Entrevistamos en su casa a la poeta Ingeborg Robles. Hablamos con ella de Dios, de poesía, de misticismo, de identidades literarias, de hombres y mujeres en la literatura, y de su libro Auriculares para Ulises, publicado por Valparaíso Ediciones.
– Buenos días, ¿qué tal?
-Buenos días, Iñaki.
– Estamos en casa de Ingeborg, y vamos a hablar de manera relajada sobre su poesía y sobre su libro. Para empezar, ¿podrías presentarte para todos los que no te conocen y vayan a leer la entrevista?

Auriculares para Ulises
©Ruthe Zuntz
-Sí. Soy Ingeborg Robles, y como ya se ve por mi nombre, soy alemana y española, mi padre es de Sevilla y mi madre es alemana. Escribo en español y en alemán. Ahora ha salido mi primer libro en español, un libro de poesía, Auriculares para Ulises. Ha sido publicado en Valparaíso Ediciones, una casa editorial de Granada, en España.
– La siguiente pregunta es para romper un poco el hielo. ¿Crees en Dios?
– Creo en la creencia en Dios como forma de pensar indispensable.
– Parece una respuesta como para evitar la respuesta. ¿Qué quieres decir? ¿Lo has pensado antes? ¿Has tomado una decisión sobre tu posición respecto a Dios?
– No creo necesariamente en la existencia concreta de un Dios personal, pero considero el pensamiento religioso o los pensamientos religiosos un vehículo necesario para delimitarnos, para abrir otra dimensión, para ver la existencia humana desde otra perspectiva.
-Entonces, ¿en qué consistiría este pensamiento religioso sin una figura divina?
– Me identifico con lo que se ha dicho sobre Borges, que su fe no supera la incertidumbre de su razón.
-Y esto, ¿cómo puede llevar a la poesía mística?
– Si uno entiende a Dios como amor. Por lo menos, esto es lo que dice la gran poeta mística Clara Janés.
-Un elemento que me parece muy interesante en tu poesía es la ironía. ¿Qué función tiene en tu poesía?
-Tiene que ver mucho con mi posición de ser mujer. Como se ve en el libro, me gusta mucho dialogar con el mundo digamos de la cultura, es una riqueza inconmensurable, pero veo que hay muchos hombres, sobre todo en el pasado, y pocas mujeres; y yo soy mujer. El libro lo escribí aquí, en este sillón, casi todo el libro, en un invierno, rodeada de mis libros. Y yo estaba leyendo a la vez que escribiendo el libro de poesía, cogiendo libros de la estantería. Y claro, muchos hombres había: Paul Celan, Walter Benjamin, Nietzsche, y yo me permitía la ironía de estar conversando con esos grandes hombres de la historia de la cultura, de la filosofía, de la literatura, y yo aquí una mujer sin fama, sin nada, entrometiéndome a dialogar con los grandes, ¿no? Y así surge esa ironía, de ponerme al mismo nivel con esos hombres famosos. Pero muertos. Y, yo aquí viva, con el poder de escribir sobe ellos. Eso produce ironía.
-Es una ironía de género.
-Sí, muchas veces, sí. Además hay también una ironía que surge de otros temas o preocupaciones, que tienen que ver con algo que conecta a todos los seres humanos: ya es una ironía que estemos aquí, en esta tierra espléndida, y por muy poco tiempo. Y eso siempre… qué se puede hacer, se puede llorar, se puede hablar del ser secreto y transcenderlo de alguna manera, o crear ironía o incluso rebeldía. Esa existencia humana limitada, no solamente temporalmente, muchos factores nos limitan. Y saber que tanto hay que no sabemos, eso también crea ironía, esas lagunas accidentales y sistemáticas.
-Volviendo a los autores que te rodeaban mientras escribías, estás diciendo que por el hecho de ser hombres no tendrían un valor universal, sino que hay que hacer una lectura de género.
-Por eso me gusta el concepto de alma, porque el alma por supuesto no tiene género. Yo siempre creo que hay como dos escalas para percibir una obra, existe siempre la escala del género, o de la circunstancia histórica. Todo influye en cómo escribes. La otra escala consiste para mí en la percepción de los elementos universales. A veces escribo como mujer, soy consciente del hecho de ser mujer, y el poema o la poética es el resultado de mi reflexión sobre este tema o sobre mi posición, mi vivencia de ser mujer. A veces soy hombre cuando escribo.
-¿Que eres hombre, o que eres universal?
-A veces hombre, a veces universal, a veces ardilla avispada, como digo en un poema.
-El otro tema que surge cuando dices que escribiste rodeada de tantos libros, es un tema que a ti te interesa especialmente, por lo que me comentaste, es el tema de la intertextualidad. Todo el libro, desde el título, presupone la intertextualidad. ¿Cómo llegaste a este punto, a decidir que vas a hacer una poesía basada en referencias a otros textos y autores? Si uno no conoce los personajes que aparecen en tu poesía, ni la entiende ni la disfruta.
-¿Crees?
-Sí. Yo sé quién es Hildegard y supongo quién es Thomas, es Tomás de Aquino.
-No, no es Tomás de Aquino, “Thomas el oscuro” es el título de una novela de Maurice Blanchot. Yo sé que el lector va a pensar automáticamente en Tomás de Aquino, podría ser, pero es el título de Maurice Blanchot. Pero es legítimo, porque Tomás de Aquino con todo su racionalismo y dogmatismo y más todavía su posición y autoridad dentro de la Iglesia y de la tradición filosófica también se puede considerar una figura oscura, también funciona.
-Funcionaría como una pareja de la época: la mujer luminosa de la época, con el Thomas filósofo, oscuro, de la época.
-También quiero que funcione así, pero el título lo he tomado de Maurice Blanchot. Por no dar aún más fama a Tomás de Aquino, quizás. Quería que Hildegard de Bingen fuera la única protagonista, la única representante de la Edad Media, y también quería ese diálogo con la modernidad, porque para mí Hildegard es una mujer muy moderna.
-Volvamos a la pregunta: ¿cómo llegas a ese punto? ¿Tiene que ver con tu formación académica? ¿Con tu doctorado? ¿Por qué hacer una poesía con tanta intertextualidad que supone una poesía culta, casi elitista, muy concentrada en la cultura, en la Gran Cultura?
– Creo que también sin conocer todas las referencias se puede disfrutar de los poemas, al menos así se me ha comentado. Y no todos los poemas tienen esas referencias, pues hay también referencias a la cultura popular, a Michael Jackson, por ejemplo, y el Escape Room. Desde luego muchas de las referencias son referencias comunes como Romeo y Julieta o Adán y Eva.

Para contestar a tu pregunta: no ha sido una decisión consciente, o no ha sido una decisión. A mí siempre me ha gustado leer, sí, me gustaron los clásicos, también la música clásica, el arte. Yo crecí en un pueblo en Alemania, y tenía toda esa cultura andaluza, las Sevillanas, el Flamenco, las Zarzuelas, y ninguna de mis amigas, nadie lo entendía. Yo siempre tenía amor para cosas, y tampoco había gente que se interesara allí por la literatura o la cultura andaluza, ni nada. Así que siempre me sentí muy sola. Era una persona que no quería estar sola con sus amores. Siempre quería compartir con otros. Y al final el único camino casi era ponerlo todo en la poesía. Ese interés que tengo, ese amor que tengo, ese agradecimiento también, ¿no?, que ellos han escrito así, obras maravillosas, que María Callas ha tenido esa voz maravillosa, pero después ha sufrido tanto, y es algo que yo vivo diariamente y quería compartirlo. Por tanto no se trataba de ser elitista, siempre he esperado que haya alguien que sienta lo mismo. También una forma de monumento para esas personas, para recordarlas, aunque obviamente ya son famosas y por tanto no me necesitan. Yo quiero hacerlo como una ofrenda.
-En este encuentro de culturas que tú vives de forma tan intensa, Italia tiene un papel importante.
-Sí, claro. Yo viví ocho años en Italia. La cultura italiana ha venido temprano y tarde. Con doce o trece años descubrí simultáneamente a Theodor Storm, un escritor muy alemán, del Norte de Alemania, y a Verdi, Giuseppe Verdi. Tienen en común la musicalidad, que Storm tiene en su estilo, en su lenguaje, en su poesía, es muy melódico, pero el paisaje de su poesía, de su prosa, es muy gris. Y Verdi, claro, es muy dramático, muy italiano. Pero luego yo ya no tenía tanto interés en Italia porque estaba más en España y ha sido un poquito una casualidad que yo viviera allí. Me sentía bien porque para mí era el punto de conexión entre España y Alemania.
-Volviendo al tema de la intertextualidad. Como decía, se ve reflejado ya desde el título del libro, donde mezclas, astutamente, diría, una referencia clásica con una referencia contemporánea. Los clásicos son también un material poético para ti. Aparece Ulises, aparece Edipo…
– No olvidemos a las mujeres, Helena, Penelope, las sirenas…
-¿Ulises aparece como un personaje de la gran poesía europea, o aparece como un hombre, volviendo al tema de la perspectiva de género?
-Las dos cosas, sí. Como te digo, hay una parte de la Odisea… obviamente no se puede no ver que es un hombre y que muchas cosas son problemáticas para las mujeres, en el sentido de que no son las protagonistas, tienen que quedarse en casa, y todo eso. Por otro lado para mí es universal la idea de un viaje que se prolonga, del exilio, que no puedes regresar a casa como previsto. Pero en mi libro el diálogo con la mitología es más bien feminista en el sentido de que quiero dar a través de la ironía un poder a las heroínas mitológicas que no tuvieron o, en el caso de las sirenas, lo tuvieron, pero Ulises pensaba escaparse atándose al mástil del barco. El título se refiere a esta situación, en un poema del libro las sirenas hablan directamente a Ulises burlándose de él. Yo quiero hacer hablar a las sirenas en esta situación, es algo importante, dar una voz a las sirenas, que no es sólo cantar y después morirse.
-Hay una cosa que a mí me sorprende desde el principio y es la forma poética. El ritmo del verso me resulta entrecortado. El hilo se corta dentro del poema.
– A veces son los choques de ideas que interrumpen la fluidez.
-Es intencional.
-Sí. Tiene que ver con el tono desenfadado o irreverente.
-Es la idea de sorprender, de provocar, de ser diferente, como dice el poema de las hormigas. ¿Tu objetivo es ser diferente? El poema de las hormigas, La hormiguita santa, lo he leído como una poética. “No quiero beber bebida y comer comida.”
– No había pensado en un poema metapoético, pero sí, claro, podría ser. Para mí es un manifiesto casi más allá de un pensamiento poético. La hormiguita santa quiere ser revolucionaria. Pero nadie nace con el deseo de ser revolucionario. Al principio todos queremos la armonía, integrarnos, no ser diferentes. Es cuando no te acepten como eres, o por ser pobre, o mujer, o de otra cultura, en fin, son las circunstancias y tu reacción lo que te imponen la rebeldía.
-Quizá es parte de la irracionalidad de tu poesía. Hay otro poema que también es eso, desde otro punto de vista, que es Ansia de aperturas. A mí es el que más me gusta. También lo interpreté como una poética.
-Sí, eso es otra cosa, la palabra, sí.
-¿Qué haces con la palabra? ¿La abres?
-Sí, la abro.
-Metes los dedos y la separas.
-Sí, sí.
-La imagen es brutal.
– Abrir… para mí no es brutal, es como una flor que se abre, bueno, la abro yo, pero para ver lo que está dentro, lo que puede entrar y pasar. En todo hay una profundidad. Yo no creo en Dios como algo muy concreto, pero sí creo que…
-Quizá está ahí, en esa grieta entre las palabras que intentas abrir.
– Hay una intensidad en todo, en lo más sencillo y en lo más complicado, en lo más simple en lo más modesto, en lo más pequeño se refleja también lo más elevado.

-Me gustaría preguntarte algo por la edición del libro.
-Durante un año y medio mandé el libro a concursos en España y Latinoamérica. Quedé finalista en cuatro de ellos y uno era el Premio Internacional Vicente Huidobro, que está conectado con Valparaíso Ediciones. Y por eso me contactó Fernando Valverde, poeta y profesor de poesía en la Universidad de Virginia. Él había sido parte del jurado y por eso se publicó el libro.
-Muchas gracias por las respuestas, y mucho éxito con tu libro.
-Muchas gracias a ti.

©Ruthe Zuntz
Ingeborg Robles es alemana y española. Creció en contacto con dos grandes ríos, el Guadalquivir de Sevilla y el Rin de Bonn, y dos mares, el mar del Norte des las islas Frisias y el océano Atlántico de Cádiz, vivencias que han marcado la evolución de su forma de pensar. Es Master of Philosophy in European Literature por la University of Oxford, Queen’s College y doctora en Filología Alemana por la Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität de Bonn con una tesis sobre Thomas Mann. Ha estudiado Escritura Creativa en la University of Virginia con John Casey y Deborah Eisenberg. Residió en Londres e impartió clases de literatura alemana en Oxford, y en Florencia durante ocho años, dedicada a publicaciones de diferentes géneros literarios. Desde 2014 vive en Berlín. Escribe poesía y prosa en alemán y en español. Con Auriculares para Ulises ha sido finalista del Premio de Poesía Pedro Lastra y del Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro.
Fuente: Valparaíso ediciones.
Un comentario sobre “Identidades yuxtapuestas: la poesía de Ingeborg Robles”