La esfera intacta

Poemario de Laura Morgenthaler. Cuadros cedidos por el pintor Lázaro Pérez.
Alejandría
En lo oscuro oscuro de la noche
mientras las galaxias engendran presagios
y los niños duermen en aspiración de barca acompasada 
yo soñaba con la ciudad de Alejandría,
                                      con la morena esfera de Alejandría.

Y aunque no supe si existía o no
ni estuve en el dique farolero de su costa  
caminé el ancho de sus calles
olí el revuelo de sus esquinas
metí la lengua en el pálpito de su boca 
y quise más. Tanto más.

BREMEN SCHLACHTE
Esfera presagiada
Soñé con la ciudad de los puentes extendidos
alargados hacia un mar que no conozco. 
Cruzábamos por ellos, por los puentes, digo
a la caída entre la vigilia y el dormir
en esa esfera mansa
                   alejandrina
                               presagiada
		                          sin igual
en el albergue solar de la hora de los cuerpos.
Aún estábamos ahí
al otro lado de la existencia
cruzando los puentes de los mundos sólidos y de los líquidos,
llegándonos al sueño para que recorriera con la punta de la lengua 
la piel de un cuerpo-isla 
los parajes que olvidamos existentes
el gusto de las células que extienden su superficie y se agrandan tanto, 
así, con luz húmeda
buscando el cuerpo para encontrar dentro el ser
el nuestro o el del otro
qué más da,
al fin un cuerpo es el destino de otro cuerpo.
Al menos así en esta madrugada de hoy
que nos deja ver lucidez amarilla en el lado izquierdo del alma
al menos así ahora,
al encontrarme cierta en la saliva desconocida de su boca 
en el deseo que rompe en mí sin que lo sepa
en los años que sueño y no lo tengo
           ni le digo
           ni me acerco
           porque es solo aquí donde lo encuentro 
           en la noche que mece mi cama.

Trépame
Trépame,
abre el surco de mi espalda las piernas
el pecho entero
la vida en un amasar de las pieles hablándose.
Trepa al risco encendido de la isla
la que no es ni tuya ni mía sino geografía instantánea
hecha y rehecha en el espacio de tu cadera chocando contra mí. 
Trépame y agárrate a mi pelo para no caerte,
estréchame mientras sacas las pipas de la papaya
y me bates un jugo espeso,
                          naranjado
el que se quedó engomado el almíbar imposible de frotar
                          ni con jabón
                          ni con lágrimas
                          ni con manto frente a la vela que chispa.
Trépame y abrázame como los besos salados estrújame
y si no es hoy, hazlo mañana o en un año
o en los siglos de aliento luminoso en los jardines extraterrestres
en los bordes de tus párpados que creí se abrían para verme.

Trépame y quiéreme
tráeme al fondo pélvico del iliaco rodéame entera, descalza, bésame
veamos el oasis del árbol de los deseos que aquí sigue la fiesta
y los calderos de arroz tierno la caminada en la playa
la hora donde al final estabas tú.
Amor

Las escapistas
Pienso en las células microquiméricas,
las escapistas de placentas 
huellas de los bebés que parimos
y las niñas que no nacieron.
Las pienso en mí, 
incrustadas como pecas de ADN de todos los hijos,
los que tuvimos
los que perdimos
los que soñé y quise tanto. 
Mis células quiméricas me hacen compañía
ahí revueltas, moviéndose 
girándose brillantes en su núcleo,
en su citoplasma
sus mitocondrias y lisosomas, 
con sus contenidos cromosómicos
me bailan las neuronas
el líquido de las vértebras
las hendiduras del útero. 
Las imagino jugando a echar carreras 
flotándome la sangre se saludan los hermanos, 
se sonríen
se meten a las aortas del corazón 
brincan en escondites 
y sus códices genéticos me susurran ritmos
compases paspás-tuntún-paspás
son de kora, güiro y djembé
de África al Caribe
de Lagos a La Habana
de los mundos traspasados a los traspuestos
de los hombres que llegaron y me dejaron así,
llena de estampados de lunares.
Reflejo congelado

Las salinas

La salina I

El año, el día en que llegaron todos los adioses
todas las pérdidas
las rajaduras hechas de la vida
yo eché mi cuerpo a secar a las salinas.

La salina II

En la salina que se extiende al borde del volcán
haciéndole caricias blancas a la costa
de la isla al Sáhara
del Sáhara a la isla
en ese Janubio de piedra negra y pómez piedras
lancé mis heridas al sol
como quien tiende ropa inmaculada en la azotea de la abuela.

Aunque ya no seas
Aunque ya no seas mi amante,
                         ni mi voz
                                    ni mis futuros aunque
 nunca llegué a atracar en el puerto de Alejandría en ese viaje
sorprendente del adiós
la sal fue salándome el fin de los entresijos el liquen
de los labios
la supernova del útero. En ese 
desvío de no verte rumbeando la
marea
nadando con los pescaítos de colores me topé 
con la isla lumínica
con sus seres espectaculares y brillosos rompiendo 
olas blancas, contentas.
¡Ay qué costa leonina vi en la quinta casa cuna de 
sol y malaquitas!
saliéndole a flote las placas litosféricas, los 
límites convergentes
los remolinos de la noche
la vía láctea desde mi pecho hasta mi esperanza.
El jardín de la alegría

Der Tänzer, el bailarín
El bailarín se entrega y se desentrega 
los ojos se le van lejos 
a un lugar absoluto de verano 
a un azul total y despeinado
a una turgencia sin descifrar.
El bailarín me conecta al borde de su pecho, 
al tacto sincopado en ocho pasos
en medio paso, en todos. 
Todos los pasos. Ninguno.
Apretando el suelo se sonríe
er lächelt
será de mi torpeza
será de las visiones que no quiere vivirse
será del espacio mínimo que queda entre el movimiento y la piel
in diesem Zwischenraum. Atmend
el que luego amplifica en salidas, en cortados
en respiración siempre calma 
en saber asegurado en años 
porque él, él es el bailarín.
Der Tänzer.
Su energía se hace de transparencias 
de compases de aquí, de ahora, de más, de más acá
de todo lo que queda flotando entre él y él mismo 
in diesem Zwischenraum. Atmend
de lo que no dice, de lo que yo sé sin que él sepa
de lo que le digo en mudez
mientras me arruma a la amplitud de su meneo.
Y yo, yo quisiera tanto seguirle las vueltas
la kizomba, los aspavientos de sus pies exactos
irme al índigo tenaz de su estancia. 
Entonces lo imagino, veo su espalda extendida ante mí 
vor mir, langsam, da
mis manos pasan los límites de su columna
aprieto sus vértebras
a un tiempo sin tiempo, 
al silencio de los cuerpos tangentes 
que se buscan para conocerse,
die sich suchen um sich zu finden.
Y me basta. Es ist genug
la imaginación de la viveza
diese Lebendigkeit, 
encontrar la gana aún existente
atravesada por una vibración intacta
por la del bailarín, der Tänzer
que llegó hoy
um mich daran zu erinnern,
dass ich noch da bin. 
Ganz. 
Glänzend. 
Voll.
Tango Lounge

El poemario La esfera intacta, editado por ediciones carena (Barcelona, 2022), se compone de tres partes: La esfera presagiada, La esfera salinosa, y La esfera intacta. Como dice la contraportada, se trata de una exploración del ser desde una capacidad intuitiva, pero también desde un erotismo imbuido tanto en lo corpóreo femenino como en una geografía volcánica, atlántica e insular. Por nuestra parte, podemos intuir que esos rasgos proceden directamente de la experiencia biográfica de la autora, quien actualmente residen en Bremen, Alemania. La palabra «esfera», de claras referencia renacentistas, nos lleva a pensar en el poeta en Fray Luis de León y en su oda al músico Francisco Salinas. Frente a la versión neoplatónica del siglo XVI, que tanto influyó en la música, el poemario de Laura Morgenthaler lo trae a lo más inmediato: el cuerpo femenio.

Laura Morgenthaler García (Santa Cruz de Tenerife, 1979) es Catedrática de lingüística hispánica en la Universidad de Bochum (Alemania) y doctora en lingüística por la Universidad de Bremen. Cursó los estudios de filología española en la Universidad de Laguna (1997-2001). En el año 2001 se traslada a Alemania para la realización de estudios doctorales que finaliza en el 2006. Trabaja en como profesora asociada en las universidades de Bremen, Osnabrück y Flensburgo en la que funda el departamento de Literaturas y Lenguas Románicas. Sus trabajos han sido premiados por la UNESCO, por la Deutsche Forschungsgemeinschaft, por la fundación Rosa Luxemburgo, la Fundación Robert Bosch y por la Fundación Humboldt.  Ha publicado y editado 11 libros y más de 30 artículos de investigación en editoriales como Eslevier, Routledge, de Gruyter, John Benjamins, Iberoamericana entre otras. Es codirectora de la Revista Estudios de Lingüística del Español, así como miembro del comité científico y editorial de diversas revistas internacionales.  Tras muchos años escribiendo también poesía, en Mayo de 2022 publica La esfera intacta (Ediciones Carena, Barcelona). También ha publicado en varias revistas literarias y es colaboradora de la Revista Trasdemar de Literaturas insulares.

Lázaro Pérez Fraga (La Habana 1972) es un pintor cubano afincado en el norte de Alemania. Su formación la realizó en su ciudad natal con distintos pintores y de forma autodidacta. Tras trasladarse a Alemania, en los últimos 20 años ha realizado un gran número de exposiciones por el país con mucho éxito. Sus cuadros se caracterizan por fachadas en movimiento, colores llamativos y perspectivas tridimensionales. Las imágenes transportan la historia y la vida que él cree que es inherente a cada cuerpo y lugar. Pero sobre todo quiere expresar su propia actitud positiva hacia la vida -también hacia un mundo sin fronteras- y alegrar al espectador con imágenes llenas de alegría de vivir, fuerza y ​​armonía.

Revista Desbandada

Un comentario sobre “La esfera intacta

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