, y la lectura política que expone este artista, no tienen que ver con el surrealismo. Lo que hace Man Ray se ajusta mucho a muchos de los preceptos del surrealismo, pero él nunca comulgó con ellos. Trabajó con ellos y colaboró con ellos, pero él nunca se reivindicó a sí mismo como surrealista. Tenía puntos de fricción absolutamente insalvables con ellos. Un señor que es hijo de un emigrante ruso, nihilista, probablemente se convirtió al anarquismo en los albores del anarquismo en los Estados Unidos, que estuvo en una ciudad que se transformó a costa de los emigrantes, y que llegó a parís en 1921 con una construcción estética perfectamente elaborada, frente al perfil de los artistas que encontró en la capital francesa, necesariamente chocaba. lo que los unía fue que ellos trataban de encontrar imágenes para traducir un movimiento emergente que era literario, y la obra de Man Ray cumplía de sobra esa función pues era algo ya madurado.
Con quien sí tenía buena relación es con Buñuel, que era, al menos en sus orígenes, claramente surrealista.
Buñuel era bastante outsider también. No estaba al servicio de los surrealistas.
¿Qué vio Buñuel en Man Ray, o al revés? ¿Cuál era el punto en común?
Man Ray estuvo en el estreno de alguna de las películas de Buñuel, estrenaron juntos. Yo creo que por el carácter de los dos, es muy fácil que se llevaran bien. Pero no hay que olvidar que Buñuel era un realizador de cine, y Man Ray usó el cine para transferir sus ideas, no estamos hablando de lo mismo. Cuando Buñuel se tuvo que ir a Hollywood lo pasó mal, recurrió a Man Ray para hacer un proyecto juntos: una visión muy surrealista de una mujer desnuda a caballo en un vertedero. Muy surreal, pero muy americano también. No prosperó, pero hay documentos sobre eso. Buñuel era muy técnico, por muy surrealista que fuera. Man Ray rompía con todo.
Buñuel también rompe con el lenguaje de su época en distintas épicas, y crea algunos elementos nuevos del lenguaje cinematográfico, como la posición de la cámara.
El hecho de que rompa con la relación aristotélica no significa que no respete la técnica relacionada con el cine Buñuel trabajaba sobre un lenguaje cinematográfico que aplicaba y enriquecía de manera magistral.
También podemos ver cómo Man Ray respeta la simetría en sus fotografías, y eso es parte del lenguaje de la fotografía, en eso no es rupturista.
Yo lo veo a nivel iconográfico, pero no tanto técnico. Él coge la técnica y hace algo creativo.
Volviendo a Buñuel justamente, ¿de qué va a tratar la charla en el Instituto Cervantes de Berlín?
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Voy a hacer un recorrido sobre todo por su persona, por sus influencias, sobre cómo va formando un lenguaje propiamente buñueliano, diría. Además hablaré sobre qué imágenes hay en las películas, de dónde proceden, me centraré en las primeras películas, las más surrealistas, explicando su trayectoria y por qué la siguió. Seguiré las enseñanza de Agustín Sánchez Vidal, mi director de tesis, uno de los mejores conocedores del director. Además se cumplen cuarenta años de la muerte del calandino, y 123 años de su nacimiento este 22 de febrero, la ocasión viene que ni pintada.
¿A quién va dirigida esta charla?
A un público general. No es necesario tener un conocimiento previo. Es una buena ocasión de revisitar a Luis Buñuel y acercarnos a las imágenes que hay en su obra.
Y además vas a presentar tu libro en la librería La Escalera.
Efectivamente. Será una buena ocasión para hablar de un artista del que se ha escrito mucho, pero que en muchos sentidos sigue siendo un perfecto desconocido, pues no se ha realizado una visión sinóptica sobre el artista y sobre su obra.
Mucha suerte en los dos eventos, y ya nos veremos allí.
Muchas gracias a la revista.
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Ana Puyol Loscertales es Doctora en Historia del Arte por la Universidad de Zaragoza, desarrolló el periodo investigador, con el reconocimiento de una beca estatal, en Université Paris 1 (Panthéon-Sorbonne) y en los departamentos de cine, fotografía y documentación del Centre Georges Pompidou y de la Bibliothèque du Film (BiFi). En la actualidad desempeña docencia universitaria, diseña y desarrolla proyectos de gestión cultural para varias instituciones públicas o privadas, destacando Filmoteca de Zaragoza, Museo Pablo Gargallo o DKV Arteria. participa en conferencias en el ámbito nacional e internacional, entre otros New York City College, Cinédoc Paris COOP, Institut National d’Histoire de l’Art (INHA) en París, Instituto Cervantes de Berlín y de Nueva York, Franklin Institut de Universidad de Alcalá de Henares, o La Central del Museo Reina Sofía de Madrid.