Librerías de Neukölln contra el fuego nazi

CC Javier Pérez de la Cruz

Son las seis y media de una tarde de enero, ha oscurecido. Heinz Ostermann cierra su librería en Rudow, al sur de Neukölln, para marcharse a casa. Feierabend, llaman los alemanes a este momento feliz. Lo que Heinz no sabe es que alguien lo está siguiendo hasta el barrio cercano en el que vive; y que esa misma noche verá su coche arder a manos de los neonazis.

Éste fue el punto y seguido en una oleada de violencia que se agravó tras las últimas elecciones municipales, en septiembre de 2016. El grupo de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD en sus siglas en alemán) obtuvo un 14% de los votos, una cifra alarmante para una ciudad que alardea de tolerancia y multiculturalidad. A la luz de estos resultados, Heinz y otros compañeros del gremio fundaron la iniciativa ‘Librerías de Neukölln contra el Populismo de Derechas y el Racismo’, con la que puso en marcha una serie de eventos para posicionarse de forma pública contra este odio. En su manifiesto lo dejaron claro: “No vamos a aceptar que el racismo, la xenofobia y el sexismo se extiendan en nuestra sociedad”. Heinz organizó una de las charlas bajo el título “Qué hacer contra la AfD: levantarse contra el racismo”.

La respuesta violenta no se hizo esperar; y antes de quemarle el coche, hicieron añicos el escaparate de su establecimiento utilizando adoquines.

“Esto no es nuevo”, comenta Claudia von Gélieu. La galería comunista que dirige en Neukölln desde 1984 ya había amanecido antes con pintadas de simbología nazi o con los cristales rotos. “Los ataques contra organizaciones de izquierdas vienen de lejos”, se lamenta. “Lo nuevo, desde hace unos meses, es que están amenazando a la gente en sus domicilios particulares”. Claudia sabe de lo que habla: la noche del 9 de febrero también prendieron fuego a su coche, que estaba estacionado en la puerta de su casa. ¿El motivo? Su galería lucha activamente contra el auge de la AfD a través de exposiciones de temática antifascista y se unió recientemente a la iniciativa de los libreros.

CC Javier Pérez de la Cruz

“El miedo empezó cuando el grupo Freie Kräfte (‘Fuerzas Libres’) Berlin Neukölln, supuestamente desaparecido, publicó en Facebook en junio de 2016 un mapa con establecimientos judíos y de izquierdas en Neukölln, e hizo un llamamiento para atacarlos”, explica Lena Mahler, cofundadora de la iniciativa de librerías. “En verano [de 2016] ya hubo un ataque a un miembro de los Falken (Juventudes Socialistas), Mirjam Blumenthal. En febrero le quemaron el coche por segunda vez.” Sin embargo, Lena apunta a que la mayoría de las víctimas no pertenecen a ningún partido o movimiento de izquierdas.

Estas llamadas ‘Fuerzas Libres’ de Neukölln llevan varios años en actividad en este distrito, concretamente al sur, en Rudow. Se trata de un barrio humilde en el que tradicionalmente se ha votado por partidos de extrema derecha, según nos cuenta Claudia. La activista describe a sus agresores como “personas que han trabajado toda su vida para comprarse una casita en la zona y que ahora se sienten engañados por los políticos, porque incluso después de jubilarse tienen que hacer frente a muchos gastos”.

Heinz no cree que sean tan humildes: “La gente de la AfD no tiene por qué tener necesariamente problemas económicos”. El librero afirma que se trata de un grupo pequeño y que son del barrio. En todo caso, parecen ser militantes o simpatizantes de este partido, que ven sus ideas y acciones legitimadas por el discurso de la extrema derecha, cada vez más presente en Alemania y en otros países de Europa. En ello coinciden los tres entrevistados, que son curiosamente alemanes. “La violencia contra no alemanes también está creciendo, de forma masiva y por todo el país”, apunta Lena, quien habla del miedo de algunas víctimas que no se atreven a denunciar y del suyo propio – sobre todo por sus dos hijos pequeños-, pero también de resistencia.

No nos vamos a dejar intimidar”, declara. “Ya se han unido otras librerías solidarias y nos apoya la Federación Regional de Berlín de la Asociación Bursátil del Comercio Librero Alemán”. Evidentemente, los sucesos que han afectado a miembros de partidos políticos han tenido más repercusión que el resto. “Tras el ataque a Blumenthalt (dirigente de las Juventudes Socialistas) hubo una manifestación a la que acudió el senador Andreas Geisel”.

Claudia discrepa en cuanto al apoyo institucional recibido: “La policía tardó cuatro semanas en llamarme a declarar. En público afirman que están investigando mucho, hacen ruedas de prensa… pero yo me siento abandonada”. Heinz opina que tal vez la policía no tenga pruebas suficientes como para incriminar a alguien en concreto.

CC Marcella Verdessi

La gente del barrio se ha volcado con las víctimas, en eso coinciden los tres. “La enorme solidaridad que nos está llegando es la que nos está dando valor”, reconoce Lena, que explica cómo después de los últimos ataques se ha formado la ‘Asesoría móvil a las víctimas de la derecha en Berlín’, que ofrece su ayuda de forma gratuita. Además, las movilizaciones a pie de calle se han sucedido tras las agresiones más sonadas, como la perpetrada contra la cafetería de izquierdas ‘K-fetisch’. Como reacción, hubo una gran manifestación bajo el lema “Fascistas, que os den”. Heinz nos cuenta que sólo ha recibido respuestas positivas y que sus vecinos han organizado una colecta para costearle un coche nuevo. Él quiere seguir buscando soluciones, que en su opinión pasan por que “cada uno siga trabajando en su propio campo, en su propio círculo de amigos, en el trabajo… esto es incluso más importante que las manifestaciones.”

Claudia también cree necesario un compromiso de cara a las próximas elecciones generales: “La cuestión no es qué porcentaje saque la AfD sino que el parlamento acaba aprobando leyes acordes con su pensamiento: el acuerdo Turquía con la UE es racismo, al final.” Personalmente, cree que su vulnerabilidad es máxima: “Se nos metió el humo del incendio por la ventana del dormitorio: ¿qué puede ocurrir más grave que eso?”. La policía le propuso instalar alarmas de empresas privadas pero ella lo ve risible. “No hay una solución perfecta”, afirma. “Pero protegerse o aumentar la vigilancia no es la solución, hay que atajar el problema por otro sitio. Hay que informar a la gente de que no son pocos, de que están ahí. La mejor seguridad es que nos cuidemos los unos a los otros”.

CC Javier Pérez de la Cruz

Revista Desbandada