"Trau OINK Deutschland" (AfD)

Ilustración: Pilar Perales

– Las damas primero.

– Gracias, Alexander. Yo soy una patriota. Las élites, que nos tienen miedo, nos llaman extrema derecha sin ser nosotros nada de eso: solo queremos defender nuestro país, protegerlo de un flujo sin cesar de refugiados e inmigrantes y violadores y criminales. Eso no es ser de extrema derecha, eso solo es contar la verdad cotidiana de millones de alemanes aplastados por la dictadura de lo políticamente correcto. Merkel oprime a los orgullosos ciudadanos alemanes, a los verdaderos alemanes, rubios y de ojos claros, como nosotros.

– No te emociones tanto, Alice, y céntrate en lo tuyo.

– Sí, perdona, Alexander. Merkel nos ha traicionado. Habla del éxito de la espléndida economía alemana sin conocer el sufrimiento de los honrados compatriotas que necesitan dos o más minijobs para poder acercarse mínimamente a lo que es tener un trabajo normal. Habla de lo cerca que estamos de lograr el pleno empleo ignorando a los cientos de miles de jubilados que necesitan trabajar para tener una pensión que les dé para llegar a fin de mes.

– Bien, bien. Ahí, ahí.

– Merkel habla de lo fuerte y exitosa que es nuestra nación como si todos los alemanes fueran multimillonarios. Como si todos tuvieran un puesto en Goldman Sachs o en algún otro banco de inversión e hicieran negocios en China. Que yo, brillante estudiante de economía, hiciera precisamente eso antes de unirme a AfD, no significa que vosotros, ciudadanos de clase media/baja cada vez más baja también podáis. Por eso tenéis que confiar en mí, porque yo conozco desde dentro lo horrible que son las grandes multinacionales con las que Merkel se va a la cama. Aliada con esas empresas, la loca de la Canciller trae más mano de obra barata en forma de refugiados. Para quitaros el trabajo. Lo que pasa es que son tantos y tan vagos los que vienen que, en vez de eso, se dedican a organizar atentados, a construir minaretes, y a violar a vuestras mujeres y a vender droga en los colegios de vuestros hijos.

– Alice… No te líes. Ahora a tu punto fuerte.

– Como lesbiana que soy…

– No, por Dios. No digas eso en público. Lo de defender que no somos nazis.

– Claro, perdón. Es que se me olvida que dijimos que aún podíamos convencer a alguien de eso… ¡No somos de extrema derecha! Estamos orgullosos de ser alemanes, nada más. Cristianos y no musulmanes, claro. Sobre todo estamos orgullosos de no ser musulmanes, y de nuestros biquinis, porque lo que caracteriza a las alemanas de pura cepa es ir en biquini, aunque eso haya que hacerlo en Mallorca,… a ver quién es la guapa que se pone aquí uno con el frío que hace. También estamos orgullosos de tener nombres que suenan y parecen alemanes, y no Karim o Mehmet o Ghafur, que suenan a chino. Bueno a mí no, porque a diferencia de vosotros, mediocres, yo hablo perfectamente mandarín y sé diferenciar entre un eficiente y ultramotivado trabajador chino de un mísero y sucio afgano que se queja por trabajar 12 horas sirviendo apestosos kebabs, o lo que sea que coman los afganos, y que además quiere aprovecharse de nuestras Estado de derecho ¡Será posible! Pero de racismo nada, ¿eh?, que yo misma tuve a una siria limpiando mi casa en negro. ¿Veis? No tenemos prejuicios, solo que esa gente no se quiere integrar. ¿Os podéis imaginar que me llegó incluso a pedir que le hiciera un contrato? Meine Götte… Les das la mano y te agarran el brazo. Son parásitos que no nos dejan de chupar la sangre.

– Contrólate, Alice…

– ¿Que me controle? Ya está bien, Alexander. Yo también quiero poder decir estas cosas. Que el que siempre provoca los escándalos y sale en las noticias eres tú. Yo lo más subversivo que he hecho ha sido irme de un debate en directo, y se vio a la legua que estaba preparado. Un día dices que no quieres de vecino a un futbolista millonario, solo porque es negro, y otro que Alemania tiene el derecho de estar orgulloso de los soldados de la Segunda Guerra Mundial. Y mientras Höcke sigue con sus barbaridades contra los judíos, yo aquí, sin pena ni gloria. También quiero ser rebelde, ir contra el sistema, ser la estrella en las manifestaciones de Pegida.

– Por favor, Alice. Sabes que eso no va a pasar nunca

– Mira que lo dejo todo y me vuelvo a mi vida de banquera en China.

¿Pero quién te crees que eres, jovencita? Que solo te tenemos aquí por tu cara bonita y amable. Y por tus gafas redondas de empollona. Así conseguimos un aire juvenil e intelectual. ¿Tú crees que te tengo aquí para pensar? No defenestré a la pesada de Petry para tenerte a ti dándome la brasa.

En fin, ya termino yo, que las mujeres pierden los nervios con mucha facilidad. Queridos votantes, que no os engañe la Lügenpresse, los mentirosos medios masivos. No somos violentos, más bien al contrario: somos víctimas, los únicos que se atreven a decir la verdad. Este Gobierno y este sistema llevan a la destrucción de nuestras tradiciones, de nuestra civilización cristiana. AfD solo quiere lo mejor para Alemania. Que nadie nos prohiba beber nuestra cerveza, ir a la Iglesia los domingos y criar, comernos y ser unos cerdos.

Revista Desbandada