Leipzigerstrasse en 1930
Metrolit es el nombre de una editorial afincada desde el 2012 en el barrio berlinés de Kreuzberg, y se dedica a la publicación de obras de temática pop, enfocadas en aquellos lectores que o bien son jóvenes o se niegan a dejar de serlo. Un año después del nacimiento de la editorial, Peter Graf, la persona que por aquel entonces la dirigía, decidió hacer una apuesta. Se empeñó en recuperar un misterioso libro publicado por primera y única vez en 1932, y además escrito por un autor del que apenas nadie sabía nada. El envite le salió perfecto y el libro fue una de las sensaciones editoriales del 2013 en las todopoderosas ferias del libro de Frankfurt y Leipzig. Fue el golpe de efecto soñado por cualquier editor novel.
El título original de la obra rescatada es “Juventud en la carretera a Berlín”, sin embargo Metrolit decidió publicarla como “Hermanos de sangre” (Blutsbrüder). Allí nos encontramos a una pandilla de adolescentes abocados a una lucha constante contra las instituciones que se supone que debían protegerlos. Unos jóvenes que temían más a los orfanatos y a los correccionales, que al hambre y al frío. El propio autor describe estos centros como lugares donde “cualquier asomo de individualidad es cruelmente aniquilado”, y de alguna manera anticipa el sadismo institucionalizado que después establecieron los nazis.
Mientras que en los cines de Kurfürstendamm los glamurosos gángsters de Hollywood entretenían al público acomodado, Haffner quiso colocar delante del lector historias que exhibían las miserias más cercanas. El autor quiere mostrarnos a esos chicos que eran empujados por el sistema a las calles, y que sobrevivían por el Berlín de entreguerras gracias a la pequeña delincuencia, las pillerías o incluso se prostituían por los bajos fondos de los alrededores de Alexanderplatz. Estas pandillas eran la única familia con la que estos muchachos podían contar cuando las cosas se ponían feas. La hermandad y la lealtad con la que ellos mismos se trataban son la prueba de que la nobleza de espíritu nunca ha estado reñida con la condición social. En el mejor de los casos, algunos de esos chicos dejaron la calle para pasar a ser parte del mundo laboral, pero a cambio de ser exprimidos por un sueldo miserable. En los peores, fueron reprimidos con brutalidad por unas estructuras más interesadas en la humillación que en la reinserción.
El libro tuvo un gran éxito inicial, pero como ofrecía un relato muy alejado del ideal de sociedad que los nazis pretendían proyectar, al año siguiente sirvió de combustible a las hogueras de libros que tuvieron lugar en las plazas alemanas en 1933. Finalmente la censura lo prohibió.
Aunque el marketing editorial le ha dado la categoría de novela, se trata más bien de un documento periodístico con un revestimiento de ficción; escrito con un lenguaje más testimonial que literario. La traducción española ha mejorado incluso algunos aspectos toscos del original. Hay que agradecérselo a un escritor español afincado en Alemania, que ha conocido recientemente el éxito del gran público: Fernando Aramburu.
El atractivo principal de “Hermanos de Sangre” no reside por tanto en una prosa refinada, sino en la información de primera mano que nos ofrece su autor, Ernst Haffner, que fue periodista y trabajador social. Una persona que estuvo en contacto directo con aquellas capas subterráneas de Berlín. Un hombre cuyo rastro se pierde por los pasillos de la Historia. Lo último que se sabe de él es que fue citado a declarar ante el aparato de censura de Goebbels en 1938. Toda la correspondencia con su editor original, se perdió en un bombardeo en Hamburgo. El periódico alemán Bild llegó a hacer un llamamiento público para localizar a Haffner o a algún familiar suyo. Pero no se han podido recopilar más datos de su vida, ni siquiera existe una foto de él.
Hay que reconocer a Peter Graf el olfato de rescatar de los archivos esta magnífica crónica, alejada de la política y de la moralina. Una obra que la crítica alemana ha comparado a veces con “Christiane F.” (otra de las epopeyas berlinesas sobre la marginación juvenil). La denuncia que pretendía hacer Haffner con este libro sigue siendo necesaria 80 años después, puesto que las instituciones que se ocupan de los renglones torcidos de la sociedad, son a menudo las primeras obligadas a trabajar de forma precaria a causa de los recortes de sus presupuestos; incluso en la capital del país más poderoso de Europa.