Interfilm 2020: El mundo en corto

Reflexiones sobre el cortometraje y una invitación a Interfilm, el festival internacional de cortometrajes de Berlín, que este año tiene lugar por streaming. Y ya comenzó.

¿El cortometraje es simplemente un largometraje breve? ¿Pero es que acaso, por ejemplo, el cuento es una novela breve?, podríamos responder con otra pregunta. Ni una cosa ni la otra. Por otra parte, si las películas de los inicios del cine, como La llegada del tren a la Ciotat o La salida de los obreros de la fábrica de los hermanos Lumière, fueron de corta duración esto se debió a que estaban condicionadas por la cuestión técnica, la breve duración de las bobinas.  Jamás pretendieron ser cortometrajes. Hoy en día, en cambio, la revolución digital nos permitiría hasta filmar un largometraje con un teléfono celular. De hecho Tangerine (2015) de Sean Baker causó sensación al ser filmada con un Iphone5.  Y tras su película Insana (Unsane, 2018), filmada apenas con un modelo algo más moderno,  el famoso director Steven Soderbergh (Erin Brocovich, Che) señaló que la experiencia había sido liberadora. La opción por la duración, de hasta 30 minutos, tal como vale internacionalmente para un cortometraje, parece tener por lo tanto otras razones que van más allá de los medios técnicos disponibles. El cortometraje parece reclamar su propia soberanía. Nada de mini-versión de nada.

Ni de hermanito pobre. Ciertamente conseguir realizar un film con un bajo presupuesto es el mayor anhelo de muchos cineastas. Y si contamos con un presupuesto reducido, si buscamos probar formas alternativas de producción más austeras lo más probable es que se nos ocurra la idea de filmar un cortometraje. O de comenzar nuestra carrera como realizadores con uno. Hay casos famosos que así lo demuestran. Paul Thomas Anderson, por poner un ejemplo, el director de Petróleo sangriento (There will be blood, 2007), gastó todo su fondo universitario y algunas ganancias para hacer su cortometraje Cigarettes & Coffee (1993), en el que relata la historia de cinco personas interconectadas a través de un billete de 20 dólares. El corto causó sensación, Anderson fue invitado al laboratorio de cineastas del Sundance donde trabajó en la adaptación del corto en un largometraje, que finalmente llevó el título de Sidney (Hard eight), este se estrenó en el Festival de Cannes en 1996 y lanzó su carrera cinematográfica. Pero así como una de las bondades del corto es su menor presupuesto, de ningún modo es siempre solo el paso obligado para llegar al largo. Hay quien insiste y disfruta con el formato. Y no es una Baby Jane (tremenda película con Bette Davis, pero eso es para otra nota) que se quedó fijada en la infancia, sino que también evoluciona y desarrolla su propio lenguaje.  ¿No existen los cuentistas que jamás escriben una novela? Claro, aunque un corto tampoco es lo mismo que un cuento. Más allá de que puedan compartir la brevedad, la efectividad y la unidad temática.

Es que hay un principio de economía inherente al cortometraje. Sin haber fórmulas exactas, Luisa Irene Ickowicz señala en su libro En tiempos breves. Apuntes para la escritura de cortos y largometrajes que el guión del corto suele caracterizarse por narrar la historia de un solo acontecimiento que produce un solo cambio de valores opuestos, generando así una transformación profunda en la vida del protagonista y el mundo en que vive.  A la subordinación de todos los elementos del relato a un efecto único, un efecto poético, se suma la unidad temática. La concentración imprime una intensidad mayor. La misma historia demanda que el tiempo del relato sea breve, para no perder su efectividad. Visto de este modo, la duración del cortometraje es consecuencia de su propia forma.

El cortometraje es, en definitiva , un fín en sí mismo. Tiene un universo propio. Signado por una gran libertad expresiva –seguramente en gran medida resultado de su marginalidad respecto de las leyes del mercado con sus estrictos condicionamientos comerciales. Espacio idóneo para la experimentación y la innovación, «la galaxia corto», ese conjunto variadísimo de estrellas, nubes de gas, planetas, polvo cósmico, materia oscura y energía, y hasta bólidos-meteoritos de impacto seguro, unidos todos gravitatoriamente en una estructura más o menos definida, nos invita como espectadores a explorar. Nos invita a la reflexión. Interfilm, como otros festivales de cortos, son fiestas que vienen a saldar una deuda de distribución que la cultura actual y nuestros hábitos de consumo audiovisual tienen con el cortometraje. Démosles una chance. Y disfrutemos.


Interfilm, el reconocido festival internacional de cortometrajes con sede en Berlín, pasa este año a la modalidad online: hasta el 13 de diciembre se podrán ver en la plataforma sooner 270 cortos de todo el mundo organizados en cuatro diferentes programas sucesivos (ver aquí) e incluyendo en muchos casos presentaciones y charlas con los directores, masterclasses, una sección especial sobre Berlín y un foco Polonia. El primer programa ya se encuentra disponible hasta el 22.11.20. Todo por una entrada única de 7,95 euros. 20% de lo recaudado irá a los cines donde originalmente se iban a proyectar las películas del festival. Apoyemos la cultura en tiempos Corona.

A modo de aperitivo, 6 recomendaciones:

El intronauta (Colombia): Un extraordinario trabajo de animación en stop-motion con materiales reciclados. En medio del bombardeo mediático, un viajero al espacio interior.

Grab them (Suecia): Genial mockumentary. Sally tiene 60 años y ansía el amor, pero tiene un problema: es igual a Donald Trump.

Apocalypse Airlines (Alemania): un delirante musical ecológico con algo de Monthy Pyton.

All inclusive (Finlandia): Una historia con un humor lacónico a la Kaurismäki ( ¿o simplemente a la finlandesa?). Y negro también.

Golden Minutes (Lituania): Un intento de suicidio narrado en un increíble plano secuencia.

Bogdan y Rose (Polonia): Con gran sutileza y sin palabras, una guerra matrimonial sin sutilezas.

claudia baricco

(isa.kar.wai) - Un cine real o virtual es el living de mi casa. Los libros son mi otro hemisferio. En un mundo donde todo es político. Latitud: B y B – Buenos Aires-Berlín, dos ciudades de contrastes.

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