En estos días intensos de cine en Berlín, la psicóloga Georgia Ribes nos trae su visión de una figura casi mitológica del cine, la del Joker, o como suelen decirle en Latinoamérica, el Guasón, en la nueva versión creada por el oscarizado Joaquin Phoenix.
«De la madre al niño fluyen palabras secretas, no pronunciadas, aún antes de que este nazca.
Estas palabras secretas permiten al niño intuir si las puertas al mundo están cerradas para él o si es bienvenido.
El niño no deseado sentirá siempre el impulso de obedecer a la madre y desaparecer.
Esta tentación le atraerá durante toda su vida, perturbará su sentido crítico, le hará olvidar su intuición y bailar constantemente junto al abismo»
Emil Ferris: Lo que más me gusta son los monstruos
Este párrafo de Emil Ferris hace alusión a la génesis de ese impulso que Freud bautizó como pulsión de muerte. Según el médico vienés, existirían dos pulsiones vitales fundamentales y contrapuestas, Eros y Tánatos, siendo esta última «la tendencia de todo ser vivo a volver al estado inorgánico».
Si no contemplamos la pulsión de muerte, ciertos comportamientos humanos nos parecerán incomprensibles -por ilógicos e irracionales-, y es que el ser humano es sobre todo ilógico e irracional.
Habíamos conocido al Joker como un personaje siniestro que hacía el mal por el simple placer de hacer el mal, pero en esta última versión, magistralmente interpretada por Joaquin Phoenix, nos vemos confrontados con el otro lado del Joker.
Ahora podemos empatizar con ese hombre atormentado que vive miserablemente; que se ocupa de su madre trastornada y ajena a la realidad; que fantasea con el cariño de una mujer; que fracasa recurrentemente en sus intentos de adaptarse a la sociedad y de obtener, si no amor, al menos reconocimiento; que no encuentra comprensión ni siquiera en su psiquiatra, y que -todo el mundo tiene un límite-, finalmente explota ruidosamente.

Freud dividía la pulsión de muerte en una primaria auto destructiva, y otra secundaria destructora, que, pensándolo bien, se parece peligrosamente a la pulsión de vida, al Eros, pues las matanzas del Joker son tanto una venganza como una forma de auto afirmación.
Dicen que una obra de arte no esta completa sin el espectador, y, efectivamente, lo más interesante del Joker 2019 es lo que esta película nos evoca.
¿Quién se atreve a juzgar al Joker después de conocer su biografía?
Sin duda alguna, la lúgubre esencia humana no la interpreta Joaquin Phoenix, y si por una vez fuésemos capaces de quitarnos esas gafas rosadas, nuestras más firmes convicciones, nuestras confianzas más básicas se desmoronarían estrepitosamente y nos veríamos obligados a reconstruir el edificio desde la base.
Pero por suerte el show nunca termina y entregado el Oscar, ya estamos a otra cosa….
¡Disfruten de la Berlinale!