El próximo 24 de septiembre se celebran en Alemania las elecciones generales que determinarán la composición del parlamento alemán (Bundestag), así como el nuevo ocupante de la cancillería. Tras una campaña sin sobresaltos y unas encuestas que confirman la hegemonía de los cristianodemócratas de Merkel, aún hay algunos interrogantes abiertos.
La Gran Coalición, frente a frente
Merkel y Schulz se saludan antes de comenzar el debate
// EFE – HERBY SACHS
El pasado 3 de septiembre, Angela Merkel (CDU-CSU) y Martin Schulz (SPD) se vieron las caras en el principal debate de la campaña electoral. En él, ambos tuvieron la oportunidad de enfrentar sus propuestas políticas y mostrar las que han sido las prioridades de su campaña.
El programa de la CDU ha dejado claro que la familia, el trabajo y la seguridad son los pilares de su propuesta política. En este sentido, el partido de Merkel ha prometido una subida del subsidio familiar por hijo (Kindergeld) y de subsidios por la compra de viviendas a familias con hijos. Con la vista puesta en las regiones con mayor desempleo, la CDU ha recalcado su compromiso con el pleno empleo, que prometen alcanzar para 2025, todo esto enmarcado por una retórica firme contra la inmigración ilegal y a favor del reforzamiento de las fronteras europeas.
Frente a un programa basado en la seguridad y la prosperidad de fronteras para dentro, Schulz ofreció una retórica humanitaria y confrontó a Merkel en el tema de los refugiados, reivindicando una política de asilo repartida entre los miembros de la Unión Europea. En los asuntos tocantes a la economía, la educación o el trabajo, Schulz mostró poca diferencia con los cristianodemócratas, insistiendo también en los subsidios, el pleno empleo y el fortalecimiento de la educación pública.
La opinión de Merkel en el debate sobre la inmigración es firme: «Mi opinión sobre la inmigración ya es de sobra conocida. No se debe repetir lo que ocurrió en 2015», afirmó en referencia a la acogida de refugiados que hace dos años la enfrentó a sus aliados los cristianodemócratas bávaros (CSU). La canciller ha enfocado su programa a la inmigración cualificada, mientras en los meses previos a las elecciones ha despertado protestas por la deportación de población afgana y por su disposición a firmar tratados de devolución de refugiados como el que la Unión Europea firmó con Turquía. Lo cierto es que los alemanes han validado estas acciones en las últimas encuestas, que le dan a la CDU un 40% de los votos, frente al 23% que se prevé para los socialdemócratas.
La importancia del partido «bisagra»
De izquierda a derecha, Sarah Wagenknecht, Cem Oezdemir, Joachim Hermann, Christian Lindner y Alice Weidel // AFP – JOHN MACDOUGALL
Por detrás de la CDU y el SPD, el resto de los partidos se disputan la tercera posición, todos ellos con una horquilla de entre el 7% y el 12% de los votos, según las encuestas. La lucha de estos partidos no carece de interés, pues ante la confirmada victoria sin mayoría de Angela Merkel, la pregunta es ¿con quién podrá formar un gobierno en coalición?
Estos cinco partidos (Los Verdes, Die Linke, el Partido Liberal -FDP-, los cristianodemócratas bávaros -CSU- y los ultraderechistas de Alternativa por Alemania -AfD-) también mantuvieron un debate a cinco en el que chocaron en el tema de la inmigración. Algunos de ellos dirigieron duras críticas a la Gran Coalición por su venta de armas al gobierno saudí y por el escándalo de emisiones contaminantes en Volkswagen. Estos partidos tendrán que compaginar su imagen de oposición con la posibilidad de formar parte de un gobierno en coalición, excepto AfD, respecto a la que tanto Merkel como Schulz han dejado claro que no contemplan como posible aliada.
Sin posibilidades reales de ser elegidos (por el 5% necesario para entrar al parlamento) pero con voluntad mediática, el partido cómico «Die Partei», creado por un periodista de la revista satírica «Titanic», ha revuelto la campaña electoral con sus carteles irreverentes y críticos hacia el paisaje político alemán, como el sencillo lema «Liberté, Egalité, FuckAfDé».
La ultraderecha en el parlamento
Alexander Gauland, colíder de AfD, en un mitin en Pforzheim, al sur de Alemania
// GETTY IMAGES – THOMAS LOHNES
Si las encuestas no se equivocan, estas elecciones llevarán por primera vez a la formación ultraderechista AfD al parlamento alemán, lo cual supone un duro golpe para una Alemania que quiere presentarse como un país que ha dejado atrás los discursos de odio. Se trata del primer partido de ultraderecha que pisa el parlamento desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y de conseguir el 8-9% que le dan las encuestas, alzarán la voz en el mismo edificio donde los Nazis afianzaron su poder en los años 30.
Su campaña ha compaginado escándalos por comentarios racistas y confrontaciones con otros partidos, pero tras el ruido mediático llevan a cabo un trabajo de base en las zonas más deprimidas de Alemania, especialmente al Este del país, pero también en regiones prósperas como Baden-Württemberg donde pretenden movilizar a sus votantes más fieles y a los aún indecisos con un discurso contra el Islam y la inmigración ilegal.
Más allá del peligro que constituyen de por sí, AfD ha desplazado el debate político hacia la derecha, consiguiendo que el Ministro del Interior, Thomas de Maizière (CDU), comente en unas declaraciones que los beneficios que reciben los demandantes de asilo son «demasiado altos» y que convendría equipararlos a los del resto de países europeos. No ayuda tampoco la disposición de la CDU a ganar terreno por la derecha, y no son pocas las coincidencias entre ambas formaciones políticas, que se encontraron en el mismo lado del tablero respecto a la violencia financiera ejercida sobre Grecia.
La única duda: ¿qué coalición?
Aunque se esperan pocas sorpresas, el momento de formar coaliciones es siempre determinante en un parlamento alemán que hace extremadamente difícil conseguir mayorías absolutas. Por ello, la victoria cristianodemócrata no es suficiente para gobernar, y tendrá que manejar varios escenarios. Con los porcentajes que arrojan las encuestas, las únicas dos posibles coaliciones serían, de nuevo, una Gran Coalición entre el SPD y la CDU, o una coalición que los analistas llaman «jamaicana«: la CDU (negra), Los Verdes y el FDP (amarillo).
Las encuestas también reflejan un descenso del voto de izquierdas en Alemania. La misma coalición que gobierna Berlín, rojo-rojo-verde (SPD, Die Linke y Los Verdes) a nivel nacional apenas alcanza un 40% de los votos. Aun así, esto no son más que sondeos. Es necesario esperar los resultados el día 24, pues no han sido pocas las sorpresas que el recuento de votos ha traído en la historia de las elecciones alemanas.