Quién entregó a mi abuelo?
Fue la madre en un papel
la madre que parió la orilla
mientras el viento medía
el látigo en el señuelo
Espaldita de boxeadora
decía la madre de todas las madres
midiendo
brechtiano y cruento el sendero
con o sin Verfremdung
la aurora resbala
por la pared del descontento.
Fue un domingo, 5 de enero
cuando llegaron los guardias
en su carro de trueno
verde olivo la barba.
Sin ápice de piedad
retumba el eco
Madre de todas las madres
se llevaron a tu padre
nunca más volvió mi abuelo
un grito desgarrador
tan pujante como el tiempo,
creció.
El grito del fantasma
de lo que no me dijeron.
Con la frente teñida de morado,
iba en el féretro,
con el brillo de la luz
que no teme al carcelero
ni a la bota,
ni al sello de morir
por su única Patria:
el dinero.
Villa Marista, principio del fin
de mi cuaderno,
garabato indeleble
del muñeco con sus crespos
tinta en la lápida;
la arena bebe el mar ciego
En la pared del olvido su nombre:
Andrés Marrero.
Resucito tu sonrisa,
grande, estruendosa
al desenganchar la puerta del portal
el aviso de pastelitos sin igual
la guayaba y el misterio
del olor del amor
me alejo de mí, me detengo
Tent Cent de mi ADN,
en los predios de lo eterno.
Soy tus miembros, abuelo!
Tus brazos y tus ojos,
soy tu cabello
todo tu ser se quedó guardado
en la mirada de una niña
que yo no recuerdo.
II
Vago por el mundo.
A mi lado van mis dos abuelos
mi abuelo el español,
mi abuelo el carbonero
nos damos cita
en una isla de cenizas
donde quedaron disueltos
mosquiteros atados a mi lengua,
sus consejos
como los relojes blandos
de enero a enero
Tal vez me perdonen mis hijos
tal vez me perdonen mis nietos
y doblen esta maldita capa de duro acero
larga cola de lodo
grillete blanco con pespuntes de cielo
A dónde se han ido
mis dos abuelos,
mi abuelo el español,
mi abuelo el carbonero
Hoy en Berlín, es solo 5 de enero.
Berlín. Cualquier día después de la reunificación.