Cuba se me aparece sólo en sueños.
Lejana, intangible,
en la cómoda del cuarto,
en el espejo
oleaje de melena larga
desconsuelo,
de la niña que fui,
de la que aún llevo
desesperada, triste
en su cobija de lágrimas.
Aullido feroz de realidad, el sueño!
Y se apodera de mí, de todo cuanto tengo
que no es nada; NADA, nada
sólo memoria sin huesos…
Cuba es un espectro con traje de rey bueno
que cuenta historias de azares y Epos,
avezado carcelero que custodia barrotes
de adornar intentos
mariposa de nieve que sobrevuela el vértigo
Cuba me posee tanto como el viento.
Cuba entra en mis recintos sólo cuando duermo.
Me abrasa, me esclaviza, me aparta de mí,
de cualquier dueño
Cuba se aposenta en mi garganta
y sólo expiran ruegos
Amargos sonidos de lenguas de fuego.
Hay días que despierto
ahogada en la herida abierta de costado a costado
que nunca cierra, que arde en el tiempo
donde el olvido se tiñe
de fieros reflectores que ensanchan la llaga
Y todo vuelve al comienzo.
A veces quisiera volver,
desenterrar cimientos,
repasar historias de amantes sin techo
pero sigo colgada de esta parálisis
columna rota de aspiraciones y tedio
Ay! si algún día pudiera destilar el veneno
de aquella isla inundada
del mar de mis adentros
sitiada de nudos que golpean el resplandor de paz que intento.
Ay! Si algún día dejara de embestir
la dentellada del Adiós
en cada hoy,
en cada verso!
Me vuelvo experta en el Arte de morir.
Cruento ijar despiadado es el tiempo…
Pelo blanco enlazado al deseo de sepultar la raíz
monólogo del curar la cicatriz
aprender a amar la vastedad
Cuba es mi templo.
Berlín. Sin fecha.