Otras voces: Paz en Ucrania: ¿Hay chances?

La guerra en Ucrania continúa. El 24 de febrero se cumplirá un año desde su inicio. Mientras el enfrentamiento militar, la destrucción y el dolor prosiguen en territorio ucraniano, un mundo global post-Covid se reacomoda ante las graves consecuencias económico-energéticas de esta guerra.

No a la guerra. ¿Pero hay chances para la paz? Nuevas claves surgen del desarrollo de los acontecimientos bélicos y de las nuevas movidas en la economía global. ¿Cómo se conjugan la avanzada militar de la OTAN, el enfrentamiento entre las potencias nucleares EE.UU. y Rusia, con la avanzada económica del gigante China y una Europa sumida en un rol pasivo, y hasta ahora incapaz de mediar en una guerra en su propio territorio?

En un nuevo artículo Michael von der Schulenburg amplía el campo de mira para comprender cómo se ha llegado a la guerra en Europa y esboza posibles desenlaces a partir de escenarios probables. Nuevamente un clarísimo y sólido análisis. Aporte para un debate que debemos continuar.

¿Qué chances hay para lograr la paz en Ucrania?

Un artículo de Michael von der Schulenburg

*Este artículo es una versión revisada del discurso de Michael von der Schulenburg en el Kassler Friedensratschlag, el Consejo de la Paz de la ciudad de Kassel (Alemania), el 11.12.2022.

Para escuchar el artículo (18 min):

¡Que exista una chance de lograr la paz en Ucrania depende en gran medida de Estados Unidos! Pero como para Estados Unidos esta guerra tiene que ver con objetivos geoestratégicos, solo consideraciones de este tipo los persuadirán de aceptar un acuerdo de paz con Rusia. He aquí algunas reflexiones al respecto.

No la guerra, sino lo que llevó a la guerra es lo que hay que resolver

La guerra de Ucrania es el resultado de un intento de los Estados Unidos para establecer, post Guerra Fría, un orden de seguridad en Europa a través de la OTAN –organización que domina– y con la exclusión de Rusia. En esto la preocupación por la seguridad de Europa no ha jugado para Estados Unidos prácticamente el menor papel. De lo que se ha tratado y se trata casi exclusivamente es de un objetivo geoestratégico de los Estados Unidos: mantener la posición de única superpotencia mundial hegemónica que conquistó acabada la Guerra Fría. El ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN constituiría la coronación de esta expansión de la OTAN hacia el este que viene teniendo lugar desde 1994.

Por medio de esta expansión de la OTAN, Estados Unidos podría obtener el control militar de toda la frontera suroccidental de Rusia y podría así expulsarla del Mar Negro –tan importante desde el punto de vista estratégico–, así como de sus tradicionales esferas de influencia en Asia Central. De este modo, la potencia nuclear rusa quedaría prácticamente eliminada como competidor estratégico no deseado. A través de la avanzada de bases militares en Ucrania, Estados Unidos, un país que se encuentra a más de 8.000 km de Ucrania y en otro continente, podría ejercer presión sobre toda la región asiática, China incluida, e influir en las relaciones comerciales y económicas entre Asia y Europa, relaciones que han cobrado una enorme importancia. Así pues, en Ucrania los Estados Unidos persiguen sus propios objetivos de poder político, y no desinteresados objetivos humanitarios. Solo por su ubicación geográfica estratégica entre Europa y Asia es que Ucrania se ha convertido en escenario de guerra y disputa de intereses geopolíticos. Es por ello que en un acuerdo de paz, y pese a todas las expresiones públicas de solidaridad, los reales intereses ucranianos probablemente si desempeñarían apenas un rol subordinado. 

Solo puede haber una paz real en Ucrania y, por tanto, también en Europa, si en Europa se consigue establecer una nueva estructura de seguridad ampliamente independiente de la OTAN, para dar lugar así, tal como se propugna en la Carta de París de 1990 de la OSCE (la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa), a una casa común europea sin líneas divisorias. Esto solo sería posible con una estructura de seguridad europea que incluyera a Rusia. Pero en este sentido las perspectivas actuales son extremadamente desfavorables. Ucrania, pese a ese repetido escudarse tras ella por parte de los países occidentales, no está ciertamente en condiciones de llevar a cabo negociaciones de paz con Rusia en forma autónoma. No tiene control sobre ninguno de los intereses geopolíticos que enfrentan en esta guerra a las potencias nucleares Estados Unidos y Rusia (y, en cierto modo, China). Además, Ucrania depende demasiado del apoyo financiero y militar de Occidente, especialmente de los Estados Unidos, como para adoptar una posición independiente.

¿Quién puede negociar la paz con Rusia?

Solo Estados Unidos podría hacerlo; la Unión Europea está demasiado dividida y es demasiado débil como para dar algún paso hacia una paz negociada con Rusia. Hasta qué punto esta guerra es una guerra de los Estados Unidos lo acaba de demostrar la reciente visita del presidente Selenski a Washington; a Europa Selenski simplemente la sobrevoló.

* Estados Unidos y la guerra por el poder

El interés geopolítico de los Estados Unidos por Ucrania se remonta a los tiempos post disolución del Pacto de Varsovia y del colapso de la Unión Soviética a finales de 1991. Este interés selló todo intento en Europa de crear una estructura de seguridad equilibrada que incluyera también a Rusia, el por entonces considerablemente debilitado Estado sucesor de la Unión Soviética. Moría así la esperanza de la Carta de París de una Europa entera común y pacífica. Al colapso de la Unión Soviética se lo vio como la victoria de un sistema democrático liberal occidental que imponía su superioridad; el mundo se convertiría ahora en una democracia liberal liderada por Estados Unidos. Si hasta entonces Estados Unidos había sido «solo» la nación líder de las democracias occidentales, ahora se convertiría en la única potencia líder de todo el mundo. Esta meta parecía realista en aquel momento, ya que Rusia se había hundido en el caos de los años de Yeltsin, y China, al igual que India, era irrelevante tanto en lo económico como en lo militar.  A la OTAN, a la que no se menciona en absoluto en la Carta de París, le correspondía ahora la sola tarea de convertirse en el manto militar de un mundo dominado por los Estados Unidos. Por entonces ya se le atribuía a Ucrania en esto un papel central.

Ya en 1997 la OTAN firmó un acuerdo de asociación estratégica con Ucrania. Lo que al principio sonó como algo inocente, acabó convirtiendo el ingreso de Ucrania a la OTAN en el objetivo de todos los presidentes estadounidenses posteriores. No obstante todas las protestas y amenazas de Rusia, este objetivo se siguió persiguiendo cada vez con mayor agresividad. Todo esto culminó en 2014 con el violento derrocamiento (ilegal, según el derecho internacional) del presidente ucraniano democráticamente elegido Yanukóvich, un derrocamiento organizado y financiado por Estados Unidos con 5.000 millones de dólares, y con la instauración de un gobierno prooccidental encabezado por Poroshenko. Con ello se sentaban las bases para la incorporación de Ucrania a la OTAN. Rusia respondió con la anexión de Crimea y el apoyo a la independencia del Donbás. Occidente comenzó entonces a armar masivamente al ejército ucraniano. Se había desatado así una suerte de guerra latente entre Estados Unidos y Rusia por la influencia en Ucrania. Tras el anuncio en la cumbre de la OTAN de junio de 2021 de que se avanzaría hacia el ingreso de Ucrania a la alianza, la situación se escaló y llevó a la intervención militar de Rusia. En todo este proceso se trató siempre y se trata únicamente de la expansión de la OTAN, y no habrá paz hasta que este tema no se resuelva por la vía diplomática.

Esto explica también por qué Estados Unidos se opone vehementemente a cualquier solución de paz que plantee la neutralidad de Ucrania. En diciembre de 2021 Estados Unidos se siguió negando a negociar con Rusia respecto al ingreso de Ucrania a la OTAN, y en marzo de 2022 la OTAN torpedeó las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia que contemplaban una Ucrania neutral. Incluso ahora, Estados Unidos se niega a entablar conversaciones de paz con Rusia donde se discuta el futuro estatus de Ucrania. ¿Quiere decir esto acaso que Estados Unidos acepta, en pos de sus objetivos geoestratégicos, el alto precio del sufrimiento del pueblo ucraniano y la sucesiva destrucción de Ucrania?

* La Unión Europea y la guerra hacia la impotencia

La guerra de Ucrania es una vergüenza para Europa y muy especialmente para la Unión Europea. Aunque se trata de una guerra que se libra en el continente europeo entre dos Estados europeos, y aunque este conflicto se venía gestando y vislumbrando desde hacía 30 años con tensiones cada vez mayores, la UE no hizo nada por encontrar una solución diplomática y evitar así la guerra. La UE se ha degradado hasta convertirse en simple obediente seguidora de Estados Unidos y, por tanto, en cómplice de esta guerra. Ahora Europa tendrá que asumir las consecuencias: sumiéndose en la irrelevancia política, perdiendo el acceso a las materias primas, bloqueando el puente terrestre hacia los lucrativos mercados de Asia y, por último, viéndose devaluada como centro económico y pagando miles de millones en transferencias a Ucrania en los próximos años.

Hasta ahora los intentos de los Estados europeos de mediar en el conflicto en Ucrania han fracasado sistemáticamente debido a la desunión europea y a la resistencia estadounidense. Un intento de los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia y Polonia de mediar en los disturbios de la plaza Maidán en 2014 fue ignorado y apenas unas horas más tarde el presidente prorruso fue derrocado violentamente. «Fuck the EU«, fue la reacción de Victoria Nuland, actual Vicesecretaria de Estado norteamericana. Ni siquiera los acuerdos de Minsk I y Minsk II negociados por Alemania y Francia llegaron a aplicarse; a la UE le fue imposible ejercer presión alguna. La impotencia de la UE volvió a quedar patente con la voladura de los gasoductos Nord Stream 1&2 –probablemente por parte de Estados Unidos. Es que la guerra de Ucrania es también una guerra económica de Estados Unidos contra una Europa demasiado volcada hacia el este, sobre todo hacia Rusia y China.

La tragedia para Ucrania es que esto la ha llevado a una situación en la que no puede negociar la paz por sí misma, en la que la UE es demasiado débil y está demasiado desunida para negociar la paz, y en la que Estados Unidos se cree en una posición tan fuerte que no tiene ningún motivo para buscar una paz negociada con Rusia.

Michael von der Schulenburg, Sobre la construcción de la paz

¿Qué podría, no obstante, motivar a Estados Unidos a buscar una paz negociada con Rusia?

Pero eso podría cambiar. La estrategia estadounidense que apunta a obligar a Rusia a capitular en Ucrania se basa en la creencia de la superioridad de sus sistemas de armamento, de su mejor inteligencia militar y, en última instancia, en su considerablemente mayor poderío económico. Sin embargo, esta estrategia tiene tres puntos débiles que podrían llevar a Estados Unidos a ceder:

*No Rusia, sino Ucrania podría colapsar primero

En la guerra de Ucrania, Estados Unidos y otros países de la OTAN suministran las armas y la munición, pero los ucranianos pagan con su sangre. Se trata de una típica guerra subsidiaria cuyo éxito dependerá de hasta qué punto Ucrania pueda resistirla. Aunque también Rusia se ha visto duramente afectada en esta guerra, resulta efectivamente más probable que Ucrania pueda colapsar primero. Y esto no obedece únicamente a la situación militar.

La guerra tiene lugar exclusivamente en suelo ucraniano. Esto significa que no sólo las armas rusas, sino también todas las armas suministradas por Occidente están ayudando a destruir el país. Entretanto esta destrucción ha alcanzado seguramente proporciones catastróficas. Ya antes de la guerra, Ucrania era, con mucho, uno de los países más pobres de Europa. Sin agua ni electricidad, para la gran mayoría de los ucranianos las condiciones de vida deben ser indescriptiblemente duras, sobre todo ahora en invierno. Apenas si subsiste una economía en funcionamiento y el país ha perdido un acceso vital al Mar de Azov y al Mar Negro. El apoyo financiero de Occidente al Estado ucraniano, ahora prácticamente en bancarrota, probablemente no podrá llegar a cubrir nunca las necesidades financieras. Por ejemplo, la UE ha prometido enviar 1.500 millones de euros al mes durante 2023 cuando el gobierno ucraniano había solicitado entre 5.000 y 9.000 millones de euros por mes.

Las fracturas entre las partes occidental y oriental del país, entre los ucranianos leales a Ucrania y los leales a Rusia, deben ser hoy aún más profundas, quizá incluso insalvables. Esta guerra siempre ha tenido aspectos de guerra civil, con las milicias del Donbás de la Ucrania oriental luchando contra las Brigadas Asov de la Ucrania occidental. A esto se añaden ahora las restricciones legales impuestas a la lengua y la cultura rusas en la vida pública, el cierre de emisoras de radio y televisión en ruso, la prohibición de todos los partidos políticos de los grupos de población rusoparlante, los allanamientos policiales a más de 300 monasterios ortodoxos rusos, el anuncio de la prohibición de la Iglesia Ortodoxa Rusa y, por último, los asesinatos de presuntos colaboradores.

Ucrania sufre una estructura demográfica altamente inestable. Desde su independencia en 1991, la población ha disminuido un 20%, una tendencia que sin duda se ha visto reforzada por esta guerra. Según cifras de la ONU, unos 8 millones de ucranianos han huido desde el estallido del conflicto, cifra que un duro invierno podría hacer aún más alta. Además, en Ucrania hay unos 7 millones de desplazados internos, y otros 6-7 millones de ucranianos viven ahora en zonas controladas por Rusia.

Bajo estas condiciones, podría darse una situación en la que nuevas entregas de armas occidentales poco podrían hacer. Quizá por ello es que, en contraposición a la política declarada del Presidente Biden de resistir, el general estadounidense de más alto rango, Marc Milley, se ha pronunciado a favor de negociaciones de paz inmediatas. Puede que algún día Estados Unidos se vea obligado a tirar del freno de emergencia para evitar el colapso del Estado ucraniano. 

* El conflicto de Estados Unidos con China se intensifica

China, y no Rusia, es vista cada vez más en Estados Unidos como el gran adversario del futuro. Mientras el conflicto entre Estados Unidos y China gana en virulencia y peligrosidad, la guerra en Ucrania podría prolongarse durante mucho tiempo sin llegar a una resolución militar. Esto podría conducir a una situación en la que Estados Unidos llegara a la conclusión de que no puede permitirse un conflicto con Rusia y China al mismo tiempo. La decisión estadounidense en este caso podría significar poner fin al costoso pero, en términos de éxito,  poco prometedor conflicto con Rusia.

*En los países occidentales la opinión pública se vuelca cada vez más en contra de la guerra 

En casi todos los países de Occidente, incluido Estados Unidos, va decreciendo, si bien lentamente, el apoyo popular a nuevas entregas de armas; en muchos países ya hay una mayoría a favor de una solución diplomática. Lo más probable es que el impacto económico refuerce esta tendencia. Con una guerra continuada, es probable que también se abran resquicios en la información actualmente muy parcial de la mayoría de los medios de comunicación occidentales. Se multiplicarán los informes sobre los elevados costos de esta guerra y sobre los miles de millones en pagos mensuales transferidos a Ucrania. Esto también sacará a la luz pública críticos informes sobre la incontrolable corrupción, la reventa ilegal de armas y la falta de transparencia sobre el manjeo y el destino de los pagos de las transferencias. Ya antes del conflicto, Ucrania era uno de los países más corruptos de Europa, un hecho que seguramente se ha agravado en tiempos de guerra. Y también podría haber cada vez más informes sobre crímenes de guerra ucranianos: en una guerra ningún bando permanece limpio. La opinión pública occidental podría cambiar y volverse más hostil a las constantes exigencias del gobierno ucraniano. Con todo esto ganar una guerra ya sería imposible.

El dilema de la paz

Los argumentos enumerados aquí son consideraciones puramente relativas al poder político, tal como las que podrían esgrimir las grandes potencias. Sería importante poder comprender esto. Pero lo que también se muestra aquí es toda la perversión de esta guerra y el dilema al que se enfrenta cualquier movimiento pacifista. Porque nadie debe esperar que haya que llegar primero a la destrucción de Ucrania para negociar la paz, y nadie debe desear un recrudecimiento del conflicto con China con la amenaza de otra guerra para llegar finalmente a un acuerdo de paz en Ucrania. También sería catastrófico para el sufriente pueblo ucraniano que la opinión pública occidental se volviera contra Ucrania. Durante mucho tiempo necesitarán todavía el apoyo de Occidente –también y precisamente en tiempos de paz.

Debe haber otro camino hacia la paz. Pero solo podrá haberlo si dejamos de creer que solo las armas o la anexión de territorios extranjeros pueden traer la paz, si aceptamos que el mundo no le pertenece sólo a Occidente; que no habrá una única potencia mundial Estados Unidos; y que la expansión de la OTAN no contribuye a la estabilidad en Europa. Dado que los Estados están fracasando en este ámbito, solo un fortalecido movimiento pacifista que se extienda desde Lisboa hasta Vladivostok puede lograr algo. El problema es que este movimiento por la paz no existe –al menos no todavía.


Agradecemos a Michael von der Schulenburg la autorización para publicar la versión en español en Revista Desbandada. Traducción al español: ©Claudia Baricco.

Versión en inglés publicada en el Wall Street International Magazine el 4.01.2023: aq. ©Michael von der Schulenburg.

Para leer la versión original en alemán: Welche Chancen gibt es für einen Frieden in der Ukraine: ©Michael von der Schulenburg.

Sobre el autor

Michael von der Schulenburg

Michael von der Schulenburg (Múnich, 1948) trabajó durante más de 34 años en la ONU, donde alcanzó el cargo de Secretario General Asistente de las Naciones Unidas. Se desempeñó en numerosas regiones en conflicto del mundo, incluyendo misiones de larga duración en Afganistán, Haití, Pakistán, Irán, Irak y Sierra Leona, así como en Siria, Somalia, Asia Central, los Balcanes y la región del Sahel. En 2017, publicó el libro On Building Peace – Rescuing the Nation-State and Saving the United Nations – Sobre la construcción de la paz: rescatar el Estado-nación y salvar a las Naciones Unidas (Amsterdam University Press). Su página web con más textos: www.michael-von-der-schulenburg.com

Foto de portada:© Olga Subach /Unsplash

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Revista Desbandada

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