Era tu cuerpo tendido
un campo moreno de viñas
y yo quise todos sus racimos.
Mordiendo con lujuria casta
el contorno sombrío del alma
bebí tu amargura plateada,
ese mosto de Luna hecho vino.
Era tu cuerpo tendido
un puñado de amaneceres
y todos los insectos que duermen
contra las paredes.
Caminando tus raíces de muerte
terminé sola a mitad del camino.
Porque la noche es mi suerte