La videovigilancia llega a la estación berlinesa de Südkreuz

Se anunciaba este verano un nuevo proyecto en la estación de Südkreuz. Máximo seis meses de duración a partir de agosto para comprobar la eficacia de un sistema de vigilancia ubicua para prevenir delitos. En este caso se trata concretamente de un sistema automático de cámaras de vigilancia que verifica que las personas que entran y salen de la estación no están fichados en una base de datos y da la alerta si se detectan objetos abandonados (como maletas) o “personas necesitadas de ayuda” (en realidad puede que quieran decir “mendigos”, y más con el objetivo de echarlos que de ofrecerles ayuda).

La participación en el proyecto quiere ser voluntaria: en la estación hay, en una misma puerta, una entrada monitorizada por cámaras conectadas al sistema, y hay otra entrada también monitorizada por cámaras «tradicionales», no conectadas al prototipo. Cada persona escoge qué entrada usa, y siguiendo una linea pintada en el suelo, recorrerá uno de los dos pasillos que se prolongan hasta las plataformas de espera de los trenes.

Performance del pacto ‘Endstation’ en la estación de Südkreuz

La base de datos de fichados para las pruebas está compuesta por 275 voluntarios para el proyecto que recibirán de la Bundespolizei como obsequio vales de compra por valor de 25 euros en Amazon y optarán cada uno a uno de tres premios. Los objetivos exactos del proyecto no están bien definidos, lo cual es una garantía de que el proyecto será un éxito, y por tanto será justificable ampliarlo a otros lugares. La idea general es que si has sido criminal una vez, vas a volver a ser criminal en el futuro, por lo que saber por dónde te mueves es útil. Aparte de la moralidad del razonamiento (¿dónde queda la reinserción como objetivo?), habría que entrar a razonar qué se entiende por criminal y quién acabaría en la base de datos: ¿lo decide un juzgado o la policía?. Lo mismo por manifestarse contra la política gentrificadora y la corrupción del ayuntamiento berlinés acaba una en la base de datos.

Antecedentes y baja eficacia

Y no es que sea una idea nueva. En Kottbuser Tor ya se hizo en 2011 un proyecto similar por Die Bahn, sin que hoy en día esté operativo, según DB. En Görlitz (Sajonia) parece que hay en marcha otra idea similar. Y en 2007 en la estación de Mainz también hubo un experimento en la misma línea con 200 voluntarios y por valor de 210.000 euros. South Wales tiene desde abril de 2017 su propio intento.

Y ya en Londres en 2008 la policía reconoce que las cámaras de vigilancia no son realmente de ayuda a la hora de evitar o resolver delitos: tan solo entre un 3% y un 20% de los robos en establecimientos se pudo resolver gracias a las cámaras. A pesar de que en Inglaterra se ha llegado a contabilizar un numero enorme de cámaras de vigilancia en comparación con otros países, y de que los robos son delitos con cierta premeditación que pueden tener en cuenta la presencia de cámaras; las peleas, por el contrario, son espontáneas y ocurren con o sin cámaras. Al terrorista de Breitscheidplatz las cámaras probablemente le hubieran dado igual.

Performance del pacto ‘Endstation’ en la estación de Südkreuz

Endstation

El 27 de noviembre del pasado año se llevó a cabo una acción allí en la estación: performances, lectura de varios discursos, informar a los viandantes y distribuir Slushy Ice (¡No, la policía no les dejó!). Por supuesto, hay varios grupos ciudadanos movilizados en contra, lo cual no evita que haya proyectos similares: estaciones de grabación móviles, mas reconocimiento facial en otras estaciones (u otros lugares, como Alexanderplatz), y probablemente en menos de 5 años veamos manifestaciones monitorizadas por drones en vez de caros helicópteros operados por humanos.

Frente a ello: protestar (para este año se planea otra acción), visibilizar el problema, armar conciencia y repulsa, cruzar los dedos contra la modorra social, y si acaso, usar purpurina o moda hipster. Mensualmente hay diversos encuentros.

Hacia un control social 2.0

Si por algo se caracterizan las sociedades poco o nada democráticas es por tener una tendencia a llevar un estricto control de las filiaciones religiosas y/o ideológicas de sus ciudadanos. En qué grupos se ven envueltos, de qué manera, con quién. Inmiscuirse en los trapos sucios que todo el mundo tiene y utilizarlos para extorsionar a los individuos molestos.

Alguien se tiene que sentir amenazado por los movimientos sociales y la ciudadanía para querer recurrir a semejantes proyectos que no previenen realmente la delincuencia y sí desarrollan una gran labor de control social.

Performance del pacto ‘Endstation’ en la estación de Südkreuz

Todas estas medidas como el control de las comunicaciones, de las páginas que accedemos en Internet, a quién enviamos e-mails, a quién llamamos, por dónde se mueve nuestro teléfono móvil, todo esto que en Alemania recibe el nombre (no accidentalmente) de Stasi 2.0.

Una Stasi que ayuda contra la disidencia política, pero al mismo tiempo, enriquece a esa nueva industria del capitalismo de la vigilancia, y que se asemeja a la industria armamentística.

Revista Desbandada