Celebrando a las mujeres alemanas que se tragó la Historia

¿Sabías que… las mujeres son el 50% de la humanidad?

En sintonía con esta tendencia demográfica global que viene pegando muy fuerte, la Revista Desbandada ha decidido rescatar del olvido a nueve alemanas sobresalientes en diversos ámbitos y a las que su condición de mujeres ha arrebatado el espacio que se merecían en los libros, los museos y la memoria colectiva. Hemos seleccionado a nueve, pero podrían ser cien. O mil. Os invitamos a reflexionar y a añadir nombres a esta lista necesariamente incompleta. Pensad también, y sobre todo, en todas esas mujeres que han permanecido en la retaguardia, porque sin ellas no habría nada. Madres algunas; muchas, esposas, amigas o compañeras; todas ellas hijas y demasiado a menudo asumiendo esas tareas que nuestra sociedad no reconoce porque se desarrollan de puertas adentro y se les sobreentienden. Celebrémoslas hoy también, pero no solo. Celebrémonos y celebradnos, que tenemos que hablar de muchas cosas (y no va a quedar más remedio que escucharnos) compañeras del alma, compañeras.


1. Hildegarda de Bingen (Bermershein von der Höhe 1098 – Bingen am Rhein 1179)

Hildegard von Bingen en una miniatura de su códice Liber Scivias

Artista, escritora, científica y protofeminista: Hildegarda de Bingen fue una persona extraordinaria, si tenemos en cuenta lo que significaba ser mujer en el siglo XII. Nació en un pueblo del oeste, Bermersheim vor der Höhe, en 1098. Por ser la pequeña de diez hermanos, fue entregada a la Iglesia como ‘diezmo’ y enclaustrada en la celda de un convento desde los 14 años. Unos años después y pese a la fuerte oposición de sus superiores varones, consiguió emanciparse de aquel lugar y formar su propio monasterio.

Durante su vida ejerció una influencia política notable, ya que se codeó con personajes de la talla de Federico I Barbarroja y el antipapa Víctor IV, con los que intercambió correspondencia para hacerles llegar su opinión sobre el cisma que ambos provocaron.

Hildegarda escribió de todo: más allá de las obras puramente religiosas, se atrevió a definir la forma de la Tierra desde el espacio y creó un compendio de plantas medicinales. Además, compuso 78 obras musicales e inventó un idioma, la Lingua Ignota, supuestamente para comunicarse con sus compañeras.

Pero lo más impactante es que se atreviera a hablar de sexualidad: fue autora de una de las primeras descripciones del orgasmo femenino y exculpó a Eva del pecado original, señalando a Satán como el único causante.

2. Clara Zetkin (Wiederau 1857- Arkhangelsky 1933).

Billete de 10 marcos de la RDA con el retrato de Clara Zetkin

Gran oradora, periodista, política, maestra y, ante todo, revolucionaria, es pionera tanto del movimiento feminista como del socialismo. A pesar de que en su juventud a las mujeres les estaba vetada la política, Zetkin fue una de las figuras fundadoras de la Segunda Internacional y, posteriormente, impulsó la formación de la Liga Espartaquista que daría pie al Partido Comunista de Alemania. Representó al partido en el Reichstag hasta la llegada de los nazis al poder en 1933, año en el cual Zetkin se exilió y murió en Moscú.

Entretanto, se casó dos veces, fue madre, amiga de Rosa Luxemburgo y, sobre todo, una incansable luchadora de los derechos de la mujer. Alejándose del sufragismo burgués, Zetkin insistió siempre en la necesidad del sufragio universal femenino y escribió que solo con la mujer proletaria triunfaría el socialismo. En su lucha por los derechos de la mujer podemos señalar algunos hitos importantes: fue líder de la Oficina de la Mujer del PSD, nombrada Secretaria Internacional de la Mujer en la primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas y editora del periódico Die Gleichheit (La Igualdad) entre 1981 y 1917.

De hecho, la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora es también una de sus conquistas, pues fue durante la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se celebró en Copenhague en 1910 donde Clara Zetkin y Käte Duncker presentaron la propuesta de conmemorar un día para las mujeres. Siguiendo el ejemplo de Zetkin, celebremos un día, luchemos por la igualdad cada uno de ellos.

3. Käthe Kollwitz (Königsberg 1867 – Moritzburg 1945)

Autorretrato de Käthe Kollwitz, xilografía de 1923

Si del dolor se puede extraer belleza y si la belleza puede transmitir dolor, la artista expresionista Käthe Kollwitz supo hacerlo. Su vida estuvo profundamente marcada por ambas guerras mundiales, ya que perdió a un hijo en la primera y vio su obra censurada y destruida por el nazismo en la segunda. Y ese desgarro que produce la pérdida se condensó en sus pinturas, esculturas o grabados.

Destacan por encima de todo sus figuras maternales abrazando a niños, como la que podemos ver en el edificio Neue Wache de la avenida Unter den Linden en Berlín.

Lejos de dejarse amedrentar por las circunstancias, Kollwitz dotó a su obra de un sentido crítico muy necesario en la época. Vivió en un barrio obrero de la capital y representó las pésimas condiciones de los trabajadores en sus series de grabados ‘La revuelta de los tejedores’ o ‘La guerra de los campesinos’, entre otras. Murió en el destrozado mundo de 1945, dejándonos un legado de angustia, compasión y solidaridad.

4. Rosa Luxemburgo (Zamość 1871- Berlín 1919).

Rosa Luxemburgo (derecha) con Clara Zetkin en 1910 / Wikimedia Commons

Hace ya prácticamente un siglo que Rosa Luxemburgo fue asesinada y su cuerpo arrojado al Landwehrkanal en Berlín. Un memorial con su nombre se levanta ahora en aquel lugar y a mediados de enero se conmemora en la ciudad tanto su trágica muerte como la de Karl Liebknecht.

De origen polaco y nacida en el seno de una familia judía, Rosa Luxemburgo pasó la mayor parte de su vida en Alemania y desempeñó un papel importante en la historia política del país. Tras fundar junto a Leo Jogiches el Partido Socialdemócrata del Reino de Polonia, obtuvo la ciudadanía alemana y se mudó a Berlín en 1898. Durante los años posteriores escribió incansablemente sobre los problemas sociales y económicos que afectaban a la sociedad y sus palabras pasaron por la imprenta de distintos periódicos europeos.

Los encarcelamientos políticos que sufrió entre 1904 y 1907 no pusieron fin a su frenética actividad ni lograron acallar su pensamiento. Junto a su amiga y compañera de batalla Clara Zetkin, fue una de las piedras angulares de la Liga Espartaquista. Además, Rosa Luxemburgo organizó manifestaciones en contra de la Primera Guerra Mundial y trató de promover una huelga general de todos los partidos obreros que, sin embargo, nunca llegó. Por ello fue condenada junto a Karl Liebknecht a dos años y medio de prisión.

Memorial de Rosa Luxemburgo en Berlín.

Fue crítica con los acontecimientos de la Revolución de Octubre y vaticinó los posibles peligros de una dictadura del proletariado. Aun así, nunca dejó de creer en la fuerza revolucionaria, como dejan claro las últimas palabras que dejó por escrito la víspera de su asesinato: “Mañana la revolución se levantará vibrante y anunciará con su fanfarria, para terror vuestro: ¡Yo fui, yo soy, y yo seré!”

5. Gunta Stölzl (Múnich 1897- Zurich 1944)

Tapiz de Gunta Stölzl / Archivo de la Bauhaus

A pesar de que a sus fundadores se les llenó la boca afirmando que la Bauhaus era una institución inclusiva, donde eran bienvenidos tanto mujeres como hombres, lo cierto es que se apartaba sistemáticamente a las primeras de las disciplinas más «artísticas», esto es, pintura, arquitectura y escultura y se las relegaba indefectiblemente a las prácticas consideradas artesanales, especialmente a los talleres de cerámica y textiles.

Cuando Stölzl comenzó sus estudios en 1920, la sección textil de la escuela de arte y diseño más emblemática del s. XX estaba prácticamente desmantelada. En 1925 fue nombrada directora del taller de telar cuando la Bauhaus trasladó su sede de Weimar a Dessau, pero no fue hasta 1927 que Gunta Stölzl se convirtió en la primera maestra de la historia de la institución. Bajo su dirección el departamento textil ganó protagonismo hasta convertirse en una de las secciones más importantes de la escuela. Experimentó con tejidos sintéticos, aplicó técnicas procedentes del arte moderno al diseño de telas e incluyó las matemáticas en el plan de estudios de un taller que, no lo olvidemos, estaba íntegramente compuesto por mujeres. Gunta Stölzl fue despedida por razones políticas en 1931, dos años antes de que la Bauhaus fuera clausurada por los nazis.

Sería imposible entender la transición del telar artesanal a la producción industrial contemporánea sin las innovaciones y el trabajo de experimentación realizados por esta artista extraordinaria. No me creáis, simplemente arrodillaos ante este tapiz.

6. Anna Seghers (Mainz 1900 –Berlín 1983)

Anna Seghers habla con obreros de la construcción / Peter Heinz Junge, Wikimedia Commons

Una de las escritoras más importantes del siglo pasado, cuyas novelas están inspiradas por su propia experiencia durante la Segunda Guerra Mundial y sus años de exilio en México.

Estudió Historia, Historia del Arte y Chino en la Universidad de Heidelberg. En 1928 se unió al Partido Comunista Alemán y ganó el premio Kleist por su primer libro, ‘Der Aufstand von Fischer von St. Barbara’, considerado por la crítica contemporánea como una obra maestra del postexpresionismo.

Fue encarcelada por la Gestapo por su novela »Die Gefahrten (1932) que advertía de los peligros del nacionalsocialismo. Sus libros fueron quemados y en 1933 se vio obligada a exiliarse en París, donde colaboró con la revista ‘Neue Deutsche Blätter’, editada en Praga y redactada por emigrantes alemanes desde diferentes países.

Cuando las tropas alemanas tomaron París en 1940, consiguió huir a Marsella donde escribiría sus dos novelas más importantes, ‘Das siebte Kreuz’ (1942) y ‘Transit’ (1944), mientras, abnegada, trataba de reunirse con su marido, prisionero en el campo de concentración de Le Vernet, para poder embarcarse juntos rumbo a México. Lo logró en 1941 y en el exilio colaboró con la revista ‘Freies Deutschland¡, además de fundar y presidir durante varios años el club antifascista Heinrich Heine.

En 1947 regresó a Alemania y se unió al Partido Socialista Unificado de Alemania. Recibió el premio de la RDA en 1951 y fue presidenta de la Federación de Escritores de la RDA entre 1955 y 1978.

Anna Seghers vivió en Adlershof, Berlín, en la calle que hoy lleva su nombre, hasta su muerte en 1983.

7. Hannah Arendt (Hannover 1906 – Nueva York 1975)

Sello de Alemania celebrando el centenario del nacimiento de Arendt en 2006.

Continúa siendo una de las mujeres más destacables en la historia de la filosofía y su voz es clave para comprender la extremada complejidad del siglo XX. De ascendencia judía, en 1933 se vio obligada al exilio en París, perteneciendo al círculo de refugiados alemanes entre los cuales también se encontraba su amigo Walter Benjamin. Posteriormente, convertida en apátrida, huyó a los Estados Unidos debido a la ocupación alemana.

En su obra se interrogó por el marco histórico-político que había dado origen al totalitarismo, el antisemitismo y el imperialismo. Al término de la guerra, Arendt reflexionó lúcida y críticamente acerca de las consecuencias del régimen nazi en Alemania y en 1961 asistió en Jerusalén al proceso judicial contra el líder nazi Adolf Eichmann, uno de los responsables de la llamada solución final de la cuestión judía (Endlösung der Judenfrage).

Fue entonces cuando desarrolló su influyente y criticada teoría sobre la banalidad del mal. Y es que, lejos de ver en Eichmann a un monstruo lleno de maldad, Arendt lo describió como una persona “temiblemente normal” que había adoptado la ideología nazi de su tiempo como tantas otras y acabó cometiendo actos atroces. Con ello, Arendt puso de manifiesto la complejidad de la conducta humana y advirtió que el mal puede ser también obra de personas corrientes e irreflexivas, de ahí la importancia de ejercitar el pensamiento crítico. Una lección que no está de más recuperar en nuestro convulso presente.

8. Maria Goeppert-Mayer (Katowice 1906 – San Diego 1972)

Maria Goeppert-Mayer en la ceremonia del Premio Nobel, 1963

La primera fue Marie Curie en 1903, después ella en 1963; y desde entonces ninguna otra mujer ha vuelto a ganar el premio Nobel de Física.

Proveniente de una familia con tradición académica tuvo que preparar su Abitur (examen de acceso a la Universidad) en el único instituto que por aquella época aceptaba chicas. Aquel instituto privado cerró por culpa de la inflación galopante, por lo que Goeppert se vió obligada a examinarse posteriormente en Hannover con profesores que no conocía de nada. Finalmente se matriculó y doctoró en la Universidad de Gotinga, donde recibió clases de tres futuros premios nobel: Max Born, Adolf Otto Reinhold Windaus y James Franck. Un ayudante de este último, Joseph Edward Mayer, fue el hombre con el que se casó y se mudó a Baltimore, ya que él tenía una plaza de profesor en la Johns Hopkins University.

Por su condición de esposa de un profesor, ni esta universidad, ni más tarde las de Columbia y Chicago, permitieron a Goeppert-Meyer dar clases remuneradas o cobrar por las brillantes investigaciones que ella realizaba voluntariamente. Su talento acabó por superar aquellas normas sexistas de la universidades norteamericanas de la época y, cuando ya contaba con varios galardones internacionales, la universidad de San Diego le ofreció por fin un puesto remunerado de profesora.

El día que la academia sueca le concedió el premio nobel por su modelo de capas nuclear, un periódico local tituló así la noticia: “Una madre de San Diego gana el nobel de Física”.

9. Gerda Taro (Stuttgart 1910 – El Escorial 1937)

Entrenamiento de una miliciana republicana/ Gerda Taro

Pseudónimo de Gerta Pohorylle. Fue la primera fotoperiodista que documentó un conflicto bélico desde primera línea. Compañera sentimental del fotógrafo Endre Ernö Friedmann, Gerda no se conformó con el papel de objeto a retratar o de musa, reservado tradicionalmente a las mujeres, y reclamó su lugar al otro lado de la cámara.

En 1933 fue detenida por repartir propaganda antinazi y, finalmente, tuvo que huir a París. Allí conoció a Friedmann, quien le enseñaría a manejar la cámara. A cambio, ella ideó la figura de Robert Capa, un fotógrafo americano al que decían representar y cuyas instantáneas vendían a un precio bastante más elevado de lo que se hubieran cotizado las de la pareja.

Friedmann continuó firmando como Robert Capa cuando se descubrió el truco, mientras que Pohorylle adoptó el alias Gerda Taro. Por este motivo, y a pesar de que es sencillo identificar qué fotos hizo quién aquel periodo (utilizaban cámaras de diferente formato, por el amor de Dios), se ha identificado a Robert Capa con Endré Friedmann olvidando –¡Sorpresa!- al otro 50% de la empresa.

En 1936 se trasladaron a España para documentar la Guerra Civil. Taro rechazó la propuesta de matrimonio de Capa y se unió a un círculo de intelectuales republicanos. Murió a los 26 años arrollada por un tanque mientras cubría la batalla de Brunete.

Fun Fact n. 1: El pseudónimo Gerda Taro hace referencia al artista japonés Taro Okamoto y a la actriz Greta Garbo, pero los compañeros de la fotógrafa en el frente creyeron oportuno adjudicarle los nada condescendientes y en absoluto objetificadores apodos «La pequeña Rubia» y «The Brunete Blonde» (la rubia de Brunete). ¡Atención! ¡Milicianos cuñados a estribor!

Fun Fact n. 2: No existe ningún museo o Fundación Gerda Taro PEEERO existe un Robert Capa Center, en cuya página web se menciona a Gerda Taro exactamente 2 veces: la primera en los créditos de un retrato de Friedmann (no eran tiempos de selfies) y la segunda tal que así: «He went to record the Spanish Civil War in 1936/37 together with Gerda Taro (whom he taught photography).» Y luego que si ‘feminazis’.

Revista Desbandada