Realidades recíprocas
Este mes se presenta en la embajada de México en Alemania, la primera muestra de artistas mexicanos radicados en Alemania. El Instituto Cultural de México en Alemania lo ha llamado Salón de ultramar. El motivo sigue en la línea de la antología de poesía mexicana que Desbandada presentó en su día, Naturaleza y Cultura -la antología de poesía llevaba el significativo nombre de Natur Poesie, en cuya publicación participó uno de los artistas de la muestra, Dante Busquets-. Bajo ese lema, y con el único requisito formal del formato, una serie de veintinueve artistas mexicanos nos presentan sus obras, de una gran variedad en cuanto a perspectivas, materiales, estilos y personalidades. Desbandada estuvo en la inauguración, en la que hubo, a pesar de las medidas propias de nuestra época, una gran afluencia, y trae en este artículo una muestra de las obras presentadas. Traemos también el texto que enmarca la exposición.



Queremos resaltar el apoyo de la embajada a los artistas mexicanos de la ciudad. Es cierto que en Berlín abundan los espacios en los que los artistas de toda nacionalidad presentan sus obran. No faltan galería ni espacios apoyados por el Senado de Berlín donde es posible acceder a la producción artística libre, o a muestras agrupadas en torno a un motivo, como es el caso del Salón de ultramar. Sin embargo, no son tan frecuentes las exposiciones colectivas organizadas desde embajadas hispanoamericanas en torno a artistas presentes en la misma ciudad. En este sentido, queremos resaltar el trabajo realizado por el Instituto cultural mexicano y por sus responsables, Luisa Reyes Retama, su directora, y Fernanda Cascarano.
El salón estará abierto hasta el 15 de octubre. Desbandada anima a todas y todos los lectores, con esta pequeña muestra, a visitarlo.
La realidad ha puesto a prueba una serie de hábitos y reglas profundamente arraigadas en las formas de trabajo a nivel global. Los choques entre las formas tradicionales y las contemporáneas se viven como crisis, sin embargo, bien vistas, habilitan el espacio idóneo para el surgimiento de nuevas ideas e incorporan la inestabilidad suficiente para replantear el futuro.
Imaginar es el verbo operativo entre la realidad vivida y la deseada.
En este contexto, la comunidad migrante de México en Alemania toma el protagonismo en el Primer Salón Mexicano de Ultramar: realidades recíprocas. Sus propuestas, como un archipiélago, ocupan un vasto territorio fuera de la masa continental y, al mismo tiempo, las cruza un mismo espíritu. Cada obra imagina un mundo bajo dos reglas generales: formato y tema. En un bastidor de un metro por ochenta, lxs artistas son convocadxs a pensar en la relación entre naturaleza y cultura, una reflexión que pasa ineludiblemente por la pugna entre el pensamiento tradicional y el contemporáneo. ¿Quién es quién? ¿Son conceptos separables?
De este ejercicio resulta un mosaico de técnicas, juegos, lupas y telescopios. Un archipiélago de imaginaciones que se manifiestan justamente, como realidades recíprocas.