Texto de Sven Henning
“Solo hay una raza: La raza humana – y todos somos miembros de ella“.
Margaret Awood
«There is only one race: The human race – and we are all members of it.» Esta cita de la autora canadiense Margaret Atwood es una de las que Macarena Muñoz menciona en el inicio de la primera parte de su trilogía “Las memorias (in)ciertas de Ismael Pauli”, llamada “Memorias Fugitivas”.
Empecé a leer este libro durante las vacaciones del año pasado. A menudo una novela empieza con un escenario fijo: sabemos dónde estamos, el tiempo en el que transcurre la trama, y conocemos a los personajes de la historia. Sin embargo, esta vez era diferente. Ya en el prólogo, el protagonista nos cuenta que la historia se narrará como un puzzle. Las piezas se van descubriendo una después de la otra, pero sin seguir su orden cronológico. Primero, tuve mis dudas y me sentí algo perdido, debido a las apariciones múltiples en tantos lugares y épocas. Luego me metí de lleno en la novela y la leí en apena unos días. Quería saber más sobre la vida de Ismael y las vidas de sus antepasados, lo que pasó realmente en Namibia, en Alemania en los tiempos de Hitler, o qué acontecimientos llevaron al padre a tener esa personalidad tan cerrada, que el Ismael niño retrata y por qué se produce un cambio en el padre conforme su hijo se hace mayor y se interesa por el pasado de la familia paterna, en particular de la abuela Emma.

Me gustó mucho la manera en la que Macarena Muñoz combina tantas historias de catástrofe, pérdida, silencio, oscuridad y exilio: las dos guerras mundiales, el imperialismo/colonialismo, y un accidente de tren. El de Eshede, del que casi me había olvidado; pero también hay historias sobre esperanza, amistades interesantes y nuevos comienzos.
La comparación de la ciudad de Frankfurt con la Atlántida, o la de la universidad con la torre de sabiduría están abiertas a interpretaciones. Yo admiro la idea de la autora de discutir ciertos temas de política o historia usando los diálogo entre los protagonistas de la hitoria, la mayoría de las veces entre Ismael y su “tutor”, Juan Trujillo.
En este contexto hay dos citas en el capítulo “Atlántida” que me hicieron parar y reflexionar: estas citas son parte de la historia del protagonista, pero también pueden ser parte de nuestras historias:
“La historia es como las olas”
(Página 180)
“La historia es como un tren”
(Página 184)
La Historia como una ola que va y viene, pero siempre se repite; la Historia como un tren que siempre continúa, a veces para, y cuyo destino es muchas veces incierto.
Aunque mi lengua materna es el alemán, esta novela fue fácil de leer. No necesitamos entender todas las palabras, pero de todas formas podemos percibir los sentimientos y las emociones de la familia del protagonista. Puedo recomendarla a todo el mundo hispanohablante, e incluso a aquellos que están aprendiendo o enseñando este idioma. Para los últimos sería un buen instrumento para crear clases interdisciplinarias en el instituto, universidad o academia de idiomas. “Memorias fugitivas” trata de política, geografía, ética o filosofía y puede ayudar a desarrollar habilidades lingüísticas, o incluso, a interpretar poesía.
Al final, Macarena Muñoz añade dos epílogos. Aquí, el lector descubre que la historia continúa y que Ismael Pauli todavía tiene mucho que decir sobre su familia. Nos despierta la curiosidad sobre la continuación: queremos saber del pasado de su madre Imara, y queremos saber si el “otro” Ismael todavía vive, y si fuera así, cuándo y dónde se encontrarán los dos Ismaeles para unir las piezas finales del puzzle.
Gracias, Macarena, por escribir este libro.