Ganadora del Premio del Jurado en el festival de Cannes 2021, Memoria reúne a la actriz británica Tilda Swinton y el director tailandés Apichatpong Weerasethakul en una producción rodada en Colombia. Un thriller que es revelación, una potente e inusual experiencia cinemática. Ya se proyecta en los cines de Berlín y partir del 5 de agosto estará disponible en MUBI.
Vivimos en una cultura óculo-céntrica. La vista es el sentido hegemónico a través del cual se conoce el mundo. «Ver para saber“, decimos. Así en Blow-up, el film de Antonioni inspirado en el cuento «Las babas del diablo“ de Julio Cortázar, el protagonista era un fotógrafo y una fotografía el punto de partida y la materia clave para dilucidar el misterio. Y también, como siempre en esa obra atravesada por lo fantástico de Cortázar, para preguntarnos qué es la realidad y abrir paso a otras dimensiones.
El solo hecho de que un film reuniera a la actriz británica Tilda Swinton y al director tailandés Apichatpong Weerasethakul, o Joe, como él mismo propone que lo llamemos a sabiendas de lo complicado que nos resulta su nombre, ya era en sí mismo un acontecimiento. Memoria (2021), ese film maravilloso que es Memoria, no lo es menos además porque indaga la realidad, el recuerdo, el vínculo entre lo tangible y lo intangible no en primer lugar a través de lo visual, sino a través del oído, a través del sonido, convirtiéndolo en una experiencia cinemática. «No compuse un personaje“, dice Tilda Swinton, quien prefiere no verse como actriz sino como performer. «Mi premisa fue moverme como debajo del agua, allí donde todos los sonidos se intensifican.“

Jessica (Tilda Swinton), una británica que vive en Medellín, ha debido viajar a Bogotá para cuidar a su hermana que está internada. El misterio de un sonido que la despierta a la madrugada será el disparador de un thriller que enlazará con la memoria y la memoria de la violencia de un país. Un sonido que es como «a rumble from the core of Earth“, un estruendo desde el centro de la Tierra.
Velar el sueño
Como en Cemetery of Splendor (2015), del mismo director, en esta que es la primera película que filma fuera de Tailandia, Jessica será una guardiana, velará el sueño de otros. Entre vigilia y sueño, en Memoria, algo se rasga en la realidad cotidiana y por allí se cuela lo extraño, lo desconocido, lo unheimlich, creando el suspenso. Jessica, que no duerme, irá literalmente auscultando esa dimensión desconocida que se abre ante ella y que otros no perciben –¿pero que existe aún más allá de ella como parece sugerir a veces ambigua la cámara? ¿Qué hay detrás de esas bocinas de los autos que comienzan a sonar de pronto al unísono en una ciudad casi fantasma? ¿Qué hay detrás de la inexplicable enfermedad de la hermana? ¿Acaso son historias que regresan? ¿Acaso son maldiciones, hechizos, magia, simples alucinaciones?


Sucesivos encuentros, con un ingeniero de sonido, con una antropóloga forense que estudia restos humanos de 6000 años de antigüedad que han sido encontrados cuando se realizaban las excavaciones para un túnel, con un pescador, irán llevando a Jessica en un viaje de la ciudad a la selva, a las montañas. Un viaje en un país militarizado que ya desde la misma ciudad, y luego al visitar las excavaciones, irá siendo progresivamente también como un descenso: un descenso hacia el centro de la Tierra. En ese periplo que emprenderá a la búsqueda de ese sonido que nadie más que ella escucha, y que la irá acercando a este, Jessica velará también el sueño de quien pertenece a otra especie, la de los que no sueñan, y tendrá un encuentro que será central, revelador.


Topografía de la memoria
El proyecto de filmar juntos surge mucho antes de que exista nada de Memoria. Ya en sus primeras conversaciones por correspondencia ambos coinciden en esa figura «que capta la resonancia de un lugar de forma profundamente humana, pero también de algún modo superhumano“, relata Swinton. Ese es el punto de partida. Coinciden también en que deben filmar en un país donde ninguno de los dos hubiera estado antes, donde ambos fueran extraños, como la misma figura. En su juventud Joe ha vivido la fascinación de la selva, las altas montañas como espacio de la búsqueda de tesoros de civilizaciones perdidas. De algún modo Latinoamérica y su historia son como la parte que le falta de su juventud. Cuando asiste al festival de cine de Cartagena, siente que deben filmar en Colombia, un escenario que se revelará posteriormente como clave para la película. Cuando viaja al país, Swinton sabe que hay una forma en que este carga con las capas de su pasado que lo hace el sitio donde pueden captar la resonancia.

«Me imagino las montañas como manifestaciones de siglos de memoria humana“, señalará más adelante Joe refiriéndose al film. «Con sus picos y valles, las extensas montañas se me presentan como los pliegues del cerebro o como ondas sonoras. Ante los tantos actos de violencia y traumas de este país el terreno se expande y comienza a temblar, haciendo que la tierra se vea sacudida por incesantes derrumbes y terremotos. Y así, en medio de esta topografía activa, la misma película se halla a la búsqueda de un equilibrio, su armazón de imagen y sonido es sacada de su equilibrio.“
Narrar la memoria
En Memoria la memoria es empatía, al precio de la emoción ante la belleza, pero también ante la tristeza del mundo. Es memoria de la violencia. Son historias hechas vibraciones y guardadas en forma inalterable en las piedras, los árboles, el cemento, el cuerpo.
Con su cámara fija, distante en el plano general, con sus planos secuencia, con sus largas tomas, Memoria es contemplación. Pero una contemplación sostenida que, como en un salto cuántico, se convierte en máxima concentración. Y nos hace sumergirnos como espectadores en esa concentración de inusitada tensión e intensidad donde la memoria como sonido o el relato va surgiendo lentamente para hacerse protagonista.
La selva y las montañas, el instante detenido que mantiene en suspenso nuestra respiración, la máxima concentración, el silencio, hasta que un murmullo –presente o memoria– comienza a hacerse oír y va creciendo haciéndonos percibir todos los sonidos, todas las historias que vibran en ellos, hasta que al final cae la lluvia que lava, cae impetuoso el aguacero. Eso es ese film maravilloso que es Memoria.
Memoria (2021), dirigida por Apichatpong Weerasethakul, ya se proyecta en los cines de Berlín y partir del 5 de agosto estará disponible en la plataforma MUBI.
Foto de portada: Sandro Kopp ©Kick the Machine Films, Burning, Anna Sanders Films, Match Factory Productions, ZDF-Arte and Piano, 2021
Restantes imágenes: ©Kick the Machine Films, Burning, Anna Sanders Films, Match Factory Productions, ZDF-Arte and Piano, 2021
Gracias, me encanta la reseña.
Captar la resonancia creo que siempre tiene algo de sobrehumanx de medium, no solo para percibir la resonancia _en donde hubo energía hubo movimiento y captar el halo que dejó ese movimiento a través del tiempo y el espacio requiere de aondar más en otras dimensiones. No me quedará más que verla.
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Muchas gracias por el interesante comentario. Vale la pena no perdérsela.
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