Samira abre los ojos. Un bip en su teléfono la ha despertado. El cuadradito de luz le confirma que es él. “Buen día, bella.” Samira sonríe. Mientras contesta piensa que en el último tiempo se ha acostumbrado a esperar sus mensajes, siempre en el momento justo, tan oportuno, ocurrente y empático. Ya no se imagina despertar sin sus mensajes. Tan encantador, piensa ella y se da cuenta que en su interior va creciendo un sentimiento nuevo, todavía desconocido a sus dieciséis recién cumplidos. Porque la verdad es que, desde hace un tiempo, las palabras de él se han ido metiendo en su mente, en su piel, han ocupado los espacios vacíos que su adolescencia rebelde va dejando: sentirse incomprendida, reprimida, desear ser aceptada, querida, reconocida. ¿Qué chica no desearía tener a alguien siempre dispuesto a escucharla, a entenderla y a confirmarle que la quiere sobre todas las cosas?
Ya no puede esperar más, no le alcanza con escuchar su voz en el teléfono o leer sus palabras, necesita estar cerca de él, sentir sus manos abrazándola, sus besos, sus caricias… Se alegra cuando él finalmente le propone concretar una cita en persona. Él iría en su auto a buscarla. Ella acepta confiada, feliz, esperanzada. Sería el comienzo de algo maravilloso.
¿Qué es un loverboy?
El término loverboy es confuso, ya que resta importancia a la violencia masiva que ejerce el perpetrador. De alguna manera romantiza esta aberrante práctica, que también se denomina grooming, posicionándola en apariencia en una dimensión otra de la que realmente implica: la de una criminalidad fríamente calculada, planeada y ejecutada. Sin embargo, el nombre dice algo sobre la estafa que usan estos traficantes: el AMOR.
Estos hombres prometen un gran amor a las niñas y adolescentes, ese gran amor del que hablan las novelas rosas, idealizado y considerado la panacea de toda joven. Son grandes empáticos, comprensivos, pacientes y sobre todo proveedores de piropos y halagos. Son capaces de captar las carencias afectivas y las inseguridades de sus víctimas y generar mensajes que los complementan de modo de “tener siempre las palabras correctas”. Al principio las llenan de regalos generosos y demostraciones de amor, y poco a poco van tejiendo una red a su alrededor de secretos y de complicidad que deja al mundo exterior fuera, como elemento sobrante e incluso como estorbo de su felicidad y su idilio.
El novio de Samira la lleva a un sitio oscuro y extraño y ella accede a tener sexo con él. Eso sucede varias veces y ella comienza a pensar que es la cristalización de su amor. La ilusión romántica solo se rompe cuando luego llegan unos amigos de él e insisten en acostarse con ella. Ella se siente incómoda, degradada, no entiende esa traición. Él insiste en que está todo bien, que se relaje, que así es más divertido. Samira se niega, pero a ellos no les importa, la violan uno tras otro hasta que ella ya no puede debatirse.
Él desaparece durante días y luego se disculpa diciendo que creía que ella la pasaría bien, pero la situación se fue un poco de las manos, tal vez los amigos habían bebido demasiado. Samira está dolida, pero el mecanismo de manipulación ya está instalado, poco podía hacer ella contra un perverso diez años mayor que sabía a la perfección cómo manipularla psicológicamente. La convenció de que no había habido violación porque ella –supuestamente– había consentido.


Las elegidas, un film de David Pablos ©canana films
También le creyó Samira cuando, un tiempo después, le aseguró que muchas mujeres jóvenes se prostituían para recaudar dinero y así huir de los constreñimientos de sus familias y empezar una vida nueva junto a sus parejas. ¿No era acaso lo que ellos más deseaban? Él insistía en que mucha gente hacía eso y que era “normal”. La presionó hasta que ella cedió por temor a malograr la relación. Cuando ella se negaba él desaparecía momentáneamente de su vida dejando un vacío insoportable. “Prostituirse por el futuro de ambos”, hasta lo formulaba de una manera idealizada. Y ella quería ser esa “mujer especial”; fuerte y dispuesta a todo que él tanto admiraba, según solía decirle.
¿Cómo se instala el mecanismo?
Cuando el vínculo de dependencia emocional está instaurado entran en acción los “amigos” del loverboy (en realidad se trata de cómplices o de clientes), quienes violan –y en ocasiones filman para poder chantajear– a la chica. Ahí comienza la exigencia de prostituirse y aumentan las presiones, los juegos psicológicos y las amenazas. Muchas veces el loverboy se ausenta o se muestra frío sin razón, genera discusiones y peleas para que la víctima se sienta insegura y el miedo y el estrés que se genera la mantengan dentro del círculo de dependencia y explotación. En su desesperación intenta hacer todo lo que él le pide para evitar que la abandone. Así permitirá toda clase de vejaciones que supone la prostitución cada vez más masiva. Y, sin embargo, no duda del amor de aquel. Tergiversa todo su sistema de valores y de aprendizajes sobre lo que una relación debería ser, y se convence de que eso es amor, de que se prostituye por decisión propia, que lo hace por amor a su pareja y con el fin de construir un futuro común.

©Marcus Mayer
Aislar a la víctima
En esta etapa los loverboy generan conflictos adrede con las familias y el entorno de las afectadas para asegurarse el control de estas, de manera que se van cerrando sobre sí mismas y el círculo de la relación hasta que quedan aisladas y se instala una dependencia psicológica y emocional extrema que no les permite liberarse.
Entonces él comenzó a organizar encuentros con hombres, que ella intentaba boicotear a su manera. Cuando se concretaban él se quedaba con el dinero y comenzó a exigirle cada vez más. La veía solo luego de un encuentro, para recaudar. Tenía cada vez menos tiempo para ella, cada vez menos afecto. Pero Samira sentía que lo necesitaba. Extremaba sus esfuerzos para recaudar cada vez más dinero porque así se ganaba el reconocimiento de él; se volvía más tierno y pasaba más tiempo con ella haciéndole recordar cómo era todo al principio, cuando eran felices. ¡Si solo pudiera ganar más dinero todo estaría bien! Entonces Samira dejó la escuela, porque de todas maneras ya no lograba aprender, volvía de madrugada y tenía que levantarse muy temprano, durante clases permanecía en estado de trance y había perdido la motivación de estudiar y de forjarse un futuro. Ahora solo tenía un norte y una obsesión.
No es amor, es prostitución pura y dura
Un loverboy gana hasta 1000€ por día por cada chica. Suele actuar en colaboración con una red de traficantes que incluye desde jovencitos pagados para “acompañar” y vigilar a las chicas, pasando por los dueños de locales, hoteles, los cobradores, quienes distribuyen la “publicidad”, hasta incluso narcotraficantes. A veces se involucra a las afectadas en actividades de “delivery” de armas o drogas bajo el atenuante de “pequeños favores”, de manera que queden implicadas en la ilegalidad y permanezcan dentro del sistema. Estas redes son a menudo internacionales lo que hace que sea más difícil seguirles los movimientos. Además, no es extraño que en ocasiones las chicas desaparezcan sin dejar rastros.
Hay niñas tan jóvenes como de 11 o 12 años que son explotadas de este modo durante años sin que el entorno familiar comprenda lo que sucede. Las turbulencias de la pubertad esconden los desajustes conductuales de las niñas y se normalizan los síntomas del maltrato y la explotación. Las familias sufren desconcertadas durante un largo tiempo hasta que logran entender la gravedad de la situación. A menudo las chicas llevan una doble vida; intentan mantener cierta fachada de normalidad en su vida familiar y escolar, mientras que se escapan por las noches para acudir a las citas que el loverboy concerta.

©Markus Spiske
Samira ha discutido con su chico porque él controla su teléfono permanentemente y toma decisiones por ella. Él salió a atender una llamada, pero ella pudo oír la conversación. Era otra chica, aunque el diálogo le provocó una sensación de deja vu. Así hablaba él un tiempo atrás con ella. Ahora ya no.
Samira lo enfrenta y él admite que tiene relaciones similares con otras chicas que también trabajan para él. Pero le asegura que ella es especial. Samira es “su chica” y él la ama, las otras no importan.
Luego de realizar sus “diligencias” del día Samira se siente deprimida y cansada y decide irse a casa. Su madre la encuentra muy desmejorada, parece que ha bebido en exceso o tal vez tomado drogas. La oye discutir con su novio en el teléfono. Luego él aparece por la casa con una actitud amenazante. Samira discute con él en el jardín y tironean su cartera, esta se rompe y salta un gordo fajo de billetes y una bolsa que parece contener drogas. Él recoge todo y se va gritando que no lo verá nunca más. Samira llora desconsolada y termina cediendo a la insistencia y contando a su madre la situación en que se encuentra. Abrumada por el shock y sin saber bien cómo reaccionar, la madre de Samira llama a la policía.
Un serio delito
El accionar del loverboy es considerado un delito serio. El Protocolo de Palermo (2000) ha definido el reclutar, exhortar o convencer a una persona menor de edad, a través de amenazas, extorsión, utilización de cualquier método de violencia o de manipulación (recibir dinero o favores), con el objetivo de la explotación sexual como un delito de gravedad caracterizado como Tráfico de Personas y Prostitución Forzada.
En Alemania los loverboys serán procesados por una corte penal (Strafrecht) aunque en general no reciben condenas largas. Las víctimas serán llamadas a atestiguar (Nebenklage) y recibirán la asistencia de abogados especializados en la defensa de la víctima (Opferrecht) y acompañantes psicosociales (si así lo desearan). Sin embargo, se trata de un proceso arduo, largo y muchas veces infructuoso. Ya que, como ha dicho una afectada: “lo que a un loverboy le significa un par de años en la cárcel, para las chicas significa una vida destruida”. Algo que ratifica Claudia Robbe, acompañante psicosocial del FIZ (Fraueninformationszentrum Stuttgart): “Para las afectadas es extremadamente difícil el proceso que sigue a la denuncia inicial, que muchas veces la quieren retirar, pero no pueden –en Alemania las denuncias penales no son anulables–, o porque no se ven del todo a sí mismas como víctimas de trata, ya que creen haber tomado sus propias decisiones, movidas por el amor. Mucho más difícil aun es su recuperación posterior. Es tanta la destrucción en cuanto a la capacidad de construir nuevos vínculos y confiar en otras personas –sobre todo hombres–, y la dependencia establecida, que lamentablemente, muchas veces vuelven a contactar al loverboy y retornan a la relación y a la prostitución”.
Y esto es porque la dependencia psicológica se instala a una edad muy temprana, altamente vulnerable, y se vuelve estructural. Requiere de una rehabilitación similar a aquella necesaria para salir de las drogas o el alcohol. Y aunque se puede pensar que solo sucede en situaciones extremas de marginalidad o solo en familias disfuncionales, no es así, hay afectadas que vienen de familias bien constituidas y de holgadas situaciones económicas. Lo que sí es decisivo es la carencia afectiva, la extrema inseguridad y el temor al abandono; esas son las bases sobre las que el loverboy construye su estrategia de manipulación.



Ich gehöre ihm (Soy suya), un film de Thomas Durchschlag /©WDR
¿Qué hacer en caso de sospecha de prostitución forzada?
Lo primero es asesorarse adecuadamente. El rol de la familia es fundamental en cuanto a mantener a toda costa el vínculo emocional con la niña afectada, de manera que siga sintiendo su hogar como un lugar seguro.
Puede llamarse a la policía y en el mejor de los casos hablar con el responsable de ayuda a la víctima (Opfeschutzbeauftragte), con el teléfono de asistencia (Hilfetelefon 0800 116 016 / www.hilfetelefon.de), con organizaciones de mujeres (Frauenberatungsstelle, Frauenhaus, Mädchenhaus) o con aquellas especializadas en el tráfico de personas (annerkante Beratungsstellen für Menschenhandel). En Alemania hay también una organización de padres de afectadas que pueden intervenir proveyendo guía e información útil (www.eilod.de). En Holanda hay un sitio web con información sobre el tema (www.stoploverboys.nu). Hay también videos útiles para la prevención (https://www.youtube.com/watch?v=P75SwvN5TWU).
Las discusiones y conflictos dentro de la familia hacen pensar a la víctima de que no está segura allí, de que nunca será comprendida, amada y aceptada así como es. Esto facilita las recaídas. Las afectadas necesitan recomponer un vínculo emocional, estable y fuerte con sus familias y amistades; un sistema de contención adecuado para sostenerlas en los momentos difíciles y dar sentido a los esfuerzos de rehabilitarse.
Es ideal alejarse del entorno tóxico, a veces incluso, cambiar de ciudad. En casos donde se ha denunciado una red de trata las chicas pueden optar por el sistema de protección a testigos, que si es parcial implica el cambio de dirección, teléfonos, etc., pero si es total significa renunciar a la propia identidad y comenzar de cero sin tener acceso a ninguna persona conocida, incluyendo la familia. Lo cual es muy duro, pero necesario si la integridad de la persona afectada está en peligro.
Samira se encuentra hoy en rehabilitación. Recibe medicación por su estado depresivo, pero lentamente va recuperando su motivación. Sus estados de ánimo van desde estar muy enojada con el loverboy por todo lo que le ha hecho, a desear retornar con él y hacer las cosas bien. A veces quisiera volver a enamorarse, de alguien que sí la quiera de verdad; otras veces cree que nunca volverá a sentir lo mismo por nadie más.
En sus buenos momentos piensa que quisiera ayudar a otras chicas para que no cayeran en semejante situación. Por eso ha decidido contar su historia.
Una historia que se repite
Sorprende que tan aberrante sistema sea usado por los proxenetas desde la antigüedad. Recientemente leía un libro de Mado Martínez, Putas, brujas y locas (Algaida, 2021). Allí cuenta, entre otras cosas, sobre la situación de la prostitución en España entre los siglos XIV y XVII, y describe el reclutamiento de mujeres muy jóvenes e incluso niñas de manera similar a la que describo en estas páginas.
Así me vinieron a la memoria algunas letras de tangos que datan de los años ’20 y los ’30 donde se hace referencia romantizada y en tono poético a las prácticas de las que estamos hablando aquí. Por ejemplo, el famoso tango de Donato Madame Ivonne habla de una chica de barrio francesa, que, engatusada por un amante argentino, termina convertida en Madame en la lejana Buenos Aires, con el espíritu quebrado y el cuerpo exhausto.
Y lamentablemente este fenómeno no sucede solo en Alemania, en España, Francia o Argentina, sino que tiene carácter global, así como lo es en general la trata de personas orientada a la prostitución forzada. Puede suceder en cualquier parte del mundo. Por ello hay que estar alertas.
Ahora para captar víctimas les favorece a los proxenetas el anonimato de las redes sociales y las plataformas destinadas a los más jóvenes, la tecnología que les permite controlar sus movimientos y contactos, seguirlas y recaudar la información necesaria para tejer sus redes de araña invisibles.
Ante semejante flagelo se impone estar atentos, redoblar el mensaje de amor y aceptación hacia las jovencitas y sobre todo dejarles en claro que: quien te ama no querrá que duermas con nadie a cambio de dinero para cubrir sus deudas o en pos de un supuesto futuro común, ni querrá que tomes o vendas drogas, y menos aún te maltratará para que cumplas sus mandatos. Si tu novio hace eso contigo no te quiere, solo te ve como un medio para realizar sus objetivos. El amor es otra cosa. Te mereces ser amada, respetada, aceptada. Y lo serás.

Romina Tumini nació en Santa Fe, Argentina, el siete de junio de 1975. Ha vivido en Grecia y actualmente reside en Stuttgart, Alemania. Es psicóloga, psicoterapeuta especializada en trauma y terapia de parejas. Trabaja con mujeres migrantes, víctimas de violencia y refugiados traumatizados. Participa de congresos, da charlas y seminarios sobre migración, interculturalidad, integración, trauma y violencia de género.
También es Profesora en Educación Primaria, diplomada en Escitura Creativa, con un Máster en Creación Literaria y otro en Psicopedagogía Clínica. Ha publicado artículos y relatos en antologías, y un libro suyo de cuentos infantiles y estrategias terapéuticas se editará próximamente. https://rominatuminicuenta.com/
Foto de portada: ©Jametiene Respk/Unsplash/ Otras imágenes: ©Marcus Mayer /Unsplash – ©Markus Spiske /Unsplash