Otras voces: «En Ucrania hay que ganar la paz, no la guerra».

Ocho meses han transcurrido desde el inicio de algo impensado para nuestros tiempos: guerra en Europa. Y la guerra en Ucrania continúa. Mientras en Alemania el tema que más nos preocupa es cómo haremos para pagar los altos costos de energía y si habremos de pasar un invierno sin calefacción, muchos refugiados ucranianos están regresando desde países limítrofes a su país. Un regreso a la guerra, a la destrucción, al sufrimiento que prosigue a no tantos kilómetros de donde nuestras vidas de bienestar en crisis ya tienen otros titulares.

En Desbandada queremos volver a traer este tema al centro de la escena. No a la guerra. Hay que poner fin a esta guerra. ¿Pero cómo? ¿Cuál es el camino? ¿Cómo se logran la paz para Ucrania, la paz con Rusia y una paz duradera en Europa?

“En Ucrania hay que ganar la paz, no la guerra”, responde en su artículo Michael von der Schulenburg, durante años funcionario de la ONU y con larga experiencia en zonas de conflicto. Un clarísimo y sólido análisis que compartimos aquí con ustedes para dar continuidad a un debate que imperiosamente debe volver a las primeras planas.


En Ucrania hay que ganar la paz, no la guerra

Un artículo de Michael von der Schulenburg

(publicado el 12.10.22 en el Berliner Zeitung / el 08.10.22 en el Wall Street International Magazine)

En un mundo como el de hoy, equipado a pleno con armas de destrucción masiva, misiles supersónicos, guerra cibernética, guerra espacial y las capacidades de la inteligencia artificial así como otras cosas terribles, cualquier estrategia que apunte a ganar una guerra militarmente corre el riesgo de acabar en un desastre. Esto vale especialmente para la guerra en Ucrania donde se enfrentan dos potencias nucleares, Rusia y Estados Unidos, y una tercera potencia nuclear, China, observa nerviosa. Por eso Occidente debería aspirar a la paz, no a la victoria militar. Y esto no se puede lograr con las armas, sino sólo con la diplomacia.

Lo que hace a la guerra en Ucrania tan extraordinariamente peligrosa es el hecho de que aún tras siete meses de guerra todas las partes beligerantes están centradas únicamente en ganar esta guerra sin hacer ningún esfuerzo por lograr la paz. Pese a la amenaza de guerra nuclear no existen canales diplomáticos entre Occidente y Rusia a través de los cuales se pudiera prevenir malentendidos, evitar una mayor escalada y crear las condiciones para una solución diplomática. Para evitar que ocurra lo peor, Occidente y Rusia deben comenzar a dialogar. A pesar de o precisamente por el mismo desarrollo de los acontecimientos en el escenario bélico, las conversaciones de paz deberían seguir siendo posibles. Occidente ya ha perdido la oportunidad de entablar conversaciones de paz en dos ocasiones; no debería volver a hacerlo esta vez.

Deberíamos tomarnos las amenazas en serio

Los recientes éxitos militares de Ucrania parecen haber envalentonado a todos aquellos que en Occidente creen que esta guerra puede ganarse, que Rusia podría ser derrotada y expulsada de todos los territorios ucranianos que ocupa actualmente. Incluso el presidente de Ucrania, Selenski, proclamó ahora que el único objetivo puede ser una victoria militar completa sobre Rusia y renovó su reclamo de una rápida admisión de Ucrania en la OTAN –lo que es como agitar un paño rojo frente a Rusia. ¿Pero sería posible una victoria militar contra una potencia nuclear? ¿Una solución militar, de ser esto posible, traería la paz o no haría más que preparar el terreno para el próximo conflicto? Podríamos estar encaminándonos hacia una peligrosa escalada que podría significar la destrucción de Ucrania, una destrucción que finalmente podría arrastrar consigo también a los vecinos de Ucrania en Europa y Asia –si no al mundo entero.

En respuesta a sus reveses militares, Rusia ha ordenado una movilización militar parcial que podría duplicar el número de fuerzas estacionadas en Ucrania. Pero ha sido la decisión de Putin de anexionar cuatro óblasts ucranianos –Rusia no habla de „anexión“ sino de „adhesión“– lo que ha aumentado significativamente el potencial de conflicto. Al formar parte de Rusia, amenaza, Rusia los defendería de cualquier ataque, con armas nucleares de ser necesario. De este modo, Putin intenta protegerse de lo que considera una amenaza existencial para Rusia: la entrada de Ucrania a la OTAN, el establecimiento de bases militares por parte de Estados Unidos a lo largo de las fronteras rusas y la pérdida de acceso al Mar Negro. Es la debilidad de las fuerzas militares convencionales de Rusia lo que hace tan peligrosa esta amenaza. Deberíamos tomarla en serio.

Debería ser el momento de la diplomacia

Las advertencias de que la guerra en Ucrania podría acabar en una guerra nuclear también provienen del lado ucraniano. Recientemente, en la agencia estatal de noticias Ukrinform, el comandante en jefe de las fuerzas armadas de Ucrania, el general Valeriy Zaluzhnyi, advirtió que esta guerra podría llevar al uso de armas nucleares tácticas por parte de Rusia y Estados Unidos. Incluso aludió a una posible Tercera Guerra Mundial: «No se puede descartar tampoco totalmente que los países líderes del mundo se lleguen a ver directamente implicados en un conflicto nuclear ’limitado’, el que abriría una clara perspectiva de riesgo de una Tercera Guerra Mundial», dijo Zaluzhnyi.

La advertencia de Zaluzhnyi nos recuerda que no se trata de una simple guerra convencional entre Ucrania y Rusia, sino esencialmente de un conflicto entre dos potencias nucleares, Rusia y Estados Unidos, por el control de Ucrania. Estados Unidos está ahora tan involucrado en esta guerra que la más mínima chispa o un simple malentendido podría convertir esta guerra subsidiaria en un enfrentamiento directo entre Rusia y Estados Unidos. Entretanto, hasta el presidente Biden habla de la posibilidad de una guerra nuclear.

Aun cuando cabe la esperanza de que una confrontación nuclear sea algo todavía muy lejano, la mera amenaza de que hoy nos encontremos más cerca de una devastadora guerra nuclear que nunca antes desde la crisis de los misiles de Cuba hace exactamente 60 años, debería hacer sonar las campanas de alarma en todas las capitales del mundo y hacer que la diplomacia se pusiera en marcha a toda velocidad. Sin embargo, este no es el caso. En las circunstancias actuales, ¡esto es una locura política!

El desarrollo de los acontecimientos en el campo de batalla, una oportunidad para la diplomacia

Afortunadamente la guerra aún no ha llegado al punto de no retorno; todavía hay espacio para la diplomacia. Las operaciones militares de ambos bandos se circunscriben geográficamente a la línea del frente, de unos 1.000 kilómetros, que separa a las fuerzas ucranianas y rusas en el este y el sur de Ucrania. Incluso allí, los combates se limitan a sólo tres zonas alrededor de Járkiv, el Donbass y Kherson. Ni las fuerzas armadas ucranianas ni las rusas parecen estar en condiciones de extender la guerra a otras regiones.

Las afirmaciones de que Rusia quiere ocupar Kiev o incluso toda Ucrania son tan ilusorias como las afirmaciones ucranianas de que están a punto de recuperar el Donbass y la península de Crimea. Los refuerzos rusos tardarán meses en entrar en pleno funcionamiento, y las nuevas y más potentes armas prometidas por Occidente también tardarán en llegar al campo de batalla. Lo más importante es que esta continúa siendo una guerra meramente convencional, al menos por ahora. Por lo que todavía hay espacio para conversaciones.

También hay signos alentadores

También hay algunos gestos políticos que indican un espacio para la diplomacia. En un notable alejamiento de la posición de línea dura adoptada por la OTAN en su cumbre de marzo, el presidente Biden escribió en mayo en el New York Times que no era política de Estados Unidos buscar un cambio de régimen en Rusia y que compartía con el presidente ucraniano la convicción de que sólo una solución diplomática podría poner fin a la guerra. Incluso aludió a la posibilidad de que Ucrania tuviera que hacer concesiones territoriales.

Esto coincide con la decisión de Estados Unidos de no suministrar a Ucrania misiles de largo alcance con los que podría extender la guerra a territorio ruso. Además, la UE no apoyó el peligrosísimo bloqueo lituano de Kaliningrado y el presidente turco Erdogan se convirtió en el primer jefe de Estado de un país de la OTAN en visitar al presidente Putin en Rusia. El acuerdo ruso-ucraniano sobre los cereales, alcanzado con la mediación de Turquía y la ONU, la participación del OIEA en la protección de la central nuclear de Zaporiyia y los recientes intercambios de prisioneros son otros signos alentadores.

 ¿Qué hace entonces tan difícil la búsqueda de una solución diplomática?

La palabra clave que impide a Occidente sentarse a la mesa de negociaciones con Rusia es «neutralidad». Rusia quiere que Ucrania permanezca neutral, mientras que Estados Unidos quiere que Ucrania se integre firmemente en la alianza militar occidental. Estas posiciones opuestas no se deben a ningún amor particular por Ucrania por parte de uno u otro bando, sino que es la ubicación estratégica del país entre Asia y Europa lo que hace que Ucrania resulte tan atractiva geopolíticamente para ambos bandos.

Como miembro de la OTAN, Ucrania se convertiría en una baza estratégica para la pretensión de un indisputado liderazgo mundial por parte de EE.UU. Esto sacaría a Rusia del juego como gran potencia y la degradaría al nivel de potencia regional. Permitiría a EE.UU. controlar el comercio entre Europa y Asia y proyectar su poder en lo más profundo de Asia ­–la principal razón por la que los países asiáticos, con la excepción de Japón y Taiwán, no han adherido a la política de la OTAN y EE.UU. de condenar y aislar a Rusia. Por el contrario, una Ucrania neutral (y, por tanto, también una Georgia neutral) libraría a Rusia del cerco de la OTAN. Mantendría su estatus de potencia dominante en su entorno geográfico inmediato y –si bien de menor peso– seguiría siendo un actor internacional.

El hecho de que la neutralidad sea el principal escollo es preocupante, porque la neutralidad de Ucrania es la que podría haber resuelto las crecientes tensiones entre Rusia y Estados Unidos a raíz de la ampliación de la OTAN, y habría sido la neutralidad de Ucrania la que podría haber puesto fin a la guerra en marzo de este año, cuando los negociadores ucranianos y rusos acordaron un posible plan de paz. En ambos casos, fue la OTAN, liderada por Estados Unidos y el Reino Unido, la que torpedeó cualquier avance en dirección a un estatus de neutralidad para Ucrania. Mientras Rusia es culpable por la iniciativa de un ataque ilegal contra Ucrania, la OTAN es la responsable de la prolongación de la guerra.

Michael von der Schulenburg, Sobre la construcción de la paz

La OTAN y el fin de un acuerdo negociado

El ejemplo más llamativo de esto es cuando la OTAN torpedeó las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia en marzo. En aquel momento, a tan solo un mes del inicio de la guerra, los equipos de negociadores ucranianos y rusos consiguieron presentar un borrador de 15 puntos para un posible acuerdo de paz, según el cual Ucrania no solicitaría el ingreso a la OTAN y no permitiría que ninguna potencia extranjera estableciera bases militares en su territorio. A cambio, todas las tropas de ocupación rusas se retirarían y Ucrania preservaría en gran medida su integridad territorial. El proyecto también preveía soluciones provisionales para el Donbass y Crimea. Se esperaba que este acuerdo pudiera cerrarse el 29 de marzo en una conferencia de paz a nivel de ministros de Relaciones Exteriores en Estambul. Tanto los políticos ucranianos como los rusos ya habían expresado sus esperanzas de que se pusiera fin a la guerra.

Pero esto no ocurrió. Ante la posibilidad de una Ucrania neutral, la OTAN convocó a una cumbre extraordinaria en Bruselas el 23 de marzo, a la que también asistió el Presidente Biden. El único objetivo de esta reunión fue poner fin a las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia. En lugar de una solución de compromiso de neutralidad ucraniana a cambio de integridad territorial de Ucrania, la OTAN exigía ahora la retirada incondicional de las fuerzas rusas de los territorios ucranianos antes de la celebración de las conversaciones de paz: „Hacemos un llamamiento a Rusia a participar de forma constructiva en negociaciones creíbles con Ucrania para lograr resultados concretos, empezando por un alto el fuego sostenible y avanzando hacia una retirada completa de sus tropas del territorio ucraniano“ (Declaración de la Cumbre de la OTAN).

El mensaje de la OTAN a Rusia fue claro

La OTAN exigió nada menos que Rusia aceptara su derrota, lo que se hallaba en craso contraste con la solución de compromiso acordada por los negociadores ucranianos y rusos. En la declaración final de la OTAN no se mencionaron ni las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia ni la conferencia de paz de Estambul que se celebraría sólo cinco días más tarde. Tampoco se mencionó la palabra «neutralidad». Probablemente ante la presión de los Estados Unidos y el Reino Unido, Ucrania rompió entonces las conversaciones de paz y, confiando en las entregas masivas de armas de Occidente y en las duras sanciones, comenzó a apoyar las exigencias de la OTAN de una retirada incondicional de las tropas rusas. Allí murió el proceso de paz ucraniano-ruso, y la guerra ha continuado desde entonces.

El mensaje de la OTAN a Rusia fue claro: no habría ninguna paz negociada que llevase a la neutralidad de Ucrania. En respuesta, Rusia cambió su estrategia y el 28 de marzo anunció que levantaría su cerco militar en torno a Kiev y se centraría ahora en la conquista militar de las zonas de habla rusa del este y el sur de Ucrania. Esto hizo que la guerra tomara una nueva dirección. Rusia confiaba en que, ocupando territorio ucraniano, podría impedir que Ucrania entrara en la OTAN y proteger su acceso al Mar Negro. Las recientes anexiones de cuatro óblasts ucranianos son el resultado de este cambio de estrategia. Sin embargo, esto no traerá la paz sino que, por el contrario, agravará una situación ya difícil y peligrosa.

La paz también debe ser el resultado de una negociación por parte de Occidente

Occidente ha adoptado la singular postura de apoyar a Ucrania para repeler una invasión, mientras por lo demás sostiene no poder intervenir de ninguna manera en un proceso de paz. Las negociaciones de paz, se ha señalado, son competencia exclusiva de Ucrania: «Corresponde a Ucrania decidir sobre un futuro acuerdo de paz, libre de presiones o influencias externas» (declaración final del G7). Después de que se torpedearan las negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia en marzo, esta posición denota bastante cinismo.

También es cínico suponer que Ucrania podría alcanzar ahora un nuevo acuerdo de paz «libre de presiones o influencias externas» mientras se encuentra presionada militarmente por Rusia y depende completamente del apoyo financiero y militar de Occidente para su supervivencia. La paz sólo puede y debe ser negociada entre Occidente y Rusia, incluyendo por supuesto a Ucrania.

El camino hacia la paz está claro, sólo que: ¿quién tiene el valor de emprender ese camino?

En dos raras apariciones públicas de la ex canciller alemana Angela Merkel, en Goslar y en Múnich, esta reclamó recientemente mayor comprensión y voluntad de compromiso en lo que respecta a la guerra de Ucrania. Al tiempo que acusó a Rusia de infringir el derecho internacional al invadir Ucrania el 24 de febrero, argumentó enérgicamente que en sus iniciativas de paz Europa no debe perder de vista el objetivo de construir una arquitectura de seguridad paneuropea que incluya a Rusia. Sólo entonces, añadió, la Guerra Fría habrá terminado realmente. Advirtió del peligro de ignorar las amenazas de Rusia.

La paz para Ucrania, la paz con Rusia y la paz en Europa se hallan inextricablemente unidas. No habrá paz si no se corrigen los errores que se cometieron al final de la Guerra Fría con la expansión de la OTAN (y de la UE) y excluyendo a Rusia. El desarrollo de una arquitectura de seguridad europea requeriría mucho tiempo, del que ahora no disponemos. Pero las conversaciones de paz entre Occidente y Rusia podrían comenzar a sentar las bases.

La confirmación de la neutralidad de Ucrania, el reconocimiento de los intereses en materia de seguridad de Rusia y los consiguientes acuerdos de seguridad para Ucrania ya no dependientes de la OTAN serían un primer paso. Los valientes equipos de negociadores ucranianos y rusos nos mostraron la senda a seguir en marzo, y un equipo de expertos que se reunió en el Vaticano en junio profundizó en su enfoque. Si queremos buscar la paz en lugar de ganar una guerra, no habrá otra solución.

Pero, ¿tenemos hoy en día políticos del calibre de un Kennedy o de un Kruschov, de un Reagan o de un Gorbachov, o incluso de una Angela Merkel, que tengan el valor y la determinación de romper la espiral de una guerra cada vez más descontrolada para buscar en su lugar la paz? El camino hacia la paz está claro, pero: «¿Quién está dispuesto a emprender ese camino?» será la pregunta decisiva para salvar a Ucrania, a Europa y posiblemente al mundo de una catástrofe inminente.


Este artículo fue publicado en su versión original In der Ukraine muss es darum gehen, den Frieden und nicht den Krieg zu gewinnen en el Berliner Zeitung el 12.10.22. El 08.10.22 se publicó su traducción al inglés en el Wall Street International Magazine.

Agradecemos a ©Michael von der Schulenburg la autorización para publicar la versión en español en Revista Desbandada. Traducción al español Claudia Baricco.

Sobre el autor

Michael von der Schulenburg

Michael von der Schulenburg (Múnich, 1948) trabajó durante más de 34 años en la ONU, donde alcanzó el cargo de Secretario General Asistente de las Naciones Unidas, Se desempeñó en numerosas regiones en conflicto del mundo, incluyendo misiones de larga duración en Afganistán, Haití, Pakistán, Irán, Irak y Sierra Leona, así como en Siria, Somalia, Asia Central, los Balcanes y la región del Sahel. En 2017, publicó el libro On Building Peace – Rescuing the Nation-State and Saving the United Nations – Sobre la construcción de la paz: rescatar el Estado-nación y salvar a las Naciones Unidas (Amsterdam University Press). Su página web con más textos: www.michael-von-der-schulenburg.com

Foto de portada: PixabayEngin Akyurt

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Revista Desbandada

6 comentarios sobre “Otras voces: «En Ucrania hay que ganar la paz, no la guerra».

  1. Creo que con esta nota empiezo a abrir los ojos en cuanto lo que significa la injerencia americana en el conflicto gracias a sus intereses y por el otro lado la llamativa y absurda inacción de Europa.
    Es la primera vez que leo algo claro y valioso al respecto.
    Gracias por la traducción!

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    1. Muchas gracias por leer. Realmente el artículo de Michael von der Schulenburg es de una claridad meridiana y aporta una perpsectiva y un análisis geopolítico que prácticamente no se ve o lee en Europa. Sin duda una voz indispensable para este debate que debemos seguir alentando si queremos en serio la paz.

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