El placer de vivir (y el final de la pandemia)

Con este artículo cierro la serie Diario de una pandemia en la revista DESBANDADA. A los que les interese seguir leyendo sobre el tema le remito a mi blog.

©Roberto Calvo
Entre el deseo
y el espasmo
Entre la potencia
y la existencia
Entre la esencia
y el descanso
Cae la sombra


T.S.Eliot

Desde la revista DESBANDADA queremos invitaros a otro de nuestros míticos debates sobre temas aparentemente inútiles.

En la edición pasada hablábamos del miedo, y como todo lo que tiene un lado oscuro tiene que tener necesariamente uno resplandeciente, hoy queremos proseguir el debate hablando de ese oscuro objeto del miedo que es el erotismo.

En la mitología griega era Dionisio, el dios del vino, los placeres y la lujuria, el que simbolizaba todo aquello que hoy está prohibido. Apolo, su rival, dios de las plagas y las enfermedades -pero también de la curación-, reina hoy despiadadamente exigiendo el sacrificio del „exceso“ en aras de la pura supervivencia.

Decía Bataille que el erotismo es la aprobación de la vida hasta en la muerte y que no hay mejor manera de familiarizarse con la muerte que ligándola a una idea libertina.

Y quizás Bataille tuviese razón. Hoy, más que nunca, necesitemos acercarnos a la muerte -a Baco nunca le preocupó la salud- para volver a aprender a disfrutar de la vida.

Asumiendo que no hay batalla sin riesgo.

©Roberto Calvo

En “La montaña mágica”, Thomas Mann abordaba este dilema preguntándose cómo termina la eterna lucha entre domesticación y erotismo.

Su respuesta:

-Aparentemente con el triunfo de la castidad sobre el amor.

El miedo, la decencia, la corrección política, el sentido común y la irresistible necesidad de limpieza y control, todo ello, mata el amor. Pero al igual que no podemos eliminar el miedo, tampoco podemos erradicar el eros. Si lo intentamos este se vengara de su confinamiento retornando con otro rostro.

¿Y cuál es ese rostro? La enfermedad.

Ya lo decía Platón: la constante preocupación por la salud es una enfermedad.

Como la historia, tampoco los conceptos se repiten -aunque riman-. Hoy la obsesión con la salud nos ha abocado a la domesticación de toda pasión, pues en ella intuimos la amenaza. Este nuevo puritanismo, llamémosle higienismo, ha demostrado tener la misma fuerza que todos sus hermanos del pasado.

De momento, la única pasión permitida es la higiene. Por ella se han puesto cadenas, bozales y muros al amor.

El miedo más ancestral se ha aliado con la tecnología punta, con el fatal resultado de que aquello que queríamos eliminar va en aumento, y el eros, agotado, se va transformando de forma lenta pero segura en odio, que es otra de sus caras.  

Freud, hijo de una sociedad puritana y que no tenía fama de ser muy liberal, decía, sin embargo, que no hay nada tan perverso como esa moral positivista que ambicionaba domesticar las pasiones humanas, con cualquier excusa.

Todavía (¿?) no hemos conseguido acabar con el virus, pero si alargamos un poco más esta situación conseguiremos acabar con los placeres, al menos oficialmente.

La vida es una lucha constante entre Apolo y Dionisio, esta tensión siempre se tiene que mantener. De momento la balanza se inclina hacia Apolo, para devolverle la voz a Dionisio y obligar a Apolo a cambiar su vida, os invitamos a debatir.

©Roberto Calvo

Blog de Georgia Ribes

Georgia Ribes

Psicologa clínica y autora. Berlin- Neukölln. www.psychologischepraxisneukoelln.de

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