Escribe poesía, literatura infantil y guiones para cine y televisión. Es autor de los libros de poesía “Aviario”, “Los trenes que partían de mí”, premio nacional de poesía Enriqueta Ochoa, y “Los que regresan”, reconocido con el premio de poesía Joaquín Xirau Icaza en 2017. Algunos de sus poemas aparecen en antologías, revistas nacionales y extranjeras, obras de teatro y en la película “Güeros”. Es Maestro en Escritura Creativa por la New York University y ha sido becario de la fundación para las letras mexicanas, del programa “Jóvenes Creadores” del FONCA y del New York Fund For The Arts. Es autor de los libros de literatura infantil “El día que María perdió la voz”, que fue adaptada a ópera para niños, “Un grandioso desorden” e “Historia de Ele chiquita” entre otros. Es coescritor de la película “Los adioses” y de series como “XY”, “Juana Inés” y “Malinche”, entre otras. Actualmente colabora con artistas de distintas disciplinas y prepara un nuevo libro de poesía.

En una ciudad con más avispas que personas los duraznos crecen para nadie y los muros se recargan en las higueras para no caer. Un viejo que aparece por la callejuela nos grita: ¡soy yo! Somos nosotros. ¡Somos nosotros! Respondemos. Pero el viejo es sordo y su bastón una vara quieta. El sol se come las fechas y los nombres en los carteles. Los que pueden moverse se repliegan a la sombra pero ya no hay nieve en el glaciar; llegamos demasiado tarde. O llegamos temprano. Pero llegamos a tiempo para comprender que la vida se viene a pedacitos, que al fondo de todo esto hay una piedra.
Estaba en mi cuerpo. Mi cuerpo estaba en el mar. El mar estaba cerca de la costa. La costa estaba. La luna estaba de día en el cielo. Estaba creciendo la marea. ¿Quién estaba en mi cuerpo? En mi cuerpo estás tú. Estamos todos nosotros. Mi cuerpo estaba en el mar. Y yo en la cresta de la ola de mi cuerpo. Yendo hacia abajo dándome contra el agua me acabo el aire para ir al fondo por un guijarro que brilla. Una piedra aguamarina en un pendiente que me diste. Estaba en mi cuerpo. Mi cuerpo estaba en el mar. Tomé la piedra o ella me tomó a mí para que nos lleváramos.
Al fondo de todo esto hay una piedra. Encima de esto hay una piedra. Al centro hay una piedra latente. Hay una piedra dentro de mí; calcio, magnesio, fósforo en los huesos y en la sangre, fierro. Al centro de todo esto hay una piedra que hierve y que se enfría. Cantera. Aguamarina. Obsidiana, malaquita, tezontle. Lenta piedra que sale, que no se extrae debajo de la lengua. Una cueva. Hay una piedra que nos guarda y que nos sabe. Pero también es piedra que no sabe y pregunta ¿a dónde han ido los insectos y los animales? ¿Quiénes faltan? Faltan cerros, faltan laderas. Donde falta uno faltamos todos. Ustedes saben quiénes son y quiénes faltan. Hay una piedra debajo de la casa. Debajo de la selva. Desiertos. En los bosques. Hay una piedra en el fondo del mar. Encima hay la piedra redonda de la luna que aparece y se oculta. Piedras que pasan encendidas en el cielo. Piedras que se lanzan girando con fuerza hacia la superficie del agua y que dejan estelas que se extienden hasta tocar la orilla de qué. Hay una piedra al centro de todo esto y nos lleva y me sigue.

In einer Stadt mit mehr Wespen als Menschen wachsen Pfirsiche für keinen und Mauern stützen Feigenbäume, dass sie nicht stürzen. Ein alter Mann erscheint auf der Gasse und ruft: Ich bin’s! Wir sind‘s. Wir sind‘s! Lasst uns antworten. Aber der Alte ist taub und stumm ist sein Stock. Die Sonne frisst Daten und Namen von den Plakaten. Die sich noch regen können, verschwinden in den Schatten, doch auf dem Gletscher kein Schnee mehr; wir sind zu spät. Oder zu früh. Aber wir kommen noch rechtzeitig, um zu verstehen, das Leben ist Stückwerk, ein Stein auf dem Grund aller Dinge.
Ich war in meinem Körper. Mein Körper im Meer. Das Meer bei der Küste. Die Küste war hier. Der Mond war hier am Himmel bei Tag. Die Flut stieg. Wer war in meinem Körper? In meinem Körper bist du. Hier sind wir alle. Mein Körper war im Meer. Ich auf dem Wellenkamm meines Körpers. Auf dem Weg hinab stieß ich auf Wasser, die Luft war knapp, zum Grund hinab, zu einem Kiesel, der glänzt. Ein Stein, aquamarin, an einer Kette, die du mir gabst. Sie hing an meinem Körper, mein Körper war im Meer. Ich nahm den Stein oder der Stein nahm mich, dass wir einander trugen.
Ein Stein auf dem Grund aller Dinge. Über allen Dingen ein Stein. Ein verborgener Stein in der Mitte. In mir ein Stein, Calcium, Magnesium, Phosphor in meinen Knochen, und Eisen im Blut. In aller Dinge Mitte ein Stein, der glüht und der kühlt. Steinbruch. Aquamarin. Obsidian, Malachit, Tuffstein. Langsamer Stein, der auftaucht, sich unter der Zunge verbirgt. Eine Höhle. Es gibt einen Stein, der uns schützt, der uns liest. Auch der ein Stein, der es nicht weiß und fragt: Wohin sind die Insekten, die Tiere? Wer fehlt? Anhöhen, Abhänge fehlen. Wo einer fehlt, fehlen alle. Sie wissen, welche fehlen, und wer. Es gibt einen Stein unterm Haus. Unterm Urwald. Wüsten. In den Wäldern. Es gibt einen Stein auf dem Meergrund. Darüber der runde Stein des Mondes, der erscheint, sich verbirgt. Steine, im Himmel entzündet. Steine, die sich drehen, wenn sie mit aller Kraft auf die Wasserfläche geschleudert werden, wo sie Sterne hinterlassen, sich dehnen, bis sie ein Ufer erreichen, von etwas. Es gibt einen Stein in aller Dinge Mitte und er trägt uns mit sich und folgt mir.

© de la imagen: Leopoldo Cuspinera Madrigal, 2019. V
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