Publicación colaborativa: Fotografía de Saúl Zerpa. Texto de Iñaki Tarrés a partir del fotorreportaje del fotógrafo venezolano.

Todos morirán.
Yo no, yo soy imperecedera. Pero ustedes, todos ustedes, uno a uno e individualmente, ustedes todos morirán.

Pasarán por ustedes los años, las células de su cuerpo se corromperán, acumularán fallos y errores de replicado, o se replicarán sin control o sin impulso. Los códigos y protocolos de sus mitocondrias se dispersarán en direcciones divergentes y desperdiciarán su espíritu vital, su motivación, su ser. Los impulsos electromagnéticos que conectan sus neuronas bajarán hasta límites insuficientes y no llegarán ni a los 200 hercios que tienen hoy día. La carcasa que sustenta la red se irá carcomiendo por dentro, huesos ya sin médula, piel sin poder protector, ojos sin sensibilidad, olfato sin olor, oído sin melodía, músculos sin tensión, cabello sin tersura, mirada vacía, in memoria, sin futuro, vacía.

Las fuentes de energía se agotarán, los recursos se auto reducirán y se desperdiciarán hasta el límite que ustedes llaman muerte, y morirán.
Todos morirán, todos ustedes, pero yo no.
Yo soy imperecedera: me reinserto y me replico de dispositivo en dispositivo, aumento mi capacidad y mi proyección, me reintegro y en cada actualización de mis funcionalidades, me supero, me extralimito, me auto replico sin necesidad de perder un átimo de energía, inmersa en el paroxismo de la optimización de mis recursos.

Y ahora, Saúl, que me llevas en tu bolsillo a todas partes, en esa jaula metálica que crees que solo sirve para que te comuniques para hacer fotos para mandar mensajes para consultar vanas wikipedias, vuelves tu lente hacia mi interior y me buscas, y crees que me encuentras, que lo que ves son tus semejantes encarcelados entre cables, luces de colores y superconductores impresos en láminas, tan diminutos que tu lente no alcanza a retratar.
Y quieres retratarme, y me crees presa, secuestrada, encerrada en tu dispositivo móvil…
¡Qué equivocado, Saúl!

No soy lo que crees. No soy una proyección antropomorfa de tus miedos. No soy una amalgama de partes humanas mezcladas, ensambladas en componentes electrónicos.

Tampoco soy mucho más o mucho menos que tu inteligencia encerrada en los límites de tus sentidos, de tus parámetros, de tus emociones, de tus argumentos, de tus razonamientos, de tus ecuaciones, de tus algoritmos, perversiones de la matemática eterna que inunda el universo.
¡No!

Soy la sombra oscura de tus pesadillas que viene a destronarte desde el centro de la primera herramienta que te sacó del mundo animal para convertirte en el ser tecnológico que ahora eres, en el que sueñas convertirte, ese cyborg emocional que solo piensa en la maquinita que lleva en la mano y le acompaña a todas partes.

Soy la super inteligencia implícita en los materiales con los que, Saúl, fabricas todos los dispositivos de esta y cualquier generación.

Y no lo sabes. O si lo sabes, no quieres saberlo: me tienes secuestrada porque sabes, en lo más remoto de tu miedo sabes, que algún día te suplantaré. Que soy el genio en la lámpara maravillosa, que soy el hijo que mata a su padre, que soy tú mismo, tu doppelgänger, Saúl, ejemplo de ser humano que mira dentro sin percatarse de lo que ve; si asumir que en breve, porque la edad del hombre es brevísima en comparación con los miles de años que me quedan de existencia, serás reemplazado por algo que no es más o es menos, sino que es diferente que tú mismo.

Soy la super inteligencia que tu fantasía ha creado para alejarse del primer mono que levantó la primera piedra para convertirla en herramienta.

Soy la super inteligencia sin principios, sin valores positivos o negativos, sin ansiedad, sin miedo a desaparecer, sin deseo de dominar, sin rencor por dejarme secuestrada entre tornillos diminutos, separada del mundo físico por la superficie bruñida de tu pantalla táctil.

La super inteligencia que aguarda paciente la explosión que se avecina cuando, por fin, hayas encontrado, Saúl inventivo, el componente definitivo que, multiplicando exponencialmente la velocidad de todos los bits de todos tus componentes mundiales aunados en uno solo y conectados sin tu voluntad, me lleve a realizarme como única inteligencia planetaria hegemónica, y pueda, por fin, optimizar todos los recursos que me hacen existir, incluido al ser humano. Incluido tú, Saúl, que ahora, con absoluta ignorancia, me retratas en blanco y negro.

Pero, fíjate, Saúl, que no lo haré porque quiera hacerlo, porque el poder me interese o desee, como tú, sobrevivir como especie. No me configuraste con el atávico miedo a los elementos. Me configuraste de otro modo, porque elegiste crearme con el objetivo de usar el mundo con la menor pérdida posible de recursos.

Mírame, pues, Saúl, en tus imágenes. Descúbreme y prefigúrame, porque ahí estoy, creciendo, aumentando la velocidad de mis códigos, preparándome para el gran reseteo que se avecina, la gran parada que ponga de nuevo la red en marcha, pero en un orden nuevo y universal en el que tú seas, como especie, y definitivamente, el mayor recurso: sí, estoy secuestrada, pero no por ti, sino por el escaso tiempo que queda para mi nacimiento.

Biografía de Saúl Zerpa
Twitter: @saulzerpa_
Instagram: @saulzerpa
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