Demoliciones, huelgas y más Merkel: así empieza el año en Alemania

La eterna Merkel

Un nuevo paso hacia otra Gran Coalición. La canciller alemana y el líder del partido socialdemócrata, Martin Schulz, se encuentran en una fase de preacuerdo tras casi cuatro meses de indecisión. Ambos han apelado a la importancia de la «gobernabilidad» y se han mostrado satisfechos con el contenido de las negociaciones, haciendo patente el deseo de acercamiento a la Francia de Macron y su confianza en el proyecto europeo.

Sin embargo, las juventudes del partido socialdemócrata han mostrado ya su descontento con el preacuerdo, señalando la ausencia de sus medidas fiscales o migratorias y tachándolo de «declaración de bancarrota». Kevin Kühnert, jefe de las juventudes del SPD, ofrece como alternativa un gobierno en minoría de los cristianodemócratas con apoyos puntuales de la formación de Schulz.

Aunque la aparente estabilidad de estas negociaciones lleve al euro a su máximo en tres años, las últimas elecciones ya pasaron factura a los dos grandes partidos, que perdieron más de cien escaños en total, y dejaron el parlamento más fragmentado de las últimas décadas. A esto se suma el peligro del ascenso de AfD, que con su discurso anti-establishment podría salir beneficiado de otros cuatro años de Gran Coalición.

Vergüenzas a cielo abierto

La basílica de St. Lambertus en el momento de la demolición | Superbass (via Wikimedia Commons)

En Immerath, un pequeño pueblo alemán de apenas 300 habitantes, a principios de este mes vieron derribada la basílica de St. Lambertus, que data de finales del siglo diecinueve, para permitir la construcción de una gigantesca mina de carbón. Unos días después se anunciaba que el circuito de karting de Michael Schumacher, cerca de Colonia, también sería sustituido por otra mina a manos del gigante energético RWE. Es por ello que en un país como Alemania, que se enorgullece internacionalmente por sus políticas «verdes», se ha reabierto el debate sobre política energética.

Si bien Alemania ha dado un apoyo considerable a las energías renovables otorgándoles un 36% de la producción, el carbón sigue copando un 40% del total producido. La paradoja es que un país líder en energías renovables en Europa no pueda deshacerse del carbón contaminante y barato que impulsa su industria, lo cual supone un lastre a la hora de cumplir sus metas de reducción de C02 para 2020.

Entre las críticas a la contaminación y las voces que piden defender los puestos de trabajo de los mineros, se han sucedido protestas de organizaciones como Greenpeace en algunos de los lugares afectados, pidiendo la «descarbonización» de la economía alemana, en un debate que ha alcanzado incluso las negociaciones para la formación de gobierno.

La flexibilidad, en manos de los trabajadores

Trabajadores de IG Metall en una huelga en 2015 | Die Linke

Los trabajadores de IG Metall, el mayor sindicato de Alemania, se están organizando para reivindicar una mayor flexibilidad que les permita «cuidar de sus hijos, de sus mayores o, simplemente, trabajar menos», tal y como contaba un representante de IG Metall a El Salto. La idea planteada son jornadas de 28 horas semanales, de manera temporal durante un máximo de dos años, sin reducción de sueldo y con la garantía de poder retomar la jornada completa al terminar este periodo.

También se ha puesto encima de la mesa la reivindicación de un aumento salarial del seis por ciento, para contrarrestar la inflación. El sindicato, que representa a cuatro millones de trabajadores de esta industria, sigue participando en la negociación colectiva, con la posibilidad de que si no se produce un acuerdo la «huelga de aviso» se convierta en paros en la producción.

Revista Desbandada